Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 116:10 | Comentario Bíblico Online
La Septuaginta (los LXX) y otras versiones antiguas (entre ellas, la Vulgata Latina) hacen de estos versículos un salmo aparte el 115 . Aquí el salmista hace profesión:
1. De su fe (v. Sal 116:10): «Mantuve mi fe, aun cuando decía: Estoy afligido en gran manera». El apóstol cita, en 2Co 4:13, la primera parte de este versículo, basado en los LXX, pero muy oportunamente, porque también él mantenía bien su fe en medio de las aflicciones a las que se refiere. El versículo Sal 116:11, cuya primera frase está tomada de Sal 31:22, da a entender que el salmista había sido presa del pánico (esto es lo que significa aquí «apresuramiento»), al faltarle el apoyo de quien más lo esperaba, por lo que, convencido de la futilidad de toda ayuda humana sentencia: «Todo hombre es mentiroso», es decir, falaz: no es fiable, su ayuda es vana (Sal 60:11, comp. con Jer 17:5). De aquí saca Pablo su frase de Rom 3:4, y a esta luz hay que entenderla.
2. De su gratitud (vv. Sal 116:12.). Dios le había colmado de favores y beneficios; más de los que había pedido y esperado cuando se veía afligido (v. Sal 116:10). Sabía que no podía dar a Dios nada que guardase alguna proporción con lo que de Él había recibido; por eso dice (v. Sal 116:12): «¿Qué pagaré, etc.?», como si dijese: «¿Cómo podré demostrar, con algo que le sea aceptable, que le estoy sumamente agradecido?»
(A) «La copa de salvación» (v. Sal 116:13) parece aludir a la ofrenda de libación que vemos en Núm 15:5, Núm 15:7, Núm 15:10, aunque también podría menos probablemente aludir a la del sacrificio pascual, memorial de la salvación de Egipto. Esto es lo primero que ofrece en agradecimiento por el gran beneficio que Dios le ha concedido. También nosotros hemos de levantar la copa de salvación, pues Dios nos ha librado de la muerte eterna, gracias a la copa de aflicción (Jua 18:11), que Cristo bebió por nosotros, y así hemos de invocar el nombre de Jehová (v. Sal 116:13), es decir, proclamar que Él es nuestro Salvador.
(B) A continuación (v. Sal 116:14, repetido en v. Sal 116:18, y comp. con Sal 22:17), promete cumplir a Jehová los votos que hizo cuando se halló en extremo peligro, y lo hará delante de todo su pueblo para testificar públicamente que le debe la vida a Dios. El versículo Sal 116:15 se entiende bien en este contexto, a la luz de Sal 72:14. El sentido no es que a Dios le agrada, sino que le duele (le pone gran precio) la muerte de sus piadosos, por lo cual se apresura a librarles de ella, pues no quiere ponerla de balde en manos de sus enemigos.
(C) Para el futuro, y animado por la experiencia del pasado, apela a su continua dependencia de Dios (v. Sal 116:16), con acentos parecidos a los de Sal 86:16. Compárese la segunda parte del versículo con el versículo Sal 116:3, para entender lo de las «ligaduras» (el verbo «soltar» está en perfecto, es decir, pretérito). De dos maneras se hace el hombre «siervo de Dios»: (a) Por nacimiento («Soy hijo de tu sierva», nacido en tu casa); gran beneficio es haber nacido de padres cristianos. (b) Por redención, esto es, por compra personal: «Señor, tú has soltado mis ligaduras; así que soy tu siervo, tanto para servirte como para ser protegido por ti; las ligaduras que me has soltado me ligarán a ti más fuertemente».
(D) Finalmente (vv. Sal 116:17-19), promete ofrecer a Dios sacrificio de acción de gracias (lit.), conforme se describe en Lev 7:11 y siguientes y según la exhortación del Sal 107:22. Como en el versículo Sal 116:13, lo hará invocando el nombre de Jehová, esto es, proclamará públicamente que Dios es su Salvador de los peligros y apuros en que se ha encontrado, en los atrios del templo, a los que tenían acceso todos los israelitas, pues sólo los sacerdotes podían entrar en el santuario propiamente dicho, en medio de ti (como centro religioso, más bien que geográfico), oh Jerusalén. Así tratará de dar mayor prestigio a la verdadera devoción.
