Salmos 62:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 62:1 | Comentario Bíblico Online

1. David profesa su dependencia de Dios, y sólo de Dios, para todo bien (v. Sal 62:1): «Solamente en Dios descansa (o espera en silencio) mi alma. Por muchas que sean las dificultades o los peligros que me salgan al encuentro, y aunque Dios esté enojado conmigo y sufra yo alguna decepción en las esperanzas que tengo puestas en Él, mi alma no obstante espera a Dios en silencio; no digo nada en contra de lo que Él hace, sino que aguardo tranquilamente lo que Él hará; yo sé que de Él viene mi salvación y, por tanto, aguardo pacientemente hasta que llegue lo que Él ha de hacer, pues su tiempo es el mejor tiempo».

2. El fundamento y el motivo de esta dependencia (v. Sal 62:2): «Solamente Él es mi roca y mi salvación; es mi torre alta» (lit.). Como si dijese: «Toda criatura es insuficiente; son nada sin Él; por tanto, miraré, por encima de ellas, hacia Él».

3. El provecho que saca de esta confianza en Dios: «Si Dios es mi fuerza y mi poderoso libertador, no resbalaré, no vacilaré, mucho; quizá sea sacudido, pero no seré hundido» (v. Sal 62:2). En poco tiene todos los intentos de sus enemigos: «¿Hasta cuándo, etc.?» (vv. Sal 62:3, Sal 62:4). Como si dijese: «¿Cuándo os convenceréis de vuestro error? ¿No se va a acabar nunca vuestra mala voluntad?» En el fondo de esta mala voluntad había envidia; les enojaba el que David prosperase y, por eso, intentaban obstaculizar su promoción y echaban mano de calumnias: «Aman la mentira; con su boca bendicen (me lisonjean en mi cara), pero maldicen en su corazón». Eran unos hipócritas. Es peligroso poner nuestra confianza en hombres tan falsos como éstos; pero Dios es fiel y David se anima a continuar esperando en Dios (vv. Sal 62:5-7): «Si Dios quiere salvar mi alma, puede hacer conmigo cuanto le plazca respecto a todo lo demás y yo me conformaré con lo que Él disponga, ya que sé que todo ha de redundar en mi salvación» (v. Flp 1:19). Repite (v. Sal 62:6) lo que había dicho de Dios (v. Sal 62:2), como quien tiene fijo el pensamiento en algo: «Solamente Él es mi roca y mi salvación; no resbalaré». Aquí ya no añade «mucho», porque, con esta confianza en Dios, sabe que no titubearán sus pies ni mucho ni poco. Y, de la misma forma que su fe va ganando grados, también su gozo en Dios aumenta hasta estallar en gritos de victoria (v. Sal 62:7): «En Dios está mi salvación y mi gloria, etcétera».

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