Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 118:1 | Comentario Bíblico Online
Claramente se echa de ver aquí que el salmista tenía el corazón lleno de la bondad de Dios.
1. Celebra la misericordia de Dios en general y llama a otros para que hagan lo mismo (v. Sal 118:1). Sacerdotes y pueblo, judíos y prosélitos (vv. Sal 118:2-4, comp. con Sal 115:9-13), deben todos reconocer la bondad de Dios y unirse en un solo cántico de acción de gracias a Él; si no dicen más, que digan al menos que para siempre es su misericordia, pues la han experimentado.
2. Guarda un registro en particular de los distintos favores que Dios le ha otorgado.
(A) El salmista había pasado recientemente por un período de gran dificultad, lo que le había proporcionado mucha experiencia de la bondad de Dios. Hay muchos que, cuando han encontrado alivio, no se preocupan de hablar de las depresiones anteriores, pero el salmista aprovecha todas las ocasiones de recordar su estado anterior: (a) Había estado en angustia (v. Sal 118:5, comp. con Sal 116:3, Sal 116:4), y (b) había muchos que le aborrecían (v. Sal 118:7), y esto no podía menos de entristecer a quien era de espíritu generoso y procuraba ganarse el afecto de todos.
(B) Todas las naciones le rodearon (v. Sal 118:10), refiriéndose quizás a los árabes, amonitas, filisteos, samaritanos, etc. (v. Neh 4:1). Por algún tiempo, parecía que iban a prevalecer contra él, pues le rodeaban como abejas (v. Sal 118:12, comp. con Deu 1:44). De dos maneras se había visto en angustia: (a) Por las injurias que los hombres le habían causado (v. Sal 118:13): Me empujaste con violencia para que cayese». (b) Por las aflicciones que Dios le enviaba (v. Sal 118:18): «Me castigó gravemente Yah». Los hombres le empujaban para destruirle; Dios le castigaba para instruirle, como Padre.
(C) Dios escuchó su oración (v. Sal 118:5): «Y me respondió Yah, poniéndome en lugar espacioso», es decir, en un lugar en que podía moverse con toda libertad. Aunque se habían enardecido contra él sus enemigos, su furor era como fuego de espinos que, de momento, produce gran llama y hace mucho ruido, pero enseguida se apaga, y no deja sino cenizas.
(D) Dios le había preservado la vida cuando estuvo a las puertas de la muerte (v. Sal 118:18): «Me castigó gravemente Yah, pero no me entregó a la muerte, pues no permitió que cayera en manos de mis enemigos». Así que, por su propia experiencia, puede decir (vv. Sal 118:8, Sal 118:9, comp. con Neh 2:7.): «Mejor es confiar en Jehová que confiar en el hombre … y en príncipes». No tenía por qué temer, pues Jehová estaba de su parte y con él (vv. Sal 118:6, Sal 118:7). Si Dios es nuestra fuerza, también debe ser nuestro cántico si Él obra siempre a favor nuestro, también ha de tener toda nuestra alabanza y gratitud. No sólo es nuestro Salvador, sino también nuestra salvación (v. Sal 118:14, con Éxo 15:2).
(E) Canta victoria, seguro de que Dios continuará dándole consuelo, victoria y vida: (A) Consuelo, pues dice (v. Sal 118:15): «Voz de júbilo y de salvación hay en las tiendas de los justos». Las moradas de los justos, aun cuando sólo sean tiendas de campaña, pequeñas y transportables, ya que en este mundo no tienen ciudad permanente (Heb 13:14), les resultan más cómodas que los palacios de los malvados, porque en ellas hay salvación, motivo de júbilo por esa salvación, y voz de júbilo, que es ya una expresión de gratitud por esa salvación. (B) Victoria (v. Sal 118:15): «La diestra de Jehová hace valentías» (lit.), frase que se repite a la letra en el versículo Sal 118:16. (C) Vida, pues dice (v. Sal 118:17): «No moriré, sino que viviré, libre de las manos de mis enemigos que tratan de matarme, y declararé las obras de Yah; viviré para ser monumento del poder y del amor de Dios; sus obras serán declaradas en mí y por mí; el negocio principal de mi vida será alabar y enaltecer a Dios».
