Salmos 16:8 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Estos versículos fueron citados por el Apóstol Pedro en su primer sermón el día de Pentecostés, en que fue derramado el Espíritu Santo sobre todos los ocupantes del Aposento Alto (Hch 2:25-28); expresamente dijo que aquí habla David de Cristo y, en particular, de su resurrección de entre los muertos. En alas del espíritu de profecía, el rey cantor y profeta fue llevado más allá de la consideración de su propio caso, a fin de predecir la gloria del Mesías. El Nuevo Testamento nos provee de una llave para introducirnos en el misterio de estas líneas.

1. Estos versículos han de aplicarse con toda certeza a Cristo; de Él habla aquí el rey-profeta, como lo hicieron muchos otros profetas del Antiguo Testamento, anunciando de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos (1Pe 1:11). David predice aquí:

(A) Que Cristo había de sufrir y morir. Al decir (v. Sal 16:9) «Mi carne … reposará confiadamente», especialmente a la vista del contexto posterior (v. Sal 16:10), se insinúa que ha de dejar el cuerpo, no sólo que ha de morir, sino también que ha de ser sepultado y permanecer por algún tiempo en las garras de la muerte.

(B) Que había de ser apoyado maravillosamente por el poder divino (comp. con Heb 9:14; Heb 12:2) en sus sufrimientos y en su muerte, hasta poder asegurar (Jua 19:30): «Consumado está». Dice (v. Sal 16:9): «Se alegró, por tanto, mi corazón y se gozó mi gloria (lit.)», es decir, su lengua, como se ve, no sólo por comparación con Sal 30:12 donde sale el mismo vocablo, sino también por Hch 2:26. (Nota del traductor: Sin duda, se llama «gloria» a la lengua por metonimia, ya que con ella glorificamos a Dios. Me resulta extraño que las versiones católicas modernas, como la de los jesuitas Arconada , la Nueva Biblia Española y la Biblia de Jerusalén, traduzcan contra las evidencias señaladas «entrañas», lit. «hígado», en hebreo kabed, y corrijan así innecesariamente el texto masorético, que dice kabod = gloria.) Ahora bien, tres eran las cosas que sostuvieron a Cristo para que llevase a cabo gozosamente la obra de la redención:

(a) El respeto que tenía a la voluntad y a la gloria del Padre en todo lo que llevó a cabo (v. Sal 16:8): «A Jehová he puesto siempre delante de mí».

(b) La seguridad que tenía de la presencia de su Padre en medio de sus padecimientos (v. Sal 16:8): «Porque está a mi diestra, no seré zarandeado». Como si dijese: «Está presente para ayudarme, al alcance de la mano en tiempo de necesidad».

(c) La perspectiva de un glorioso resultado de sus padecimientos (Isa 53:11; Flp 2:9-11; Heb 12:2). El Espíritu Santo le infundió el valor necesario para soportar el tormento y el vituperio de la Cruz «por el gozo puesto delante de sí». Así descansó con esperanza, y eso tornó glorioso su descanso (comp. Isa 11:10; Jua 13:31, Jua 13:32).

(C) Que había de ser librado a través de sus padecimientos y rescatado, mediante la resurrección, de los poderes de la muerte (v. Sal 16:10): «Porque no dejarás mi alma en el Seol, ni permitirás que tu santo vea corrupción» (v. el comentario en preparación a Hch 2:24, y la nota marginal en la Reina-Valera 1977. Nota del traductor).

(D) Que habría de ser abundantemente recompensado por sus grandes padecimientos (v. Sal 16:11): «Me mostrarás la senda de la vida», es decir, me llevarás a la resurrección a través del oscuro valle de la muerte. Por la confianza que tenía en esto, pudo decir antes de expirar: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Luc 23:46).

2. Al ser Cristo la Cabeza del cuerpo que es la Iglesia (Col 1:24), estos versículos pueden aplicarse, en su mayor parte, a todos los verdaderos creyentes, quienes están animados y guiados por el Espíritu de Cristo; y, al leerlos o cantarlos, podemos animarnos y edificarnos a nosotros mismos y unos a otros, después de haber dado a Cristo la gloria que se le debe. El creyente moribundo, lo mismo que el moribundo Cristo, puede dejar gozosamente el cuerpo, en la confiada expectación de una segura resurrección: «Mi carne también reposará confiadamente».

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