Proverbios 7:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Para corroborar la advertencia que ha dado contra el pecado de la impureza, Salomón narra el caso de un joven arruinado por la seducción de una mala mujer. Los actuales medios de comunicación presentarían este caso como a propósito para una buena novela o película, pero la Palabra de Dios lo presenta como un caso digno de la mayor lástima. Salomón era un magistrado y, como tal, inspeccionaba la conducta de sus súbditos, pero aquí escribe como profeta en el oficio de centinela, a fin de avisar a todos acerca de las maquinaciones de Satanás.

1. La persona tentada fue un joven (v. Pro 7:7). Las pasiones carnales son llamadas «pasiones juveniles» (2Ti 2:22). Por eso, los jóvenes deben redoblar sus resoluciones contra este pecado. Era un joven «falto de entendimiento», sin norma, sin brújula, sin rumbo. El texto (vv. Pro 7:8, Pro 7:9) da a entender que el joven caminaba intencionadamente en dirección a la casa de la mala mujer: «iba camino de la casa de ella» (v. Pro 7:8), en la negrura de la noche y en la oscuridad (v. Pro 7:9. Lit.). En lugar de volverse a su casa al hacerse de noche, se expone a sí mismo a la tentación. Sin duda, era un holgazán (comp. Eze 16:49) y, en contra del aviso de Pro 5:8, fue a pasar junto a la esquina de la calle donde ella vivía (v. Pro 7:8).

2. La persona tentadora no era una prostituta vulgar, sino una mujer casada (v. Pro 7:19), de la que no podía esperarse tal conducta. Se aprovecha de la ausencia de su marido para ponerse atavío de ramera (v. Pro 7:10) y echar mano de todas las malas artes de seducción. Era bullanguera (v. Pro 7:11), esto es, alborotadora y falta de la seriedad y compostura de toda buena mujer, y rebelde, refractaria al yugo, indómita (el vocablo usado es el mismo de Ose 4:16). «Sus pies no pueden parar en casa, etc.» (vv. Pro 7:11, Pro 7:12) nos hace pensar en 1Ti 5:13, aunque el caso de esta adúltera es mucho más grave, pues acecha por todas las esquinas en busca de presa. La virtud es una penitencia para las que tienen por prisión el hogar.

3. El encuentro con el joven (vv. Pro 7:13.). Quizá le conocía ya; o, por su porte y figura, pensó que era presa codiciable. Nótese con qué desvergüenza le agarró y besó contra las reglas de la modestia en tiempos en que las caricias al sexo opuesto en la vía pública eran tenidas por inmorales. No sólo le invita a su casa, sino también a su cama (vv. Pro 7:16-18). Para mejor cazarlo, véase qué buena carne pone en el anzuelo. Ha ofrecido sacrificios de paz, cuya carne había de ser comida por el oferente (Lev 7:15), y así, al tener gran provisión de carne en casa, pensó que era excelente ocasión para compartirla con un invitado. Esa es la fuerza del «por tanto» con que comienza el versículo Pro 7:15. Con este banquete sacrificial, (A) el joven podía dar por bien empleado el dinero que diese a la mujer por sus favores; (B) Podía tener tranquila la conciencia, pues ella era persona religiosa, que había pagado sus votos a Jehová (v. Pro 7:14). Es una pena que tal alarde de piedad venga a ser una cubierta para la iniquidad. Los que la hubiesen visto en el templo no se figurarían que esa mujer fuese de tal calaña. También los fariseos hacían largas oraciones, para mejor poder así continuar con su codicia y sus malignos planes. La mayor porción de la carne de los sacrificios de paz era entregada a quienes habían presentado el sacrificio, para que la comieran con sus amigos (Lev 7:15). (C) Hace como que le tiene mayor afecto que a ningún otro hombre y, por eso, ha salido a encontrarle, precisamente a él (v. Pro 7:15). Se sentarán a comer y beber, para dar después rienda suelta a su lujuria. La cama estaba bien preparada y perfumada (vv. Pro 7:16, Pro 7:17). Llama «amores» a lo que no es más que pasión carnal; ¡así se mancha con tanta frecuencia el nombre con que se define al mismo Dios (1Jn 4:8, 1Jn 4:16)! El verdadero amor viene del Cielo (1Jn 3:1). (D) Al joven le puede quedar aún el temor al marido, pero ella se lo acalla prontamente (vv. Pro 7:19, Pro 7:20): «¡No tengas miedo! Mi marido no está en casa» ¿Y qué pasará si vuelve inesperadamente?, pudo preguntar el joven. «¡Oh, no!, responde ella; se ha ido a un largo viaje y no puede regresar de súbito; ha señalado el día de su vuelta: hasta la luna llena no volverá a casa, y nunca cambia las fechas de sus idas y venidas; además, se llevó la bolsa de dinero ya fuese para comprar o para jolgorio ; no volverá hasta que lo haya gastado.» Parece insinuar que es un mal marido y, por tanto, bien se merece que ella no le guarde fidelidad. Esta excusa nunca es válida.

4. Al prometer al joven toda clase de placeres y asegurarle la impunidad, lo rindió (v. Pro 7:21) como a una plaza fuerte mal guarnecida. Por lo que se ve, el joven, aunque insensato, no era mal intencionado; de lo contrario, no habría tenido ella necesidad de emplear tanta zalamería. Pera sus corrupciones prevalecieron contra sus convicciones; en lugar de hacerse el sordo a los cantos de sirena, se rindió. ¡Con qué compasión describe Salomón el caso de este pobre joven, rendido por las malas artes de esta mala mujer! Va desarmado, no lleva coraza ni sabe lo que le espera, hasta que la saeta le traspasa el corazón (v. Pro 7:23). Alegre y confiado se ha entregado al adulterio como va el buey al degolladero (v. Pro 7:22).

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