Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 44:17 | Comentario Bíblico Online
Al verse en esta aflicción, opresión y afrenta, el pueblo de Dios se dirige ahora a Él,
1. En forma de apelación a su propia integridad, y alegan que, aunque habían sufrido tantas vejaciones, se habían mantenido fieles a su Dios y a su deber (v. Sal 44:17): «Todo esto nos ha sobrevenido, todo esto tan malo que ya no puede ser peor, y no nos habíamos olvidado de ti ni habíamos abandonado tu culto; y, aun cuando no podemos negar que hemos obrado neciamente, sin embargo no hemos obrado falsamente, no habíamos faltado a tu pacto ni seguido a otros dioses. El apuro en que se habían visto era terrible (v. Sal 44:19): «Para que nos quebrantases en el lugar de chacales, entre hombres peores que las mismas fieras (o, mejor, al convertir el país en lugar de desolación donde merodean las fieras), y nos cubrieses con sombra de muerte, esto es, con densas tinieblas (comp. con Sal 23:4). Pero, aunque nos has entregado al matadero, no se ha vuelto atrás nuestro corazón (v. Sal 44:18): no hemos apartado secretamente de ti nuestra devoción, ni se han apartado de tus caminos, de seguir tu ley nuestros pasos». Mientras nuestros apuros no nos aparten de nuestro deber para con Dios, no deberíamos permitir que nos apartasen de nuestro consuelo en Dios, pues Él no nos dejará si nosotros no le dejamos a Él. Y continúa el salmista en nombre de todo el pueblo (vv. Sal 44:20-22): «Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios bajo pretexto de que Él se había olvidado de nosotros, o, en nuestra aflicción, hubiésemos alzado nuestras manos hacia un dios ajeno, por ver si él nos ayudaba, ¿no demandaría Dios esto? Porque Él conoce los secretos del corazón. Al conocer incluso los pensamientos, ¿cómo no habría de pedirnos cuentas de ello?» Todas aquellas adversidades las habían sufrido, no sólo sin haber sido desleales con su Dios, sino precisamente por ser el pueblo de Dios, por ser leales a su Dios y a su ley (v. Sal 44:22): «Pero por tu causa nos matan cada día, porque somos tuyos, nos llamamos con tu nombre, invocamos tu nombre y no queremos servir a otros dioses».
2. En forma de petición, con referencia a la presente aflicción, de que Dios se digne salvarles: «Despierta … Despierta» (v. Sal 44:23); «Levántate, ven en nuestra ayuda» (v. Sal 44:26). Se habían quejado (v. Sal 44:12) de que Dios los había vendido; ahora (v. Sal 44:26) piden que Dios los rescate; pues de Dios no se puede apelar a nadie, sino a Él mismo. Se habían quejado (v. Sal 44:9): «nos has desechado», pero ahora piden (v. Sal 44:23): «no nos deseches para siempre». Las expresiones son conmovedoras: «¿Por qué duermes, Señor?» (v. Sal 44:23). El sentido es figurado, como en Sal 78:65: «Entonces despertó el Señor como si se hubiese dormido», pero es aplicable literalmente a Cristo (Mat 8:24), cuando estaba dormido en la barca mientras sus discípulos se amedrentaban bajo la tempestad, y le despertaron diciendo: «Señor, sálvanos, que perecemos». Su apelación está basada en la humillación que al presente sufren (v. Sal 44:25): «Porque nuestra alma está hundida en el polvo, nos sentimos humillados como no se puede estar más, nos vemos como gusanos miserables que se arrastran por el suelo, despreciados y despreciables, expuestos a las pisadas de nuestros enemigos; nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra, a merced del enemigo; somos incapaces de levantarnos por nosotros mismos, y de recobrarnos de nuestra aflicción. Rescátanos por tu amor compasivo».
