Jeremías 5:20 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Dios envía ahora a Jeremías con otra comisión a Jacob y a Judá (v. Jer 5:20).

1. Se queja Dios de la vergonzosa estupidez del pueblo (v. Jer 5:21): Es «un pueblo necio y sin entendimiento (lit. sin corazón)». No entendían la mente de Dios, a pesar de que la había expresado tan claramente por medio de Sus profetas y de Su providencia: «tiene ojos y no ve; tiene oídos y no oye». Poseían facultades intelectuales, pero no las usaban como debían, pues su voluntad estaba obstinada y, por tanto, inepta para someterse a las normas de la ley divina (v. Jer 5:23): «Este pueblo tiene un corazón obstinado y rebelde». La obstinación del corazón es la que entontece el entendimiento. El carácter de este pueblo es el de toda persona humana hasta que la gracia de Dios opera un cambio en el interior. Tenemos un corazón obstinado y rebelde contra Dios, no sólo por una arraigada aversión a lo que es bueno, sino también por una fuerte inclinación a lo que es malo.

2. Lo atribuye a la falta de temor de Dios. Al observar que son sin entendimiento, pregunta (v. Jer 5:22): «¿A mí no me temeréis?, dice Jehová. ¿No temblaréis ante mi presencia? (lit.)» Y al observar que se han rebelado y se han alejado, añade esto, como la causa de su apostasía (v. Jer 5:24): «Y no dijeron: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, etc.». Les vienen a la mente malos pensamientos porque no quieren admitir ni albergar buenos pensamientos.

3. Sugiere algunas de estas cosas a fin de impregnarnos de un santo temor de Dios.

(A) Debemos temer a Dios en Su grandeza (v. Jer 5:22). Aquí tenemos un ejemplo: Dios conserva el mar dentro de los límites que le ha fijado. Aunque la marea sube con fuerza poderosa dos veces cada día, Dios le ha puesto al mar «un muro insalvable de arena (Job 38:8-11; Sal 104:6-9; Pro 8:29)» (Asensio). Esto es obra de Dios y, si no fuese una cosa tan corriente, sería admirable a nuestros ojos. Un muro de arena será tan eficaz como un muro de bronce para tener a raya las encrespadas olas, para enseñarnos que una respuesta suave aplaca la ira y aquieta el furor espumante, mientras que las palabras ásperas, como un duro acantilado, no hacen sino exasperar. Esta frontera ha sido fijada por orden eterna (v. Jer 5:22), lo que nos retrotrae a la creación del mundo, cuando Dios separó las aguas de la tierra seca (Gén 1:9, Gén 1:10: Job 38:8.; Sal 104:6.). Por ser orden eterna, ha tenido efecto siempre hasta el día de hoy y lo seguirá teniendo hasta que Dios cree unos cielos nuevos y una nueva tierra. Vemos, pues, que hay buen motivo para temer a Dios, pues vemos que es un Dios que posee soberanía universal.

(B) Debemos temer a Dios en Su bondad (v. Ose 3:5). Temer a Jehová nuestro Dios es también adorarle agradecidos, pues está hace el bien continuamente: Nos da (v. Jer 5:24) lluvia temprana y tardía en su tiempo (comp. con Jer 3:3; Sal 147:8; Mat 5:45; Hch 14:17), y nos guarda (lit. reserva para nosotros) los tiempos (lit. las semanas) que fijan la siega, es decir, «preserva el período de la cosecha (hacia la última parte de abril y el mes de mayo) como estación seca, puesto que la lluvia en ese tiempo dañaría a las mieses» (Freedman). En los frutos de la recolección hay que reconocer el poder, la bondad y la fidelidad de Dios, pues todos esos frutos vienen de Él (Stg 1:17). Hay, pues, también buen motivo para temer a Dios, para mantenernos en su amor.

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