Significado de COMERCIO Según La Biblia | Concepto y Definición

COMERCIO Significado Bíblico

¿Qué Es COMERCIO En La Biblia?

La actividad comercial en el antiguo Cercano Oriente adoptaba muchas formas. La economía se centraba en la agricultura, pero se producían algunos artículos manufacturados y se explotaban recursos naturales. Los artículos de granja, los productos y los recursos se tenían que transportar a los centros mercantiles y a otros países. El trueque y la compra y venta de artículos y servicios ocupaban un lugar prominente en la vida de las aldeas y los pueblos. Esto se demuestra por la gran cantidad de textos de economía que se descubrieron en excavaciones y la importancia que el texto bíblico le otorga al diálogo transaccional y al uso de escenarios comerciales a fin de enfatizar acontecimientos importantes.
Productos
Los campos irrigados de la Mesopotamia y Egipto, y las colinas en forma de terrazas de Palestina producían una variedad de productos agrícolas. La cebada y el trigo se trituraban, se aventaban, se tamizaban y se distribuían en la era (goren) para consumo local (Deu 15:14; Rut 3:15). El excedente se transportaba a los mercados regionales y a las ciudades importantes. El grano entero, la harina, el lino, las nueces, los dátiles, el aceite de oliva, los peces de la región de Galilea y una variedad de subproductos animales llegaban a todos los hogares y pagaban los impuestos que requería el gobierno. Reyes como Uzías (2Cr 26:10) también poseían grandes propiedades y vastos rebaños que contribuían a la economía general.
Los artesanos de las aldeas producían alfarería, utensilios de metal y madera, armas y ropa. Se pueden observar evidencias de su autoabastecimiento comercial en la recuperación de pesas de telar en excavaciones de casas privadas en todo Israel. Estas bolas de barro muestran lo extensamente diseminadas que se encontraban las industrias locales del tejido y la fabricación de ropa en épocas antiguas. Los productos manufacturados se distribuían entre los habitantes de las aldeas. Los artículos más finos se negociaban con los mercaderes o se transportaban por tierra a Jerusalén u otros centros comerciales.
Los artículos manufacturados más comunes en el mercado nacional e internacional incluían la alfarería fina, las armas, la cristalería, las joyas, los cosméticos y la ropa teñida. La calidad sobresaliente y la mano de obra delicada creaban un buen mercado para estos productos y, en consecuencia, justificaban los costos y los peligros del transporte marítimo y terrestre. Las evidencias de lo ampliamente extenso que era el mercado en el mundo antiguo se puede analizar siguiendo diferentes estilos y decoraciones de la alfarería. Los sellos que indicaban el lugar de origen también se encuentran en muchos jarros y frascos de almacenaje que se utilizaban para trasportar vino, aceite, grano y especias.
Otra muestra de la diversidad de productos comercializados a lo largo del antiguo Cercano Oriente se encuentra en la lamentación de Ezequiel sobre Tiro, uno de los principales puertos fenicios (Eze 27:12-24). Sus barcos y los de Tarso transportaban hierro, estaño y plomo, y lo intercambiaban por esclavos, caballos, mulas, marfil y ébano en diferentes puertos de escala. Edom (o Aram NVI) traficaba “perlas, púrpura, vestidos bordados, linos finos, corales y rubíes” (Eze 27:16), y Judá enviaba a Tiro miel, aceite y resina junto con trigo como artículos de comercialización (Eze 27:17). Los fenicios también abastecían a sus socios comerciales con lana y telas teñidas de púrpura provenientes de la secreción glandular del molusco múrice. Las sedes mercantiles estaban establecidas en centros comerciales como Ugarit, un puerto al norte de Siria (1600–1200 a.c.). Los puertos marítimos de Tiro y Sidón también tenían residentes de comunidades extranjeras, lo que ampliaba la naturaleza cosmopolita de estas ciudades y facilitaba la transmisión de cultura y formas de pensamiento. La importancia política y económica de estas comunidades comerciales se observa en la construcción de ciudades de almacenaje que llevó a cabo Salomón en Amat (2Cr 8:4), y en las negociaciones de Acab con Ben-adad de Siria para el establecimiento de “plazas en Damasco” (1Re 20:34).
Lugares de negociación
Centros metropolitanos como Babilonia y Tebas tenían zonas abiertas o plazas donde se comerciaba. Este también era el caso en las ciudades helenistas del Cercano Oriente que tenían uno o más agoras. No obstante, los límites reducidos de las aldeas y los pueblos de Palestina restringían la actividad comercial a tiendas o puestos construidos junto a casas privadas o a áreas abiertas en los alrededores de las puertas de la ciudad. Para la mayoría de las aldeas y pueblos de Palestina, la puerta era un lugar vital donde se llevaban a cabo actividades comerciales, jurídicas y sociales. Lot se sentaba a la puerta, lo cual demostraba su condición de residente extranjero privilegiado (Gén 19:1). La puerta de Samaria servía de centro mercantil donde la gente compraba cebada y harina fina (2Re 7:18). En Pro 31:23, una señal de un hombre próspero con una casa bien ordenada era su capacidad de sentarse con los ancianos en la puerta.
Los grandes centros urbanos como Jerusalén tenían varias puertas y distritos comerciales, que les permitía diversificar la actividad comercial a lo largo de toda la ciudad. Jeremías menciona “la calle de los Panaderos” como la zona principal de producción y provisión de pan en Jerusalén (Jer 37:21). Josefo enumera varias actividades comerciales en la ciudad durante el período romano: tiendas de lana, herrerías y mercados de ropa.
Pesos y medidas
A través de todo el Cercano Oriente se utilizaban pesas de piedra, arcilla o metal que los arqueólogos han hallado en grandes cantidades. Varían desde el talento (2Sa 12:30; 2Re 18:14) hasta la mina (Esd 2:69), el siclo (2Sa 14:26; Eze 4:10) y diversas pesas más pequeñas. Hasta el establecimiento de la monarquía, un parámetro de cambio local dirigía las transacciones en cada pueblo israelita. Se han hallado evidencias (marcas sobre las pesas) del uso de los patrones de medida egipcios como así también de medidas babilónicas. No obstante, aun estos parámetros eran aparentemente negociables y a veces sujetos a abusos. Por lo tanto, Abraham fue forzado delante de testigos en la puerta de Hebrón a pagar una suma exorbitante (400 siclos de plata) por la cueva de Macpela (Gén 23:16), y Amós condenó a los mercaderes que decían: “…achicaremos la medida, y subiremos el precio, y falsearemos con engaño la balanza” (Amó 8:5).
Hasta que se introdujo la moneda después del 600 a.c. , los alimentos y otros artículos se obtenían mediante trueque en los mercados o se compraban con pesas de metales preciosos (Gén 33:19; Job 42:11). Cuando el uso de las monedas acuñadas se generalizó durante el período helenista (después del 200 a.c.), se produjo una revolución en el comercio. Las transacciones en moneda aceptada con un peso definido le dio más confianza al público y eliminó parte de los abusos del mercado. Las monedas también facilitaron el pago de impuestos (Mar 12:15-17) y salarios (Mat 20:2). Ver Monedas.
Leyes comerciales
El código de Hammurabi (aprox. 1750 a.c.) contiene un modelo de legislación comercial del antiguo Cercano Oriente. Este código rige muchas áreas o negocios. Los códigos bíblicos también hacen eco de algunas de sus características. Por ejemplo, la ley de Hammurabi protegía a un hombre que almacenaba parte de sus granos para resguardarlos de las pérdidas provocadas por sucesos naturales y las prácticas corruptas del dueño del depósito (comp. Éxo 22:7-9). El préstamo a intereses a otros israelitas se prohibía (Éxo 22:25 y Deu 23:19). No obstante, este requerimiento judicial no parece aplicarse a la práctica de la inversión de capital excedente que se encuentra en Mat 25:14-30 y Luc 19:12-25. Las parábolas de las minas y de los talentos sugieren la existencia de una comunidad bancaria y de inversión sofisticada que prestaba grandes sumas para emprendimientos comerciales y proporcionaba beneficios para los que depositaban el dinero en esas entidades. Parte de las grandes sumas de dinero que entraban anualmente en el tesoro de Jerusalén mediante impuestos (Mat 17:24) probablemente se prestaba como capital de inversión. Varias de las leyes de Hammurabi hablan de prácticas similares que requerían que los participantes de transacciones comerciales obtuvieran recibos a fin de tener pruebas de sus inversiones y ventas.
Mercado y rutas mercantiles
Las caravanas de mercaderes acarreaban mercancías a lo largo del Cercano Oriente desde épocas antiguas. La obsidiana (vidrio volcánico), que los mercaderes neolíticos trajeron desde Anatolia, se ha encontrado en sitios ubicados a cientos de kilómetros de su lugar de origen. Palestina, que estaba situada en una tierra “puente” entre la Mesopotamia y África, se convirtió naturalmente en un centro de transporte comercial. En textos egipcios y en paredes de sepulcros, como los dibujos de la tumba de Benhasen (aprox. 1900 a.c.), se registran grupos de mercaderes semitas, como los ismaelitas y los madianitas (Gén 37:27-28), donde se describen familias enteras que transportaban lingotes de metal sujetos con cuero a los asnos. Utilizaban pasos montañosos como así también la carretera costera Vía Maris y el Camino Real en Transjordania para trasladarse entre la Mesopotamia y Egipto. Finalmente, la introducción del camello y el establecimiento de las caravaneras (posadas donde las caravanas podían descansar durante la noche) como centros de depósito y reposo hicieron posible que los mercaderes pudieran tomar rutas más directas a través de los desiertos del norte de Siria y Arabia. La ciudad de Tadmor, capital del reino de Palmira, y los nabateos controlaban estas lucrativas rutas comerciales durante el período romano.
Durante la época de la monarquía, el horizonte comercial de Israel se expandió. Salomón importó artículos lujosos y exóticos: marfil, monos, pavos reales (1Re 10:22 b) de todo el Cercano Oriente. También compró caballos y carros para sus fortalezas de Gezer, Hazor y Meguido (1Re 10:26). La nación no tenía puertos de aguas profundas en la costa, de manera que el Golfo de Aqaba se convirtió en el lugar de acceso más importante para los artículos que llegaban de África (especias, piedras preciosas, oro de Ofir, madera). El puerto de Aqaba de Elat (Ezión-geber) se utilizaba para las necesidades de la corte de Salomón y también de los reyes subsiguientes. El comercio naviero de Israel, como así también el de otras naciones, estaba unido o era transportado por mercaderes fenicios (1Re 10:22). Estos marinos experimentados podían evitar las tormentas y otros peligros que hundieron muchos barcos en el Mediterráneo (2Cr 20:37).
Aun en los tiempos neotestamentarios, el transporte naviero estaba limitado a rutas y épocas específicas (Hch 27:12). Los viajes parecen haber sido más comunes en esta época tal como lo demuestran los movimientos de Pablo, de los otros apóstoles y de los que estuvieron asociados con el establecimiento de la iglesia primitiva, tales como Aquila y Priscila (Rom 16:3). Es probable que los pasajeros y la carga se transportaran en un barco durante parte del viaje y que luego se transfirieran a otros a fin de llegar a destino (Hch 27:1-8). No obstante, excavaciones submarinas cerca de la costa de Chipre y en el puerto herodiano de Cesarea demuestran que varios de estos barcos nunca llegaron a destino (Hch 27:39-44).
Para los que escogían tomar las rutas terrestres, los romanos construyeron caminos pavimentados que facilitaban el traslado de sus ejércitos como así también de personas y de carruajes cargados de mercancías. Los marcadores de millas a lo largo de estos caminos indican la frecuencia con que los reparaban y qué emperadores se interesaban especialmente en los distritos que conformaban su dominio. Ver Agricultura; Bancario, Sistema; Pesos y medidas; Plaza; Transporte y viaje.

Victor h. Matthews