Lucas 5:12 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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I. La curación de un leproso (vv. Luc 5:12-14). Tenemos este relato también en Mateo y Marcos. Aquí se dice que sucedió «estando Él en una de las ciudades» (v. Luc 5:12). Sabemos que ocurrió en Capernaúm. Y se añade aquí que este hombre estaba «lleno de lepra», es decir, sin parte sana en todo su cuerpo. Aprendamos de aquí:

1. Lo que hemos de hacer con respecto a nuestra lepra espiritual: Buscar a Jesús y humillarnos ante Él, como este leproso, quien, «cuando vio a Jesús, cayó rostro en tierra». Debemos avergonzarnos de nuestros pecados y no osar levantar nuestro rostro ante el Señor. Debemos anhelar ser limpios y creer firmemente que Jesús tiene poder para limpiarnos: Señor, tú puedes limpiarme, aunque estoy lleno de lepra; no hemos de dudar de los méritos y de la gracia de Cristo, sino importunarle en oración, como aquel leproso, y apelar a la buena voluntad de Jesús: «Señor si quieres puedes limpiarme». No es el lenguaje de la desconfianza en la buena voluntad del Señor, sino de sumisión a la soberana voluntad del Señor.

2. Lo que hemos de esperar de Cristo, si apelamos a Él de esa manera. Veremos cuán solícito está de interesarse en nuestro caso: «Él extendió la mano y le tocó» (v. Luc 5:13). Tocar al leproso fue una maravillosa condescendencia; pero es todavía más admirable cuando Él mismo es tocado de compasión por nuestras debilidades (Heb 4:15). Gran consuelo es saber que de ningún modo echa fuera a quienes a Él acuden (Jua 6:37). En Él encontraremos al todosuficiente y al todopoderoso para curarnos y limpiarnos, aunque estemos llenos de lepra espiritual de pies a cabeza: «Y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de TODO Pecado» (1Jn 1:7). «Y al instante se marchó de él la lepra» (v. Luc 5:13). Una palabra, un toque, y curación completa.

3. Lo que Jesús demanda de quienes han sido limpiados (v. Luc 5:14): Obediencia y gratitud. No debía decir nada a nadie, por razones que ya hemos expuesto en otros lugares (peligro de que tomaran a Jesús por un Mesías político, etc.), y hacer la ofrenda prescrita por la Ley para estos casos (Lev 14:1.). Jesucristo no le cobra nada por la medicación, sino que le ordena mostrarse al sacerdote y hacer la ofrenda por su purificación (v. Luc 5:14). También nosotros hemos de ser diligentes en cumplir con nuestro deber: «ir al sacerdote» (Heb 4:14-16; Heb 7:24-27). Al enfermo a quien había sanado en la piscina de Betesda, «Jesús le halló en el templo» (Jua 5:14). Quienes, por alguna enfermedad, se hayan visto impedidos de asistir a las sagradas ordenanzas, deben asistir a ellas con renovada diligencia, una vez que se vean libres de su dolencia.

4. A continuación, vemos un ejemplo más de la servicialidad del Señor a favor de cuantos acudían a Él, así como de su íntima comunión con el Padre:

(A) Aunque nadie tuvo tanto contentamiento en estar a solas con Dios como Cristo, nadie, sin embargo, estuvo tan dispuesto como Él a enseñar y sanar a las multitudes (v. Luc 5:15). Aunque ordenó al recién curado leproso «que no se lo dijera a nadie» (v. Luc 5:14) el hecho no pudo quedar oculto, y «su fama se difundía aún más» (v. Luc 5:15), pues el honor es como la sombra, que huye de quien la persigue y no se desprende de quien la declina. Cuanto menos diga uno de sí mismo, más dirán los otros de él. Pero a Cristo no le satisfacía la fama, sino el que «grandes multitudes se reunían para escucharle y ser sanadas» por Él (v. Luc 5:15).

(B) Aunque nadie hizo tanto bien en público como Jesús, nadie, sin embargo, encontró tanto tiempo como Él para retirarse a una comunión más íntima con el Padre: «Él, por su parte, se retiraba con frecuencia a los lugares solitarios para orar» (v. Luc 5:16). Del mismo modo, seremos sabios y prudentes si organizamos nuestras ocupaciones de tal manera, que los quehaceres ordinarios y las devociones espirituales no se interfieran mutuamente. La oración privada debe hacerse en privado, y quienes están ocupados entera o principalmente en el ministerio del Señor deben buscar el rostro del Señor en oración de modo especial.

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