Salmos 18:29 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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1. David vuelve la vista atrás con gratitud para recordar las grandes cosas que Dios había hecho por él. Cuando nos ponemos a alabar a Dios por algún favor, hemos de aprovechar la ocasión para considerar los muchos otros favores con que Dios nos ha rodeado durante toda nuestra vida. Muchas eran las circunstancias que habían contribuido al progreso de David, y él reconoce la mano de Dios en todas ellas a fin de enseñarnos a que hagamos lo mismo. (A) Dios le había dado pericia y talento en los asuntos militares, para los que no había sido criado, ya que su vida era pastoril, y sus habilidades e inclinaciones estaban orientadas hacia la poesía, la música y la vida contemplativa (v. Sal 18:34): «Quien adiestra mis manos para la batalla». (B) Dios le había dado fuerzas físicas para arrostrar las tareas y fatigas de la guerra (vv. Sal 18:32, Sal 18:39): «Dios es el que me ciñe de poder», «me ceñiste de fuerzas para la pelea», de forma que podía entesar bien un arco de bronce (v. Sal 18:34). Cuando Dios destina a una persona para un servicio determinado, también la equipa bien para dicho servicio. (C) También le había concedido Dios gran agilidad, no para huir de sus enemigos, sino para caer sobre ellos (vv. Sal 18:33, Sal 18:36): «Quien hace mis pies como de ciervas» «Ensanchaste el camino debajo de mis pasos», equivalente a «Alargaste mis pasos debajo de mí», en lo que es de considerar que, mientras que los que alargan demasiado los pasos corren el peligro de pisar mal, los pies de David no habían resbalado (v. Sal 18:36). (D) Dios le había dado gran valentía. Aunque delante de él acampasen ejércitos, no se echaba para atrás, sino que los desbarataba; ni los muros le detenían, pues con su Dios estaba dispuesto a asaltarlos (v. Sal 18:29); y, una vez en lo alto, Dios le sostenía en pie (v. Sal 18:33). (E) Dios le había protegido y guardado a salvo en medio de los mayores peligros (v. Sal 18:35): «Me diste asimismo el escudo de tu salvación». Así fue librado de las contiendas del pueblo (v. Sal 18:43) y en especial del varón violento (v. Sal 18:48) en el que aludía sin duda a Saúl, que más de una vez le arrojó la jabalina. (F) Dios le había prosperado en todas sus cosas (vv. Sal 18:32, Sal 18:35): «Quien hace perfecto mi camino», «Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido». Mientras que los que son abandonados por Dios, pronto son vencidos (v. Sal 18:42), los que son favorecidos por Dios, son elevados por encima de los que se levantan contra ellos (v. Sal 18:48). (G) Dios le había llevado hasta el trono, y no sólo le había protegido y le había conservado con vida, sino que le había hecho grande y respetable (v. Sal 18:43): «Me has hecho cabeza de naciones; pueblo que yo no conocía me sirve».

2. David dirige también sus ojos hacia arriba en humilde y reverente adoración a la gloria y a las perfecciones de Dios. Se esfuerza, en sus alabanzas, por engrandecer a Dios, por bendecirle y exaltarle (v. Sal 18:46). Le da honor. (A) Como al Dios viviente (v. Sal 18:46): «Vive-Jehová» (traducción más probable). Los dioses de los paganos eran dioses muertos, pero el Dios verdadero vive para siempre y no dejará de proteger a quienes confían en Él; más aún, porque Él vive, también ellos vivirán, pues Él es la vida de ellos. (B) Como al Dios perfecto en todo. No sólo es perfecto en su persona, sino también en todo lo que hace (v. Sal 18:30): «En cuanto a Dios, perfecto es su camino». Lo que Dios comienza a edificar, también tiene poder para concluir (Flp 1:6). (C) Como al Dios fiel: «Y acrisolada la palabra de Jehová» (v. Sal 18:30), esto es, sus promesas se cumplen plena y puntualmente (comp. Sal 12:7; Sal 19:8; Sal 119:140). David lo había experimentado bien en muchas ocasiones y lo menciona aquí, pues lo mismo que ponía dulzura en la Providencia, ponía honor en la promesa. (D) Como al protector y defensor de su pueblo. Así lo había sido para David mismo (v. Sal 18:46): «¡Bendita sea mi roca, y enaltecido sea el Dios de mi salvación! Con su poder y gracia soy salvo; pero no sólo yo: Escudo es a todos los que en Él se refugian (v. Sal 18:30. lit.); a todos los resguarda y protege, pues quiere y puede hacerlo».

3. David mira asimismo hacia delante con esperanza segura de que Dios seguirá haciéndole bien. Espera que sus enemigos serán completamente subyugados (v. Sal 18:44, donde los verbos hebreos están en imperfecto futuro , pero su mejor traducción es en presente continuativo. Nota del traductor). David termina el salmo lleno de agradecimiento (v. Sal 18:49), con la esperanza segura de que las victorias que le concede a él y las bendiciones que le otorga se extenderán también a su descendencia para siempre (v. Sal 18:50), incluido el Ungido por antonomasia, el «Hijo de David». Dice Arconada «El final del salmo hace ver que en el ánimo agradecido del poeta estaba presente la profecía de Natán, cuyas mismas palabras emplea (2Sa 7:15-16)».

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