Hechos 1:15 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El pecado de Judas dejó una vacante en el Colegio Apostólico. Si se quedaban en once, la representación simbólica de las doce tribus de Israel perdía su sentido. Había, pues, que completar el número. Nada en el texto sagrado nota del traductor hace suponer que los discípulos se equivocaran al completar el número sin dar lugar a la espera del Espíritu que podría haber llenado tal hueco con el apóstol Pablo, pues, aparte de que todo el relato, con citas de las Escrituras, hace ver que obraban de acuerdo con la voluntad de Dios, Pablo no llenaba las condiciones que Pedro menciona en los versículos Hch 1:21 y Hch 1:22, y el número debía cerrarse antes que, con el descenso del Espíritu Santo, se llevase a cabo el nacimiento oficial de la Iglesia. Así vemos que, después de Pentecostés, ya no se lleva a cabo ninguna sustitución.

I. Las personas que intervinieron en esta elección. La casa constaba de unos ciento veinte (v. Hch 1:15). Aquí estaba el embrión de la Iglesia. El presidente, que llevaba la voz cantante, era Pedro, quien ya se había señalado con frecuencia como portavoz de los Doce.

II. Propuesta de Pedro (vv. Hch 1:16-20), en la que vemos:

1. El relato que hace de la vacante ocurrida por la muerte de Judas, en lo que se extiende con muchos detalles, al tomar nota del cumplimiento de las Escrituras en tal hecho.

(A) El privilegio que a Judas había sido conferido (v. Hch 1:17): «Era contado con nosotros (era uno de los doce) y tenía parte en este ministerio (era tan apóstol como los otro once)» ¿De qué nos servirá ser añadido al número de los ministros de Dios, y aun al de los simples fieles, si no participamos del espíritu y de la naturaleza de los verdaderos fieles?

(B) El pecado de Judas: «Actuó como guía de los que prendieron a Jesús» (v. Hch 1:16). Tuvo la desvergüenza de presentarse abiertamente a la cabeza del grupo encargado de arrestar a su Maestro. Fue a Getsemaní delante de ellos y les dio la contraseña para que no se equivocasen de persona: «Al que yo bese, ése es; prendedle» (Mat 26:48). Los cabezas de traición son los peores pecadores.

(C) La ruina de Judas a causa de este pecado: Conocemos por Mat 27:3-10 las circunstancias de la muerte de Judas, hecho bien conocido de todos cuando Lucas escribe en Hch 1:16. este episodio. Es probable que los versículos Hch 1:18 y Hch 1:19 sean una explicación dada por el mismo Lucas. En todo caso, los relatos de Mat 27:1-66 y Hch 1:1-26 no son contrarios, sino complementarios. Parece ser que Judas, después de recibir las 30 monedas de plata, estaba ya en tratos para comprar el campo que aquí se menciona, pero, después de devolver el dinero, fueron luego los sacerdotes los que compraron el campo. Tampoco se dice en ninguno de los dos relatos que se ahorcase en tal campo. Es asimismo probable que, en el estado nervioso de desesperación en que se hallaba, no acertase Judas a ahorcarse del modo corriente o que se rompiese la cuerda y, desde el promontorio en que se habría situado para mejor llevar a cabo su acción, cayese desde alguna altura considerable con lo que se produjo el reventón que se nos refiere en el versículo Hch 1:18.

(D) El cumplimiento de las Escrituras: Era necesario que se cumpliese la Escritura (v. Hch 1:16), no sólo en el pecado de Judas, sino también en su trágico final (v. Hch 1:20). No hemos de pensar que un cargo o ministerio instituidos por Dios sean de menospreciar por el hecho de la maldad de algunos que han detentado tal cargo o por el castigo ignominioso que hayan sufrido; ni ha de permitir Dios que sus designios queden frustrados, o que haya de quedar sin hacer alguna obra que Él haya ordenado, por el malogro de aquellos a quienes tal cargo fue encomendado. Se malogró Judas, pero no se malogró su cargo. La causa de Cristo nunca se perderá por falta de testigos.

2. La moción que presenta para que se escoja otro apóstol (vv. Hch 1:21, Hch 1:22): (A) Las cualidades que ha de reunir tal persona para ocupar dicho cargo. Ha de ser uno de los que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de nosotros fue llevado arriba. Los que han sido diligentes en el descargo de sus deberes en una posición inferior están en condiciones de ser promovidos a otra superior, a los que han sido fieles en lo poco, se les ha de encomendar lo mucho. Nadie ha de ser apóstol, sino alguien que haya acompañado a los apóstoles, y eso continuamente. (B) La tarea que se le va a encargar (v. Hch 1:22): Ha de ser hecho testigo, con nosotros, de su resurrección. De aquí se infiere claramente que no sólo los once, sino también otros discípulos habían disfrutado de las apariciones de Jesús (comp. 1Co 15:6). El grandioso hecho que los apóstoles habían de atestiguar ante el mundo entero era la resurrección de Cristo. No se les promueve a una dignidad o a un poder secular, sino a proclamar a Cristo y el poder de su resurrección.

III. El nombramiento de la persona que había de sustituir a Judas.

1. Dos de los que eran conocidos como acompañantes continuos de Jesús son propuestos, bajo singular providencia de Dios, como candidatos para dicho ministerio (v. Hch 1:23). Los nombres de estos dos eran José y Matías, de ninguno de los cuales se hace mención en ningún otro lugar de las Escrituras. Ambos estaban tan cualificados para el cargo que no podían decir cuál de los dos era más apto, pero todos estaban de acuerdo en que había de ser uno de los dos.

2. Acudieron entonces a Dios en oración para resolver el asunto: «¿Cuál de estos dos …?» (vv. Hch 1:24, Hch 1:25). Vemos que: (A) apelan a Dios como a quien escudriña los corazones: «Tú, Señor, que conoces los corazones de todos». El escoger un apóstol había de serlo, no por su erudición, sino por su corazón. En nuestras oraciones en pro de la Iglesia y de los ministros de Dios, es consolador saber que el Dios a quien oramos conoce los corazones de todos los hombres y puede equiparlos para el ministerio dándoles nuevo espíritu. (B) Desean que el Señor les muestre a cuál de los dos ha elegido: «Tú, Señor … muestra cuál de estos dos has escogido» (v. Hch 1:24). Es obvio que el Señor escoja sus propios servidores. (C) Están dispuestos a recibir como compañero en el ministerio apostólico al hermano que Dios haya escogido para ocupar en el ministerio del apostolado el puesto del que se desvió Judas por transgresión, para irse a su propio lugar (v. Hch 1:25), es decir, al que le correspondía por el tremendo crimen que había cometido al traicionar al Salvador y el, quizá mayor, de cerrarse a sí mismo la puerta del perdón al suicidarse falto de fe y de verdadero arrepentimiento. Nuestro mismo Salvador había dicho que el lugar asignado a Judas era tal que más le valdría no haber nacido (Mat 26:24). (D) La duda se resolvió a suertes (v. Hch 1:26), método corriente en el pueblo de Dios antes de que fuese dado el Espíritu Santo. De esta forma, previa oración, se obtuvo el conocimiento de la voluntad de Dios a este respecto.

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