Salmos 40:11 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 40:11 | Comentario Bíblico Online

Después de haber meditado sobre la obra de la redención y hablado de ella en la persona del Mesías, el salmista habla ahora en su propio nombre.

1. Esto puede animarnos a suplicar el favor de Dios y a ponernos bajo la protección de su gracia (v. Sal 40:11): «Jehová, Tú que no escatimaste a tu propio Hijo (Rom 8:32), no retengas, no escatimes tu compasión (lit.) hacia mí, porque ¿no nos darás también con Él todas las cosas? Tu misericordia y tu verdad me guarden (es decir, me preserven) siempre».

2. También nos puede animar, con respecto a nuestros pecados, el que Jesucristo, mediante la obra de la cruz, nos haya descargado de ellos (2Co 5:19), cosa que ni sacrificios ni ofrendas podían hacer. El salmista ve en sus pecados males, los peores males, y en mayor número que los cabellos de su cabeza (v. Sal 40:12). La vista de sus pecados le oprimía de tal forma que le debilitaba los ojos y el corazón: «no puedo levantar la vista … y mi corazón me falla», dice literalmente. Con qué acentos tan apasionados clama (v. Sal 40:13): «Dígnate, oh Jehová, librarme». En casos de esta naturaleza, cuando se juega el destino de un alma inmortal, toda tardanza es peligrosa; por eso, añade: «Jehová, apresúrate a socorrerme».

3. Asimismo puede animarnos a confiar en la victoria sobre nuestros enemigos espirituales, quienes buscan la destrucción de nuestra alma (v. Sal 40:14) aun cuando el salmista se refiere al peligro de su vida . Si Cristo ha triunfado sobre ellos, seremos por medio de Él más que vencedores. Con esta fe, podemos orar, como David, con humilde osadía: «Sean avergonzados y confundidos a una … Vuelvan las espaldas y avergüéncense … (v. Sal 40:14) Queden consternados en pago de su afrenta» (v. Sal 40:15). Cuando un hijo de Dios es llevado hasta el borde mismo del pozo, Satanás grita: ¡Ja, ja!», y piensa que ya ha ganado la partida, pero queda consternado cuando ve un tizón arrebatado del incendio (Zac 3:2).

4. El salmista anima también a todos los que buscan a Dios a que se unan al gozo del que él disfruta y a las alabanzas que tributa a Jehová (v. Sal 40:16).

5. Finalmente, cuantos se hallan afligidos y necesitados a pesar de ser hijos de Dios, como David, pueden confiar en la ayuda y liberación que Dios presta sin falta a los suyos (v. Sal 40:17): «Aunque yo estoy afligido y necesitado, Jehová pensará en mí». De una Mente Eterna que, por ello está eternamente pensando en cada uno de nosotros, bien se puede esperar confiadamente la ayuda y la liberación que necesitemos.

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