Salmos 86:1 Explicación | Estudio | Comentario Bíblico de Matthew Henry

Estudio Bíblico | Explicación de Salmos 86:1 | Comentario Bíblico Online

1. Peticiones que el salmista hace a Dios. (A) Comienza y dice: «Inclina, Jehová, tu oído y escúchame» (v. Sal 86:1), con lo que pide audiencia benigna a sus peticiones. Bien se dice que Dios inclina su oído a nuestras oraciones, porque es una admirable condescendencia de Dios el que se digne tomar nota de criaturas tan miserables como nosotros, y de oraciones tan defectuosas como las nuestras. Como había dicho en Sal 25:1, también aquí (v. Sal 86:4) dice: «A ti, oh Señor, levanto mi alma». En toda oración, ha de elevarse el alma en alas de la fe y de santos deseos. (B) Pide que Dios le tome bajo su protección especial (v. Sal 86:2): «Guarda mi alma … salva a tu siervo, presérvame de todo peligro y, sobre todo, del gran mal del alma que es el pecado, y sálvame así». A todos los que Dios salva, también los preserva con su poder para la herencia celestial (1Pe 1:4, 1Pe 1:5). (C) Pide a Dios que le mire con ojos de piedad y compasión (v. Sal 86:3): «Otórgame tu favor, Señor (comp. Sal 57:1), porque a ti clamo todo el día» (lit.). (D) Pide a Dios consuelo interior (v. Sal 86:4): «Alegra el alma de tu siervo», y dame tu liberación (comp. Sal 90:15). Sólo Dios puede poner alegría en el corazón y hacer que se alegre el alma y, así como es deber de los que sirven a Dios servirle con alegría, así también es su privilegio ser llenos de todo gozo y paz en el creer (Rom 15:13) y en el orar con fe, ya que la oración es la nodriza del gozo espiritual.

2. Las apelaciones con que corrobora estas peticiones: (A) Apela a su íntima relación con Dios: «Tú eres mi Dios, a quien me he entregado y de quien dependo, pues soy tu siervo que en ti confía» (v. Sal 86:2). (B) Apela a la aflicción que padece (v. Sal 86:1): «Porque estoy afligido y menesteroso». (C) Apela a la buena voluntad de Dios hacia todos los que le buscan (vv. Sal 86:4, Sal 86:5): «A ti, Señor, levanto mi alma con deseo y expectación, porque tú, Señor, eres bueno y perdonador». (D) Apela a la buena obra de Dios en él (v. Sal 86:2): «Guarda mi alma, porque soy piadoso (hebreo, jasid». No lo dice con jactancia, sino con gratitud a Dios, que tiene especial providencia de quienes le aman (comp. con Isa 38:3; Rom 8:28). Es como si dijera: «Mira que soy piadoso y, sin embargo, estoy afligido y menesteroso. Pero (v. Sal 86:7), en el día de mi angustia te invoco, porque tú me respondes». Bien van las cosas cuando el día de la aflicción encuentra rodando las ruedas de la oración, pues nunca dan vueltas en vano.

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