Salmos 141:5 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 141:5 | Comentario Bíblico Online

1. El salmista desea ahora que le corrijan sus defectos, pero que lo haga una persona buena y con amor. El versículo Sal 141:5 es sumamente difícil. La traducción más aceptable en opinión del traductor es la que ofrece Kirkpatrick, muy afín a la de la Reina-Valera 1977: «Que me hiera el justo (será) un favor. Y que me reprenda; será como aceite para mi cabeza; no lo rehúse mi cabeza; pero todavía (sea) mi oración contra sus maldades». El sentido está claro, a pesar de las dificultades gramaticales que presenta el original. Vemos aquí un eco de Pro 27:6: «Fieles son las heridas del que ama». El aceite ilumina y refrigera el rostro (Sal 104:15) y sirve para curar esas mismas heridas que el amor produce. Es el pecado, no la corrección, lo que quebranta los huesos (Sal 51:8).

2. El salmista abriga la esperanza de que sus perseguidores llegarán a comprender un día (vv. Sal 141:6, Sal 141:7) que lo que él decía era para su bien. El salmista menciona «jueces» porque entre sus perseguidores había magistrados perversos. Cohen sugiere la siguiente traducción del v. Sal 141:6: «Cuando sus jueces sean despeñados (comp. con 2Cr 25:12), oirán (es decir, comprenderán) mis palabras, que son suaves», esto es, dichas con sinceridad y amor. El versículo Sal 141:7 le resulta «enigmático» al doctor Cohen nota del traductor y carece ciertamente de sentido en la mayoría de las versiones, por no prestar atención a la observación de Bullinger de que aquí nos hallamos ante uno de los muchos casos de elipsis. Al final del versículo Sal 141:6 es menester suplir el verbo «Dirán», con lo que el versículo Sal 141:7 refiere palabras de los que están a punto de ser despeñados. Con ese verbo por delante, el versículo Sal 141:7 dice así literalmente: «Como quien surca y hiende en la tierra, son esparcidos nuestros huesos a la boca del Seol», es decir, del sepulcro.

3. El salmista renueva su oración de petición de auxilio (vv. Sal 141:8-10). Sus ojos están fijos en Dios (comp. con Sal 25:15), pues de Él espera el alivio, ya que en Él ha puesto su confianza, y añade: «No derrames (lit.) mi alma, esto es, no quites de mi cuerpo la vida que está en la sangre» (Lev 17:11). Concluye con la petición de que le guarde de las trampas que le han tendido sus enemigos y que caigan ellos mismos en esas trampas, mientras él escapa (lit. pasa) a salvo y con seguridad.

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