Jeremías 44:20 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Jeremías 44:20 | Comentario Bíblico Online

1. Jeremías tiene algo que decirles por sí mismo. Decían ellos que aquellas desgracias les habían venido porque habían dejado de ofrecer incienso a la reina del cielo. Pero él les dice: «No, no es porque hayáis cesado de hacerlo ahora, sino por haberlo hecho anteriormente». El incienso que ellos y sus padres habían quemado a otros dioses estuvo sin ser castigado por algún tiempo a causa de la magnanimidad y de la paciencia de Dios; por eso les había ido bien, como ellos decían, y no les había sucedido nada malo; pero, a la larga, se hicieron tan provocadores que no pudo sufrirlo más Jehová (v. Jer 44:22). Algunos de ellos habían hecho una reforma superficial en tiempo de Josías, pero al ser su corrupción la misma de siempre, Dios se acordó contra ellos de las idolatrías de sus padres, de sus reyes y de sus príncipes … en las calles de Jerusalén (v. Jer 44:21). Todas las abominaciones que habían hecho (v. Jer 44:22) fueron tenidas en cuenta; por tanto, vuestra tierra fue puesta en asolamiento, en espanto y en maldición … como está hoy día (v. Jer 44:22) … como sucede hoy día (v. Jer 44:23, al final)».

2. Jeremías tiene que decirles también algo, especialmente a las mujeres, de parte de Jehová (v. Jer 44:24). Ellos y ellas habían dado su respuesta. ¡Que oigan ahora la réplica de Dios!

(A) Puesto que estaban resueltos a persistir en su idolatría, Dios iba a continuar castigándoles. Repite lo que había dicho (v. Jer 44:25): «Vosotros y vuestras mujeres estáis de acuerdo en esta obstinación; hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos lo ejecutasteis, y habéis dicho: Cumpliremos efectivamente nuestros votos que hicimos, de ofrecer incienso a la reina del cielo», como si fuese pecado dejar de cumplir los votos a una falsa deidad y, por eso, hubiese de ser suficiente excusa para continuar con sus idolatrías; al ser así que nadie puede, por medio de un voto, hacer legítimo (mucho menos, obligatorio) lo que Dios tiene por pecado.

(B) Dios les jura (v. Jer 44:26) que lo poco de religión que les haya quedado, pronto se ha de perder. Aunque se habían unido a los egipcios en sus idolatrías, todavía hacían mención del nombre de Jehová, especialmente en sus votos solemnes pues decían (v. Jer 44:26, al final): «Vive el Señor Jehová». Pero Dios les declara que Su nombre (v. Jer 44:26) no será pronunciado más en la tierra de Egipto por boca de ningún hombre de Judá. De veras son desgraciados aquellos a quienes de tal modo ha dejado Dios de Su mano; que han olvidado por completo su religión. Decían ellos que se recuperarían tan pronto como volviesen a adorar a la reina del cielo. Dios les dice que, lejos de recuperarse, van a arruinarse por completo.

(C) Les dice también que muy pocos de ellos (v. Jer 44:28) escaparán de la espada y volverán a la tierra de Judá. Ciertamente serían pocos en número en comparación de los muchos que habían de volver de la tierra de los caldeos.

(D) Les da una señal de que todas estas amenazas habían de cumplirse en Egipto (v. Jer 44:30): «He aquí dice Jehová que yo entrego al Faraón Jofrá rey de Egipto en manos de sus enemigos y en manos de los que buscan su vida», esto es, de los que quieren darle muerte. Comenta Asensio: «No pocos de los judíos de Egipto podrán comprobarlo muy pronto, cuando el faraón Jofrá caiga víctima de una revolución intestina hacia el 570. La palabra de Jehová está en marcha, y la expedición victoriosa de Nabucodonosor contra el faraón Amasis (Jer 43:8-13) el 568 567 la empujará en su avance irresistible».

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