Significado de JUECES, LIBRO DE Según La Biblia | Concepto y Definición

JUECES, LIBRO DE Significado Bíblico

¿Qué Es JUECES, LIBRO DE En La Biblia?

En las Biblias en español, el libro de Jueces es el segundo de los libros históricos del AT (Josué–Ester). Algunos eruditos aluden a Josué–2 Reyes como historia deuteronómica, denominada así porque la teología y el estilo de estos escritos están profundamente influenciados por Deuteronomio. No obstante, es mejor seguir la Biblia hebrea e interpretar estos libros como Profetas Anteriores. En todos ellos, los intereses teológicos y espirituales, comunes para Moisés y los profetas, toman precedencia sobre el registro de sucesos históricos y actividades políticas.
El libro obtiene su nombre a partir de la designación de los personajes principales, shophetim (Jue 2:18), “jueces”. Pero estos se desempeñaron como libertadores de Israel (moshi‘im) frente a poderes enemigos externos. En la mayoría de los casos en el AT, el término shophet se refiere a un oficial que resuelve causas legales en una corte de justicia. No obstante, la raíz tiene un significado más amplio, “gobernar”, que puede incluir asuntos internos tales como disputas entre ciudadanos, pero que también abarca problemas externos, resolución de controversias nacionales y tribales con extranjeros. Este significado se refleja tanto en el nombre del libro como en las funciones desempeñadas por los personajes más importantes.
Eruditos y laicos tienden a leer Jueces de manera diferente. Muchos estudiosos interpretan el libro como documento político donde se demuestra la necesidad de un rey que resuelva los problemas de Israel durante el período de transición entre la conquista de Canaán y el establecimiento de la monarquía, y en especial para respaldar la causa de David frente a la casa de Saúl. Tomando como base Heb 11:32, la mayoría de los laicos leen Jueces como un libro sobre héroes que demostraron fortaleza de carácter al llevar a cabo hazañas grandiosas para Dios.
No obstante, una lectura detallada del libro sugiere que ambas interpretaciones no llegan a captar la idea del autor. Si leemos Jueces como un libro profético, descubrimos que el énfasis no está en los jueces sino en Dios, en nombre del cual aquellos actuaron como libertadores de la nación. El libro describe de manera específica la reacción del Señor frente a la canaanización de la sociedad israelita durante el período de establecimiento en la tierra. Como declara Jue 2:6-10, los problemas espirituales de Israel surgieron luego de transcurrida una generación después de la muerte de Josué y de aquellos que habían participado en la conquista. La nación había entrado triunfante en la tierra de la promesa como pueblo redimido del Señor, pero cada vez se fue pareciendo más a la gente que se le había ordenado expulsar.
De manera más precisa que en la mayoría de los libros históricos, Jueces presenta una trama cuidadosamente elaborada. El autor muestra su conocimiento sobre otros jueces (Samgar [Jue 3:31], Tola y Jair [Jue 10:1-5], Ibzán, Elón y Abdón [Jue 12:8-15]), pero los acontecimientos descritos en detalle fueron escrupulosamente seleccionados y deliberadamente diseñados conforme a un esquema literario intencional. Al hacerlo, el autor presentaba una causa convincente sobre la degeneración básica de Israel durante el período de los jueces. Cada parte del libro proporciona una contribución esencial para el desarrollo de este tema.
El autor presenta el escenario haciendo un resumen del destino de las respectivas tribus a medida que reclamaban la tierra que el Señor les había asignado (Jue 1:1-36). Presentó un informe de los resultados siguiendo un orden deliberado, comenzando con los acontecimientos de Judá y concluyendo con el terrible fracaso de Dan. Este modelo anticipaba la estructura de las narraciones que seguirían, como sucede con la descripción de la nación que comienza de manera bastante positiva con Otoniel (Jue 3:7-11), pero con el desarrollo de cada ciclo, el cuadro se torna más desolador.
Esta introducción histórica va seguida de un preámbulo profundamente teológico (Jue 2:1-23; Jue 3:1-6). El problema fundamental es la falta de memoria de Israel en cuanto a la obra redentora de Dios a su favor (Jue 2:1-10). Esto dio como resultado la verdad lamentable que se expresa en un refrán repetido siete veces en el libro: Los israelitas hicieron lo malo (lit. “el mal”) ante los ojos de Jehová; sirvieron a los baales y abandonaron a Dios su redentor (Jue 2:11-12; comp. Jue 3:7; Jue 3:12; Jue 4:1; Jue 6:1; Jue 10:6; Jue 13:1). Las siguientes narraciones sobre los jueces en forma individual, que ocupan la mayor parte del libro (Jue 3:7Jue 16:31), describen las consecuencias de dicha apostasía. Este preámbulo (Jue 2:1-23; Jue 3:1-6) invita al lector a interpretar estos relatos no como simples recurrencias cíclicas del mismo problema sino como una ilustración del incremento del mal en Israel (Jue 2:17-19). Esto ofrece al lector la clave para entender tanto al pueblo de Israel como a los jueces que lo lideraron.
Debido a la naturaleza teológica de la narrativa y al uso selectivo de información por parte del autor, es difícil reconstruir la historia de Israel durante el período de los jueces tomando como base los relatos de la parte central del libro (Jue 3:7Jue 16:31). Los acontecimientos están dispuestos de manera deliberada a fin de que cada juez sea presentado en medio de una situación peor que la anterior, comenzando con Otoniel, un personaje ejemplar (Jue 3:7-11), y terminando con Sansón, quien corporiza todo lo malo de Israel. Cada ciclo se desarrolla siguiendo un patrón literario signado por una serie de fórmulas recurrentes:
(1) “Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová” (Jue 2:11; Jue 3:7; Jue 3:12; Jue 4:1; Jue 6:1; Jue 10:6; Jue 13:1).
(2) “Jehová […] los entregó/vendió en mano de sus enemigos” (Jue 2:14; Jue 6:1; Jue 13:1).
(3) “Clamaron los hijos de Israel a Jehová” (Jue 3:9; Jue 3:15; Jue 4:3; Jue 6:6; Jue 10:10).
(4) “Jehová levantó un libertador a los hijos de Israel y los libró” (Jue 3:9; Jue 3:15 comp. Jue 2:16; Jue 2:18).
(5) “Así fue subyugado (el pueblo opositor) delante de los hijos de Israel” (Jue 8:28; comp. Jue 3:30; Jue 4:23).
(6) “Y reposó la tierra […] años” (Jue 3:11; Jue 3:30; Jue 5:31; Jue 8:28).
(7) “Y murió [el juez]” (Jue 12:7 comp. Jue 2:19; Jue 3:11; Jue 4:1; Jue 8:32).
En función de estas fórmulas, es evidente que Dios es el personaje más importante del libro, y que la atención del autor estaba centrada en la reacción divina ante la canaanización de Su pueblo. A manera de juicio, Él envía enemigos extranjeros (tal como se predijo en Lev 26:1-46 y Deu 28:1-68); luego, en su misericordia, escucha el clamor del pueblo, levanta un libertador y proporciona victoria sobre el enemigo. Pero los israelitas no aprenden la lección; por el contrario, la corrupción espiritual se profundiza cada vez más en lo íntimo del alma de la nación de manera que, al final, Gedeón actúa como un déspota oriental (Jue 8:18-32). A semejanza de los paganos que lo rodeaban, Jefté intentó ganarse la buena voluntad de Dios al sacrificar a su hija (Jue 11:30-40); y la vida y la muerte de Sansón se parecieron más a la de un filisteo que a la de un integrante del pueblo de Jehová (caps. Jue 14:1-20; Jue 15:1-20; Jue 16:1-31).
Muchos interpretan Jue 17:1-13; Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25 como anexos más o menos independientes. No obstante, una vez que comprendemos que el interés general del libro es la decadencia espiritual de Israel y la consecuente respuesta de Dios, descubrimos que, lejos de ser un agregado incoherente, estos capítulos presentan el clímax de la composición. El tono lo establecen las variaciones del cuádruple refrán: “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jue 17:6; Jue 18:1; Jue 19:1; Jue 21:25). Esto tradicionalmente se ha interpretado como señal de que el autor miraba hacia el futuro a la institución de la monarquía como solución para los problemas de Israel en este período de oscuridad. Pero esta interpretación falla en cuatro aspectos. Primero, supone incorrectamente que el problema principal del libro es político, cuando es espiritual. Segundo, pasa por alto la verdad de que la monarquía, lejos de solucionar el problema de apostasía en Israel, en realidad impulsa las clases de males que se describen en el libro. Tercero, no considera la opinión negativa de la monarquía que se presenta en el propio libro de Jueces. Gedeón rechaza verbalmente el oficio de rey heredero (Jue 8:22-23), pero sus acciones (Jue 8:18-27), y en especial el llamar Abimelec a su hijo (que significa “mi padre es rey”), contradicen su respuesta piadosa. Abimelec, el único calificado como rey, constituyó la encarnación de los males de la monarquía cananea (ver la fábula de Jotam, 9:7-15) y no se puede considerar como un ideal. Cuarto, si el autor tiene sus ojos hacia el futuro, a la monarquía como solución para las crisis de Israel en ese momento y tomando como modelo a David, es curioso que los relatos acerca de este (1 y 2 Samuel), a diferencia de lo sucedido siglos después con Ezequías y Josías, nunca lo describen aboliendo prácticas idólatras ni centros de culto en la tierra. Por lo tanto, es preferible considerar estos refranes como una declaración sobre que nadie, ni siquiera Dios, es rey en esta nación. Todos desarrollan sus actividades como les parece.
Los caps. Jue 17:1-13; Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25 ilustran esto al tratar en primer lugar los síntomas religiosos del problema (caps. Jue 17:1-13; Jue 18:1-31) y luego las consecuencias sociales de la canaanización de Israel (caps. Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25). Micaía, un efraimita, levantó un altar de adoración pagana en su casa e instituyó su propio sacerdocio (Jue 17:1-13). Luego los danitas, que no pudieron echar a los cananeos de la tierra que Dios les había asignado, pasaron por allí. Durante su migración hacia el norte para reclamar una tierra que no se les había asignado en la parte septentrional del Mar de Galilea, tomaron al sacerdote de Micaía y sus imágenes idolátricas y, cuando llegaron a destino, levantaron un altar de adoración oficial en Dan. Mientras tanto, el comportamiento del levita del que inicialmente no se da el nombre (Jue 18:30 lo identifica como descendiente de Moisés) ilustra la corrupción que infectaba incluso a los encargados del bienestar espiritual de la nación. Los caps. Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25 ilustran la corrupción social asociada con la degeneración espiritual de Israel. En realidad, en el relato del escándalo en Gabaa (Jue 19:16-26) se hallan ecos deliberados de la maldad de Sodoma (Gén 19:1-14). Lejos de ser una comunidad ética de fe, los israelitas se convirtieron en los peores cananeos. Y los benjamitas, en lugar de exponer a los delincuentes inmorales que había en su medio, los defendieron. El libro concluye con Israel en un caos político, espiritual y moral, con una de las tribus prácticamente eliminada, y deja al lector con incertidumbre en cuanto a lo que le iba a suceder al pueblo de Dios.
¿Cuál es, pues, la importancia trascendente de este libro? Primero, Israel como nación sobrevivió el oscurantismo de los jueces únicamente por la gracia de Dios. En Su misericordia, Él envió opresores para hacerles recordar su rebeldía. En Su misericordia, respondió al clamor y envió libertadores. Segundo, el libro ilustra el problema fundamental del corazón humano, la depravación. Cuando el pueblo de Dios se olvida de los actos divinos de salvación, va tras otros dioses. Tercero, el libro ilustra la relación inevitable entre los compromisos espirituales y el comportamiento ético. Hay pocos héroes humanos en el libro. Al comienzo, el autor presenta a Otoniel como un buen juez, pero sus sucesores van empeorando progresivamente. Débora es la excepción. Pero entonces, contrariamente a las percepciones populares, su función primaria no es la de líder militar; ella es la profetisa mediante la cual el Señor levanta a Barac. Finalmente, tal como declara Heb 11:32-36, a pesar de la moralidad cuestionable de los jueces, cuando ellos claman a Dios con fe, Él les permite grandes victorias. Esto se le atribuye más a Dios que a ellos. La declaración de Hebreos no se debe tomar como un cheque en blanco a favor de sus personajes. Al final, el libro de Jueces ilustra la verdad eterna: el Señor edificará Su reino/ iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ello. Puesto que el plan de Dios para la salvación dependía de la supervivencia de Israel, no permitió que desapareciera. Por el contrario, por Su gracia sobrevivió y, más tarde, bajo el liderazgo de David, el rey ungido por Dios, la gloria divina fue proclamada a lo largo y a lo ancho de la tierra.
Tema
La respuesta del Señor a la canaanización de Israel durante los días oscuros que sucedieron a la muerte de Josué.
Bosquejo
I. Trasfondo de la canaanización de Israel: el fracaso de Israel en la guerra santa (Jue 1:1-36; Jue 2:1-23; Jue 3:1-6)
A.  Informe sobre el desempeño de Israel (Jue 1:1-36)
B.  Significado teológico del desempeño de Israel (Jue 2:1-23)
C.  Consecuencias locales del desempeño de Israel: Israel puesta a prueba (Jue 3:1-6)
II. Respuesta del Señor ante la canaanización de Israel: los ciclos de apostasía y liberación (Jue 3:7-31; Jue 4:1-24; Jue 5:1-31)
A.  Ciclo de Aram-naharaim y Otoniel (Jue 3:7-11)
B.  Ciclo de Moab y Aod (Jue 3:12-30)
C.  Paréntesis Nº 1: el gobierno de Samgar (Jue 3:31)
D. Ciclo de Canaán y Barac (Jue 4:1-24; Jue 5:1-31)
III. Ciclo de Madián y Gedeón (Jue 6:1-40; Jue 7:1-25; Jue 8:1-35; Jue 9:1-57)
A.  Castigo de Dios y liberación de Israel (Jue 6:1-40; Jue 7:1-25; Jue 8:1-3)
B.  Castigo de Gedeón y subyugación de Israel (Jue 8:4-27)
C.  Legado de Gedeón (Jue 8:28-35; Jue 9:1-57)
IV. Paréntesis Nº 2: Los gobiernos de Tola y de Jair (Jue 10:1-5)
V. Ciclo de Amón y Jefté (Jue 10:6-18; Jue 11:1-40; Jue 12:1-7)
VI. Paréntesis Nº 3: Los gobiernos de Ibzán, Elón y Abdón (Jue 12:8-15)
VII. Ciclo de los filisteos y Sansón (Jue 13:1-25; Jue 14:1-20; Jue 15:1-20; Jue 16:1-31)
VIII. Clímax: Profundidad de la canaanización de Israel (Jue 17:1-13; Jue 18:1-31; Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25)
A.  Degeneración religiosa de Israel (Jue 17:1-13; Jue 18:1-31)
B.  Degeneración moral de Israel (Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25)
1. Trasfondo del ultraje en Gabaa (Jue 19:1-10 a)
2. Naturaleza del ultraje en Gabaa (Jue 19:10 b-30)
3. Respuesta israelita ante el ultraje (Jue 20:1-48)
4. Crisis nacional creada por el ultraje (Jue 21:1-24)
5. Epílogo (Jue 21:25)

Daniel I. Block