Romanos 5:6 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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El apóstol describe ahora la fuente y el fundamento de la justificación: La muerte y resurrección del Señor Jesucristo, por medio de quien hemos adquirido la reconciliación con Dios. Veamos:

1. La situación en que nos hallábamos cuando Cristo murió por nosotros (vv. Rom 5:6-10): (A) Éramos débiles (v. Rom 5:6), sin fuerza, impotentes para salir del estado en que nos encontrábamos, cuando, a su debido tiempo (lit. conforme a la sazón; comp. con Mar 1:15; Gál 4:4), en el tiempo determinado por Dios desde la eternidad (1Pe 1:20), Cristo murió por los impíos. (B) Eramos, pues, impíos; no sólo débiles, incapaces de salvación por nosotros mismos, sino malvados, culpables, pecadores, como explícitamente dice el apóstol (v. Rom 5:8), merecedores de condenación eterna. (C) Éramos enemigos (v. Rom 5:10); no sólo malvados, sino rebeldes que no buscábamos, ni queríamos, reconciliarnos con Dios. Fue Dios quien inició la reconciliación (v. Rom 5:10; 2Co 5:19).

2. La grandeza del amor de Dios hacia nosotros, al enviar a su Hijo Unigénito a morir por nosotros, se pone de relieve cuando se compara el amor de Dios con el de los hombres: (A) «Apenas morirá alguien por un justo» (v. Rom 5:7), es decir, por alguien que haya sido condenado injustamente. Quizás haya muchos que tengan compasión de él, pero es muy difícil que alguien quiera ponerse en su lugar. Pero en el Calvario, padeció … el justo por los injustos (1Pe 3:18). (B) «Aunque por un hombre de bien tal vez haya quien hasta se anime a dar la vida» (v. Rom 5:7. NVI). Un hombre de bien sería, en este contexto, algo más que un justo. Hay muchos que son justos, es decir, buenos en sí mismos, pero que no se distinguen por los favores que dispensan a otros. Sin embargo, la propia construcción gramatical da a entender que el apóstol matiza su afirmación anterior y habla de la misma persona, sin distinguir al «justo» del «bueno»; así lo interpretan los mejores exegetas. En todo caso, cuando Cristo murió por nosotros, no éramos ni justos, ni buenos ni amigos.

3. Los preciosos frutos de la muerte de Cristo:

(A) Una vez que hemos sido justificados en su sangre, mediante la propiciación ofrecida por el derramamiento de la sangre de Cristo (Rom 3:25), estamos ya libres de la ira de Dios (comp. con Rom 1:18; 1Ts 1:10). Dios está aplacado con nosotros. ¡Qué mejor cosa que tener por Padre al Juez!

(B) Una vez que hemos sido reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo (v. Rom 5:10), seremos salvos por su vida. Tres cosas son de notar aquí: (a) No es Dios el que se reconcilia, sino, en principio, el mundo pecador es puesto en situación virtual de reconciliación con Dios (v. 2Co 5:19). (b) Ser salvos tiene aquí un sentido escatológico (comp. con «la ira» del v. Rom 5:9 y véase Heb 9:18): es la consumación de la salvación iniciada en la justificación. (c) «Por su vida» no significa la vida terrenal del Señor, sino la vida del Jesús resucitado (Rom 4:25), convertido en «espíritu vivificante». Reconciliados por el Cristo humillado, somos salvos por el Cristo exaltado.

(C) Esta esperanza en la salvación consumada es, según Pablo, un motivo especial de gozo y de gloria (v. Rom 5:11) en Dios mediante nuestro Señor Jesucristo. Para un lector superficial, este versículo Rom 5:11 parecería un «anticlímax», es decir, un descenso, después de las elevaciones señaladas en los versículos anteriores; pero la razón por la que, en realidad, no es un anticlímax, no es «porque Pablo ve en la adoración la cima de la vida espiritual del creyente» (Trenchard), sino, en opinión del traductor, porque el énfasis del versículo está en ese «ahora». Los versículos Rom 5:9 y Rom 5:10 apuntaban a una gloria de Dios que se ha de obtener en la consumación escatológica, pero Pablo declara en el versículo Rom 5:11 que ya ahora podemos gloriarnos en Dios, puesto que ya ahora hemos recibido la reconciliación: la reconciliación que Dios proveyó en el Calvario, es ya nuestra; se nos ha aplicado por fe, por medio de nuestro Señor Jesucristo, la misma reconciliación que, tambien por medio de Él, se obtuvo en el Calvario.

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