Isaías 30:8 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Isaías 30:8 | Comentario Bíblico Online

1. La introducción de la amenaza que el profeta, en nombre de Dios, va a lanzar contra los insensatos gobernantes de Judá, es solemne y tremenda. Por segunda vez (comp. con Isa 8:1.) le pide Dios al profeta que escriba la visión en una tablilla y que la registre en un rollo de cuero o de papiro, a fin de que sirva de testimonio eterno (v. Isa 30:8) para el futuro (comp. con Isa 8:16-18). ¡Quede por escrito para vergüenza de los presentes y para admonición a los venideros! Si no les aprovecha a ellos, que les aproveche a sus descendientes. Éstos podrían verse tentados a pensar que Dios había sido demasiado duro con sus mayores, a no ser que conociesen lo malos que sus mayores habían sido, y lo paciente y bueno que había sido Dios al usar con ellos de todos los medios posibles, antes de traer sobre ellos tal desastre.

2. El apelativo que Dios da a estos judíos profanos y malvados (v. Isa 30:9): «Que éste es un pueblo rebelde (como en el v. Isa 30:1), hijos mentirosos, que prometen pero no cumplen; que cumplen de boca, pero no de corazón; hijos que no quieren escuchar la instrucción (lit. la ley) de Jehová».

3. La sentencia que pronuncia contra ellos es terrible.

(A) Estos hijos rebeldes y mentirosos no querían oír verdades amargas, sino mentiras dulces (vv. Isa 30:10, Isa 30:11). Las frases, como en otros lugares de Isaías, no son precisamente las que salían de los labios de ellos, sino más bien las que el profeta usa para describir la actitud de ellos. Este es un defecto corriente en todos los tiempos. Muchos que profesan ser creyentes, hijos de Dios, se incomodan de que se les diga la verdad, buscan del predicador que les entretenga, no que los fustigue; prefieren fábulas y anécdotas interesantes antes que escuchar el consejo entero de Dios (Hch 20:27).

(B) A la actitud de esos hijos rebeldes, que no querían escuchar la palabra que, de parte de Dios, les predicaban los profetas, Dios responde «con una serie de metáforas que describen la completa ruina del Estado» (Slotki). La opresión (v. Isa 30:12) es, probablemente, la exacción de excesivos tributos con que han cargado al pueblo a fin de financiar la costosa política (v. Isa 30:6) que están siguiendo con Egipto. La perversidad (hebr. naloz) indica la astucia con la que se da de lado a lo que no interesa. Como el pecado del pueblo era, en el fondo, la búsqueda de una falsa seguridad, el castigo es el que corresponde al pecado (vv. Isa 30:13, Isa 30:14): será como grieta en una pared … cuya caída viene súbita y repentinamente. En esta caída no quedará nada que sea de utilidad para el futuro (v. Isa 30:14): se quebrará como vaso de alfarero al que se hace pedazos sin misericordia y que ya no sirve para nada: ni aun para traer fuego o sacar agua. Dice Moriarty: «A falta de otros utensilios que no abundaban, los tiestos se usaban para una multitud de cosas, como la que se menciona en el verso». Todo esto nos recuerda lo que dijo el Salvador sobre la casa que se edifica sobre arena (Mat 7:26, Mat 7:27).

(C) Dios les había ofrecido salvación y fuerza (v. Isa 30:15) con tal que confiasen reposadamente en El. En Dios hemos de apoyarnos con una santa seguridad de que puede hacer cuanto quiera y querrá hacer lo que más conveniente sea para los Suyos. Esta será nuestra fuerza. Pero ellos no aceptaron, sino que (v. Isa 30:16) retaron a Dios con la confianza en que se las arreglarían por sí mismos para hacer frente al enemigo. La interpretación (o paráfrasis) más probable del versículo Isa 30:16 es la que ofrece Slotki: «Huiremos en caballos contra los invasores; por tanto (responde Jehová), huiréis del enemigo, escaparéis del campo de batalla en derrota». La segunda parte del versículo Isa 30:16 está suficientemente clara. Cuando Senaquerib capturó las ciudades fortificadas de Judá, estos hijos rebeldes no pudieron ser persuadidos a que esperasen pacientemente la manifestación de Dios a favor de ellos, como lo hizo finalmente. Por eso, en su pecado hallaron el castigo. Los conquistadores protegieron a los que se estuvieron quietos, pero persiguieron a los que se escaparon. Se predice aquí (v. Isa 30:17) que serán pocos los que sobrevivan: «tan pocos que darán la impresión de ser como un asta abandonada sin enseña» (Moriarty). Sobre un lugar elevado, podría ser una advertencia para otros.

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