Salmos 66:13 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

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Después de haber exhortado a todos a bendecir a Dios, el salmista se exhorta ahora a sí mismo:

1. En sus devociones para con Dios (vv. Sal 66:13-15), (A) mediante sacrificios costosos (v. Sal 66:13): «Entraré en tu casa con holocaustos». Quiere que sus sacrificios sean ofrecidos en público y en el lugar destinado por Dios. Cristo es nuestro templo, al que hemos de llevar nuestros dones espirituales para que Él los santifique. Los sacrificios que el salmista promete son los mejores, los holocaustos, en los que la víctima era completamente consumida sobre el altar, y de los mejores animales (v. Sal 66:15), de animales engordados … con sahumerio de carneros; es decir, con el olor suave, agradable, del incienso añadido en la combustión del animal. El incienso simboliza aquí la intercesión de Cristo, sin la cual lo mejor y más engordado de nuestros sacrificios no sería aceptado por Dios. (B) Mediante el cumplimiento concienzudo de sus votos. Esta era la resolución del salmista (vv. Sal 66:13, Sal 66:14): «Te cumpliré mis votos, los que pronunciaron mis labios y profirió mi boca, cuando estaba angustiado» (nota del traductor: Hay quienes opinan que estas frases aluden a la enfermedad y recuperación del rey Ezequías).

2. En las declaraciones a sus amigos (v. Sal 66:16). Convoca a todos los temerosos de Dios a que vengan a escuchar el gran favor que Dios le ha dispensado: «Venid, oíd todos los que teméis a Dios, y contaré lo que ha hecho a mi alma», es decir, a mi vida cuando estaba en peligro. ¿Y qué es lo que Dios había hecho por su alma? (A) Le había infundido amor a la oración y, mediante su gracia, le había ensanchado el corazón para el ejercicio de ese deber (v. Sal 66:17): «A Él clamé con mi boca». Dios nos ha dado permiso y mandato para orar, así como ánimos y corazón parar orar. Al clamar a Dios, le enaltecemos de veras, pues se complace y se siente honrado con las humildes plegarias de los suyos. Al mismo tiempo que procuramos nuestro bienestar verdadero, estamos procurando su gloria (v. Sal 66:17): «Y fue ensalzado con mi lengua». El original dice literalmente: «Y había alta alabanza bajo mi lengua»; es decir, consideraba con mi mente cómo ensalzar y engrandecer su nombre. Cuando tenemos oración en la boca, debemos tener alabanza en el corazón. (B) Había operado en él un gran miedo al pecado como a un enemigo de la oración (v. Sal 66:18): «Si en mi corazón hubiese acariciado yo la iniquidad, el Señor no me habría escuchado»; esto es, «si yo hubiese amado el pecado y me hubiese permitido cometerlo, Dios no escucharía mi oración ni podría yo esperar respuesta de paz en ella». (C) Le había concedido benignamente respuesta de paz a sus oraciones (v. Sal 66:19). Al escuchar Dios su oración, le dio una señal de su favor. Por eso concluye (v. Sal 66:20): «Bendito sea Dios». Lo que obtenemos mediante la oración, hemos de llevarlo con alabanza y gratitud. Y para que nadie pensara que le fue otorgada la liberación en consideración a algún valor o mérito que tuviese su oración, lo atribuye todo a la misericordia de Dios, como si dijese: «No fue mi oración la que me obtuvo la liberación, sino la misericordia de Dios, que no me fue retirada».

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