Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 85:1 | Comentario Bíblico Online
Puesto aquí el pueblo de Dios en una condición muy baja y débil, se les enseña cómo deben dirigirse a Dios.
1. Deben reconocer con gratitud las grandes cosas que Dios ha hecho por ellos (vv. Sal 85:1-3). Dios se había mostrado propicio hacia el país al hacer volver a los cautivos (v. Sal 85:1) y no les había tratado según se merecían, sino que les había perdonado todos los pecados (v. Sal 85:2). El permitirles volver de la deportación era una señal del favor de Dios y de que estaba reconciliado con ellos. Dios había levantado (lit.) la iniquidad del pueblo, como quien quita de encima un peso intolerable, y había cubierto, ocultándolos de su vista, todos los pecados de ellos.
2. Se les enseña a pedir a Dios gracia y misericordia con respecto a la angustia presente; esto se infiere de lo anterior: «Tú has tratado bien a nuestros padres; trátanos bien a nosotros, pues somos los hijos del mismo pacto». (A) Piden que les restaure la gloria nacional que antes poseían (v. Sal 85:4): «Restáuranos (o, vuélvete a nosotros, o ambas cosas), oh Dios de nuestra salvación». (B) Piden que cesen las señales del desagrado de Dios: «Y haz cesar (lit. quiebra) tu ira de sobre nosotros». Nótese el orden: «Primero, restáuranos; después haz cesar tu ira de nosotros». (C) Piden que se manifieste la buena voluntad de Dios hacia ellos (v. Sal 85:7): «Muéstranos, Jehová, tu misericordia, tu amor misericordioso; haznos saber que nos amas y que tu amor es inagotable». (D) Piden que Dios complete la obra que ha comenzado: «Y danos tu salvación», es decir, haz que la restauración que has comenzado sea completa.
3. Se les enseña a que rueguen humildemente a Dios para que les alivie de las presentes angustias (vv. Sal 85:5, Sal 85:6): «¿Estarás enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira de generación en generación? No estuviste airado contra nuestros padres para siempre, sino que pronto te volviste del furor de tu ira; ¿por qué has de estar airado para siempre contra nosotros? ¿No volverás a darnos vida, esto es, a reavivarnos?» (Sal 80:18). Dios había otorgado un poco de vida en su servidumbre a los cautivos (Esd 9:8). El retorno de la cautividad había sido como una resurrección de entre los muertos (v. Eze 37:11-14). «Ahora, Señor vienen a decir ¿no nos reavivarás otra vez y alzarás otra vez tu mano (Is. 11:11; v. el comentario a dicho lugar) para recobrar el remanente?» (comp. Sal 126:1, Sal 126:4; Hab 3:2). Si Dios es la fuente de todos nuestros beneficios, también ha de ser el centro de todos nuestros gozos.
