"Yo" y la oración

«Yo» y la oración
¿Cuántas oraciones hoy día expresan verdaderamente la voluntad de Dios? En nuestras oraciones, ¿en qué medida nos olvidamos completamente de nosotros mismos y buscamos solamente la voluntad del Señor? ¿Cuántos creyentes trabajan realmente en unión con Dios en la oración? ¿Cuántos de nosotros declaramos diariamente ante Dios su voluntad y derramamos nuestro corazón en la oración para que El haga su voluntad, cualquiera que sea, tal como El nos la ha dado a conocer? ¡Reconozcamos claramente que el egoísmo es tan evidente en la oración como en las demás áreas! ¡Qué numerosas son las peticiones para nosotros mismos! ¡Qué fuertes son nuestras opiniones, deseos, planes y propósitos! Estando tan llenos de nosotros mismos, ¿cómo podemos esperar poder olvidarnos completamente de nosotros y buscar la voluntad de Dios en la oración? La negación de uno mismo hay que ponerla en práctica en todas partes. En la oración es tan esencial como en la acción. Nosotros los redimidos, debemos saber que nuestro deber es vivir para el Señor, para El, que murió por nosotros y ahora vive para nosotros. Debemos vivir enteramente para El y no buscar nada para nosotros mismos. En nuestra vida de consagración, la oración es una de las cosas que tenemos que consagrar.
Con referencia a la oración, en nuestro normal modo de entender prevalece un serio error, que es el de que con frecuencia pensamos en la oración como en una oportunidad para expresar lo que nosotros necesitamos, que es nuestro grito a Dios pidiendo ayuda. No vemos que la oración es el pedir a Dios que llene sus necesidades. Debemos entender que el plan de Dios no es el de permitir a los creyentes que logren sus propios fines por medio de la oración, sino que es Dios el que debe lograr sus propósitos por medio de las oraciones de los creyentes. Con esto no se quiere decir que los cristianos nunca deben pedir al Señor que supla sus necesidades. Sólo se quiere indicar lo importante que es que primero entendamos el significado y los principios de la oración.
Siempre que un creyente tenga una necesidad, en primer lugar debe preguntar: ¿Afecta a Dios mi necesidad? ¿Quiere el Señor que yo esté en necesidad? ¿O es su voluntad suplir mi necesidad? Cuando veamos que la voluntad de Dios es suplir nuestra necesidad, entonces podemos pedirle que cumpla su voluntad supliendo lo que necesitamos. Tan pronto como conozcamos su voluntad, ya podemos orar de acuerdo a la voluntad de Dios que ya conocemos. Entonces oramos para que El haga su voluntad. Ahora la cuestión ya no es que nuestra necesidad sea satisfecha, sino que la voluntad de Dios se haga. Aunque ahora nuestra oración no sea muy diferente de la del pasado, sin embargo lo que ahora buscamos es que la voluntad del Señor en este asunto personal nuestro se haga, y no que nuestra propia necesidad se supla. Cuántos fallos hay aquí; los creyentes con frecuencia dan prioridad a sus propias necesidades; y aunque saben que la voluntad del Señor es suplirlas, con todo, en sus oraciones, no pueden olvidarse de mencionar primero sus propias necesidades.
No debemos orar solamente por nuestras necesidades. En el cielo y en la tierra sólo hay una oración que sea legítima y aceptable a Dios: la de pedir al Señor que cumpla su voluntad. Nuestras necesidades deben desaparecer en la voluntad de Dios. En cuanto veamos cuál es la voluntad de Dios con referencia a nuestra necesidad, inmediatamente debemos dejar a un lado la necesidad y pedirle que haga su voluntad. Pedir directamente al Señor que supla nuestras necesidades, cualesquiera que sean, no puede considerarse oración del nivel más alto. La oración por las necesidades personales se debe hacer indirectamente, pidiendo primero que se haga la voluntad del Señor. Este es el secreto de la oración, la llave de la victoria en la oración.
El propósito de Dios es que estemos tan llenos de su voluntad que olvidemos nuestros propios intereses. El nos llama a que trabajemos junto con El en el cumplimiento de su voluntad. La manera de trabajar juntos es la oración. Por esta razón Dios quiere que sepamos cuál es su voluntad con referencia a todas las cosas, para que así podamos orar de acuerdo a su voluntad.
La verdadera oración es realmente un trabajo. Orar de acuerdo a la voluntad de Dios y orar solamente por su voluntad es verdaderamente un trabajo en el que nos negamos a nosotros mismos. A menos que estemos completamente vacíos de nosotros mismos, sin ningún interés propio, viviendo completamente para el Señor y buscando solamente su gloria, no querremos lo que el Señor quiere, ni buscaremos lo que El busca, ni oraremos por lo que El quiere que oremos. Ciertamente que el trabajar para Dios sin ningún interés propio, es muy difícil; pero orar para El sin ningún interés propio, es todavía más difícil. Pero aun así, todos los que viven para Dios deben hacer esto.
En las generaciones pasadas el Señor no hizo muchas cosas que puede y quiere hacer, por la falta de cooperación de sus hijos. El fallo no está en Dios, sino en su pueblo. Si revisamos nuestra historia personal, veremos el mismo triste estado. Si hubiéramos tenido más fe y más oración, nuestra vida no habría sido tan ineficiente. Lo que el Señor busca ahora es que sus hijos estén dispuestos a unirse a su voluntad y a declarar esta unión por medio de la oración. Ningún creyente ha experimentado nunca completamente la grandeza de lo que se puede lograr por medio de la unión con la voluntad de Dios.
Tomado de: “OREMOS” W. Nee
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Aguas refrescantes 11 de julio
Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Lucas 9:51.
Nada podía desviar a Cristo de su meta pero, sin embar¬go, en su camino a ella visitó muchas ciudades y pueblos enseñando. Sin desviarse de su propósito central aprovechó cada oportunidad que se le presentó por el camino; Sí, aunque la hora se acercaba en que «había de ser recibido arriba» por el Padre, el corto tiempo que quedaba entreme¬dio estuvo lleno de provechosa actividad.
Si nosotros tenemos la esperanza de ser pronto «recibi¬dos arriba» para encontrarnos con El, no desperdiciemos el poco tiempo intermedio esperando ociosamente que lle¬gue el día. Permítanme hacer esta pregunta: ¿La esperanza del regreso del Señor es sólo parte de nuestro credo, o esta¬mos aguardando positivamente su realización? ¿Qué esta¬mos haciendo mientras tanto? ¿Estamos caminando a diario por el sendero de la cruz? ¿Estamos contando a los que encontramos por el camino la buena nueva de su salva¬ción? ¿Estamos solos en el testimonio, o estamos llamando . a otros para que trabajen con nosotros? La meta es clara, pero el camino está lleno de oportunidades si tan sólo nos proponemos hacer con diligencia todo lo que viene a nues¬tras manos.
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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