Deuteronomio 32:39 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Esta conclusión del cántico de Moisés nos habla de tres cosas:

I. De la gloria de Dios (v. Deu 32:39). Aquí el gran Dios de Israel demanda para sí: 1. La gloria de su autoexistencia: Sólo yo soy (hebr. Yo, sí, yo, él). Esto significa directamente que Jehová es el único Dios verdadero, pero no podemos menos de ver en esta expresión un eco de aquel YO SOY EL QUE SOY (Éxo 3:14), con que se había manifestado a Moisés desde la zarza ardiendo. Como si dijera: «Yo soy el que siempre he sido, el que soy, el que he prometido ser, el que he amenazado con ser; siempre fiel a mí mismo y a mi palabra». El Targum de Uzzielides lo parafrasea así: «Cuando la Palabra de Dios se revelará para redimir a su pueblo, dirá a todas las gentes: Ved que ahora soy lo que soy, y lo que he sido, y yo soy lo que seré». Nosotros sabemos muy bien cómo aplicarlo al que dijo a Juan: Yo soy el que es y que era y que ha de venir … el primero y el último (Apo 1:8, Apo 1:17). Estas palabras: «Yo soy» las encontramos con frecuencia en los capítulos de Isaías en que Dios está animando a su pueblo a esperar ser liberados de la cautividad de Babilonia (Isa 41:4; Isa 43:11, Isa 43:13, Isa 43:25; Isa 46:4). 2. La gloria de su supremacía única: No hay ningún otro dios conmigo (v. Deu 32:39); ni para ayudarme, porque no los necesito; ni para acompañarme, porque no están a mi altura (v. Isa 43:10-11). 3. La gloria de su absoluta soberanía y universal providencia: Yo hago morir, y yo hago vivir; yo hiero, y yo sano. 4. La gloria de un poder irresistible: Y no hay quien pueda librar de mi mano.

II. Del terror que invadirá a sus enemigos (vv. Deu 32:40-42). Terror, sí, para quienes odian a Dios, como son todos los que sirven a otros dioses, los que persisten en su voluntaria desobediencia a la ley divina, y que dañan y persiguen a los fieles siervos de Dios. A fin de darles la voz de alarma para que se arrepientan a tiempo: 1. La sentencia divina se ratifica con un juramento: Alzo al cielo mi mano, y digo: Vivo yo para siempre (v. Deu 32:40). Alza las manos al Cielo, domicilio de su santidad y majestad; era una antigua y corriente fórmula de juramento (v. Gén 14:22). Permanecer en el odio a Dios (v. Deu 32:41) es el colmo del pecado, pues acarrea una ruina total. 2. La justicia divina se prepara para la ejecución de la sentencia: Cuando afile mi espada reluciente (v. Deu 32:41; v. Sal 7:12). 3. La ejecución misma de la sentencia será terrible en gran manera (v. Deu 32:42).

III. Del consuelo y ánimo para su pueblo: Alabad, naciones, a su pueblo (v. Deu 32:43). Concluye su cántico Moisés con palabras de gozo; porque en Israel hay un remanente al que espera un final dichoso. El pueblo de Dios tendrá gozo al fin, y lo tendrá para siempre; su liberación será perpetua; tanto que Moisés convoca a todas las naciones a que se unan a Israel en su canto de liberación. Tres cosas se mencionan en particular como motivo de gozo para el pueblo: 1. El ensanchamiento de las fronteras del Israel de Dios. Por eso el Apóstol Pablo, citándolo de los LXX, aplica a la conversión de los gentiles las primeras palabras de este versículo. «Alegraos, gentiles, con su pueblo» (Rom 15:10). 2. La vindicación de la sangre de los suyos, derramada por manos de sus adversarios: Hará expiación por la tierra de su pueblo (v. Deu 32:43). Aquí la Tierra Prometida aparece empapada por la sangre inocente de israelitas injustamente masacrados. 3. Implícita va la gloriosa manifestación de misericordia en favor de su pueblo al que va a otorgar una liberación completa y definitiva. Esta será también la suerte final de cuantos le teman y le sirvan.

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