Estudio Bíblico | Explicación de Génesis 39:7 | Comentario Bíblico Online
I. La más vergonzosa muestra de imprudencia e inmodestia de la mujer de Potifar y dueña de José, vilmente entregada a su instinto sexual y desposeída de toda virtud y honor.
1. Su pecado comenzó por la vista: Puso sus ojos en José (v. Gén 39:7). Ya hemos visto en ocasiones anteriores la importancia de los ojos como ventanas del alma, y la consiguiente necesidad de hacer un pacto con ellos, como lo hizo Job (Job 31:1).
2. Vemos también el atrevimiento y la desvergüenza de esta mujer.
3. Nótese la urgencia, la violencia y la persistencia con que acosaba a José. Hablaba a José cada día (v. Gén 39:10). Esto hace ver: (A) La gran perversidad de ella, y (B) la gran tentación que esto suponía para José.
II. Vemos aquí uno de los más ilustres ejemplos de virtud y castidad, con admirable resolución, en José, quien fue capacitado por la gracia de Dios para resistir y vencer esta tentación. Considerando bien todo, su escape fue una muestra del poder divino tan grande como la liberación de los tres jóvenes del horno encendido (Dan 3:20-27).
1. La tentación que sufrió José fue muy fuerte. La tentadora era su dueña, de clase alta, a quien tenía la obligación de obedecer e interés en complacer, y cuyo favor hubiese contribuido más que nada a un mayor encumbramiento. Por otra parte, correría el mayor peligro si la despreciaba y la convertía así en enemiga. Para colmo, la oportunidad no podía ser mejor: la tentadora se encontraba sola con él en casa; su empleo le había llegado, al margen de toda sospecha, a donde ella estaba.
2. Su resistencia a la tentación fue muy valiente, y su victoria quedó revestida del máximo honor.
A) No estaba dispuesto a hacerle mal a su amo ni a ofender a Dios. Éste es el principal argumento con que refuerza su aversión al pecado: ¿Cómo haría yo este gran mal? (v. Gén 39:9). No sólo ¿cómo haré? o ¿cómo me atreveré?, sino ¿Cómo podré? Id possumus quod jure possumus dice el adagio latino . Sólo podemos hacer lo que es según derecho. En realidad, el argumento en que José apoya su negativa, es triple: Primeramente, considera quién es la persona tentada: «Yo». Quizás otros puedan tomarse esa libertad yo no. Segundo, a qué pecado se le inducía: Esta gran maldad. Otros pensarían que era cosa de poca importancia, un pecadillo excusable, una aventura propia de la juventud; pero José tenía de ello una idea muy diferente. ¡Que el pecado se muestre pecado! (Rom 7:13). Hay que llamar al pecado por su nombre y no intentar rebajar su malicia. Tercero, contra quién se le tentaba a pecar: Contra Dios, contra su santidad y dominio, contra su amor, sus designios y su providencia. El amor de Dios conlleva necesariamente el odio al pecado.
B) Venció con prontitud y resolución. La gracia de Dios le capacitó para vencer la tentación y escapar de la tentadora. Ya dice el adagio latino: Principiis obsta: Resiste a los comienzos. No se entretuvo a conversar con la tentación, sino que huyó de ella con la mayor aversión: allí dejó su manto, como quien escapa por su vida. Nótese que es mejor perder un buen manto que una buena conciencia.