Estudio Bíblico | Explicación de Colosenses 3:1 | Comentario Bíblico Online
1. Con toda naturalidad, después de recordar a los colosenses que están muertos con Cristo a los preceptos y tabúes que les esclavizaban, les hace ver ahora (v. Col 3:1) que han resucitado con Cristo (v. también Col 2:12) y, de la misma forma que Cristo fue arrebatado al cielo (Hch 1:9, Hch 1:11), también ellos (y todo creyente sincero) tienen su posición legal arriba (Efe 2:6). En lugar, pues, de entretenerse en las cosas efímeras, huidizas, que se consumen con el uso de esta vida, deben buscar las cosas de arriba y (v. Col 3:2) deben poner la mira, esto es, el interés, la afición (gr. phronéite, de nuevo el mismo verbo de Flp 2:5), en las cosas de arriba, no en las de la tierra. No se trata, pues sólo, de una búsqueda afanosa, sino también de una actitud mental y sentimental constante, una contemplación deleitosa, de las cosas celestiales.
2. La razón, vuelve a insistir, es (v. Col 3:3) que «habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios». El creyente no vive ya para su «yo», sino para Dios en Cristo; su vida ha pasado de ser egocéntrica a ser teocéntrica; en realidad, es Cristo quien vive la vida divina en él (Gál 2:20), así como vive la suya propia en el seno del Padre (Jua 1:18). Esta vida divina del creyente está escondida con Cristo en Dios; también él tiene su vida como Cristo, en el seno de Dios. Esta vida espiritual, eterna, divina, del creyente está escondida con el Cristo resucitado y ascendido y, por tanto oculta a los ojos del mundo. El mundo no puede ver la vida de un príncipe celeste y heredero de todas las riquezas de Dios en un mendigo harapiento ni en una pobre viuda, vieja, de piel arrugada por los años y los sufrimientos; pero si ese mendigo y esa anciana son creyentes, son también hijos del Soberano del Universo y herederos con Cristo de todo lo que la adopción de hijos comporta (Rom 8:14-17).
3. Más aún, llegará un día en que Cristo volverá y se manifestará. Cuando ese día llegue, todos aquellos cuya vida está escondida en Cristo serán también manifestados con Él en gloria (v Col 3:4). Este cuerpo mortal y miserable será transfigurado y hecho conforme (recibiendo la misma forma) al cuerpo glorioso de Cristo (Flp 3:20, Flp 3:21). Todos podrán ver esa gloria brillando en nosotros, pues seremos semejantes a Él cuando le veamos tal cual es (1Jn 3:2). En aquel día, el Espíritu Santo habrá dado el último toque a la imagen de Cristo en nosotros, como el Padre lo decidió desde la eternidad (Rom 8:29).
