MESÍAS Significado Bíblico
¿Qué Es MESÍAS En La Biblia?
Transliteración de la palabra hebrea que significa “ungido” y se traduce al griego por Christos. Por lo tanto, “Cristo” o Mesías es un nombre admirablemente apropiado para expresar el vínculo de la iglesia con el Israel del AT y también la fe que reconoce a Jesucristo como el salvador del mundo.
El Antiguo Testamento y el trasfondo judío primitivo
El término “ungido” posee varios significados en el AT. Todos tienen que ver con la acción de instalar a una persona en un cargo de modo que se la considere acreditada por Jehová, el Dios de Israel. Aun a un rey pagano como Ciro se lo calificó ungido de Jehová (Isa 45:1) para llevar a cabo una tarea divinamente asignada. La aplicación común del término “ungido” les correspondía a los representantes de Dios dentro del pueblo del pacto. Profetas como Eliseo fueron apartados de esta manera (1Re 19:16). Es probable que los israelitas consideraran que existía una estrecha vinculación entre las personas ungidas y el espíritu de Dios, si bien la relación solo se menciona de manera específica en pocas ocasiones (2Re 2:9). Los reyes israelitas fueron particularmente aclamados como ungidos de Yahvéh (comp. Jue 9:8), comenzando con Saúl (1Sa 9:1-27; 1Sa 10:1-27) y especialmente refiriéndose a David (1Sa 16:6; 1Sa 16:13; 2Sa 2:4; 2Sa 5:3) y Salomón (1Re 1:39). La familia real davídica pertenecía al linaje de los reyes israelitas, razón por la cual a sus integrantes se les da el título de “ungidos” (2Sa 22:51; comp. 2Re 11:12; 2Re 23:30; Sal 2:2; Sal 20:6; Sal 28:8; Sal 84:9). Por esta razón, el rey de Israel se convirtió en una persona sagrada a quien se debía tributar lealtad y respeto (1Sa 24:6; 1Sa 24:10; 1Sa 26:9; 1Sa 26:11; 1Sa 26:16; 1Sa 26:23; 2Sa 1:14; 2Sa 1:16). El oráculo de Natán (2Sa 7:12-16) es importante dado que centra la esperanza de Israel en la dinastía de David para las generaciones subsiguientes.
El rey, especialmente en los Salmos, era idealizado como un hijo divino (Sal 2:2; Sal 2:7; comp. 2Sa 7:14) y gozaba de la protección de Dios (Sal 18:50; Sal 20:6; Sal 28:8). Su dinastía no fracasaría (Sal 132:17) y se instaba al pueblo a orar a Dios a su favor (Sal 72:11-15; Sal 84:9). La caída de Jerusalén en el 586 a.C. provocó gran confusión, en especial cuando el ungido de Yahvéh fue llevado prisionero al exilio (Lam 4:20) y las naciones rechazaron su autoridad como rey (Sal 89:38; Sal 89:51). Esta humillación de la dinastía davídica desencadenó una serie de problemas para la fe de Israel, aun cuando se permitió que el pueblo regresara a la tierra. No se produjo ningún reavivamiento del linaje real davídico; sin embargo, esa restauración se convirtió en el anhelo piadoso de los judíos tanto en el exilio babilónico (Jer 33:14-18) como en los siglos subsiguientes. Una de las expresiones más claras de la esperanza perdurable se encuentra en los Salmos de Salomón (17–18) (70–40 a.C.), un escrito judío acerca del Mesías como el hijo de David. Se lo describe como un príncipe-guerrero que expulsaría de Israel a los odiados romanos e instauraría un reino donde los judíos adquirían dominio mundial.
Después del exilio el sacerdocio israelita adquirió prominencia. Ante la ausencia de un rey, el sumo sacerdote asumió un papel preponderante dentro de la comunidad. El rito de la unción constituía la señal externa de su autoridad para actuar como representante de Dios. Esta autoridad se remonta a la época de Aarón y sus hijos (Éxo 29:7-9; Éxo 30:22-33; comp. Sal 133:2). El sumo sacerdote era el sacerdote-ungido (Lev 4:3; Lev 4:5; Lev 4:16) e, incluso en cierto aspecto, un mesías (Zac 4:14; comp. Zac 6:13; Dan 9:25).
En los períodos exílico y posexílico, las expectativas sobre la venida de un Mesías adquirieron importancia fundamental. Esto se observa en las visiones de Jeremías y Ezequiel referentes a un Mesías en quien se combinarían los rasgos de lealtad y dignidad sacerdotal (Jer 33:14-18; Eze 46:1-8; Zac 4:1-14; Zac 6:13). Es evidente que las personas vinculadas con los Rollos del Mar Muerto podían combinar una esperanza dualista de dos Mesías, una primera figura sacerdotal y otra perteneciente a la realeza. La alternancia entre un Mesías reinante y un representante sacerdotal caracteriza los dos siglos de judaísmo antiguo previos a la venida de Jesús.
Profecías mesiánicas del Antiguo Testamento
PROFECÍA |
REFERENCIAS DEL AT |
CUMPLIMIENTO EN EL NT |
Simiente de la mujer |
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A través de los hijos de Noé |
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Simiente de Abraham |
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Simiente de Isaac |
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Bendición a las naciones |
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Simiente de Isaac |
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Bendición a los gentiles |
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Bendición a través de Abraham |
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De la tribu de Judá |
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Ningún hueso fracturado |
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Bendición al hijo primogénito |
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Serpiente en el desierto |
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Una estrella de Jacob |
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Como profeta |
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Maldecido sobre el madero |
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El trono de David establecido eternamente |
2Sa 7:12-13; 2Sa 7:16; 2Sa 7:25-26; 1Cr 17:11-14; 1Cr 17:23-27; 2Cr 21:7 |
Mat 19:28; Mat 21:4; Mat 25:31; Mar 12:37; Luc 1:32; Jua 7:4; Hch 2:30; Hch 13:23; Rom 1:3; 2Ti 2:8; Heb 1:5-8; Heb 8:1; Heb 12:2; Apo 22:1 |
Promesa de un Redentor |
||
Declarado Hijo de Dios |
Mat 3:17; Mar 1:11; Hch 4:25-26; Hch 13:33; Heb 1:5; Heb 5:5; Apo 2:26-27; Apo 19:15-16 |
|
Su resurrección |
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Manos y pies perforados |
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Burlado e insultado |
||
Soldados echan suertes por su manto |
Mar 15:20; Mar 15:24-25; Mar 15:34; Luc 19:24; Luc 23:35; Jua 19:15-18; Jua 19:23-24; Jua 19:34; Hch 2:23-24 |
|
Acusado por testigos falsos |
||
Encomienda Su espíritu |
||
Acusado por testigos falsos |
||
Odiado sin razón |
||
Amigos se quedan lejos |
||
Vino a hacer la voluntad del Padre |
||
Traicionado por un amigo |
Mat 26:14-16; Mat 26:47; Mat 26:50; Mar 14:17-21; Luc 22:19-23; Jua 13:18-19 |
|
Conocido por Su justicia |
||
Su resurrección |
||
Su ascensión |
||
Herido por el oprobio |
||
Le dieron hiel y vinagre |
||
Exaltado por Dios |
||
Habló en parábolas |
||
Simiente de David exaltada |
||
El Hijo del Hombre viene con gloria |
||
“Tú permanecerás” |
||
Ora por sus enemigos |
||
Alguien para suceder a Judas |
||
Sacerdote como Melquisedec |
Mat 22:41-45; Mat 26:64; Mar 12:35-37; Mar 16:19; Hch 7:56; Efe 1:20; Col 1:20; Heb 1:13; Heb 2:8; Heb 5:6; Heb 6:20; Heb 7:21; Heb 8:1; Heb 10:11-13; Heb 12:2 |
|
Principal piedra del ángulo |
Mat 21:42; Mar 12:10-11; Luc 20:17; Jua 1:11; Hch 4:11; Efe 2:20; 1Pe 2:4 |
|
El Rey viene en el nombre del Señor |
Mat 21:9; Mat 23:39; Mar 11:9; Luc 13:35; Luc 19:38; Jua 12:13 |
|
La simiente de David reinará |
Sal 132:11 comp. 2Sa 7:12-13; 2Sa 7:16; 2Sa 7:25-26; 2Sa 7:29 |
|
Declarado Hijo de Dios |
Mat 3:17; Mar 14:61-62; Luc 1:35; Jua 3:13; Jua 9:35-38; Jua 11:21; Rom 1:2-4; Rom 10:6-9; 2Pe 1:17 |
|
Arrepentimiento para las naciones |
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Corazones son endurecidos |
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Nacido de una virgen |
||
Piedra de tropiezo |
||
Luz de entre las tinieblas |
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Dios con nosotros |
Mat 1:21; Mat 1:23; Luc 1:32-33; Jua 8:58; Jua 10:30; Jua 14:19; 2Co 5:19; Col 2:9 |
|
Lleno de sabiduría y poder |
||
Reinado en misericordia |
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Clavo en lugar firme |
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Tragada es la muerte en victoria |
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Una piedra en Sion |
||
Los sordos oyen, los ciegos ven |
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Rey de reyes, Señor de señores |
||
Hijo del Altísimo |
||
Sanidad a los necesitados |
Mat 9:30; Mat 11:5; Mat 12:22; Mat 20:34; Mat 21:14; Mar 7:30; Jua 5:9 |
|
Preparar el camino para el Señor |
||
El Pastor muere por sus ovejas |
||
El Siervo manso |
||
Una luz a los gentiles |
||
Azotado y escupido |
Mat 26:67; Mat 27:26; Mat 27:30; Mar 14:65; Mar 15:15; Mar 15:19; Luc 22:63-65; Jua 19:1 |
|
Rechazado por su pueblo |
||
Sufrió vicariamente |
||
Silencio ante acusaciones |
||
Crucificado con transgresores |
||
Sepultado con los ricos |
Hch 10:43; Hch 13:38-39; 1Co 15:3; Efe 1:7; 1Pe 2:21-25; 1Jn 1:7; 1Jn 1:9 |
|
Llamado de quienes no eran su pueblo |
||
Liberación desde Sion |
||
Naciones andan en la luz |
||
Ungido para predicar libertad |
||
Llamado con nuevo nombre |
||
El Rey viene |
||
Vestiduras mojadas en sangre |
||
Afligido con los afligidos |
||
Los escogidos heredarán |
||
Nuevos cielos y nueva tierra |
||
El Señor nuestra justicia |
||
Nace un Rey |
||
Matanza de los inocentes |
||
Concebido por el Espíritu Santo |
||
Un nuevo pacto |
Mat 26:27-29; Mar 14:22-24; Luc 22:15-20; 1Co 11:25; Heb 8:8-12; Heb 10:15-17; Heb 12:24; Heb 13:20 |
|
Una casa espiritual |
||
Un árbol plantado por Dios |
||
Exaltó a los humildes |
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El buen Pastor |
||
Piedra cortada no con mano |
||
Su reino triunfante |
||
Dominio eterno |
Mat 24:30; Mat 25:31; Mat 26:64; Mar 14:61-62; Hch 1:9-11; Apo 1:7 |
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Reino para los santos |
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Tiempo de Su nacimiento |
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Israel restaurada |
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Huida a Egipto |
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Promesa del Espíritu |
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El sol oscurecido |
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Restauración del tabernáculo |
||
Recogimiento de Israel |
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El reino establecido |
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Nacimiento en Belén |
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La tierra llena del conocimiento de la gloria de Dios |
||
El Cordero en el trono |
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Un sacerdocio santo |
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Un Sumo Sacerdote celestial |
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Entrada triunfal |
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Vendido por piezas de plata |
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El dinero compra el campo del alfarero |
||
Su cuerpo traspasado |
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El Pastor herido, las ovejas dispersadas |
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Precedido por un precursor |
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Nuestros pecados, purgados |
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La luz del mundo |
Luc 1:78; Jua 1:9; Jua 12:46; 2Pe 1:19; Apo 2:28; Apo 19:11-16; Apo 22:16 |
|
La venida de Elías |
El Mesías y el ministerio de Jesús
Una pregunta formulada en Jua 4:29 (comp. Jua 7:40-43) es la siguiente: “¿No será este el Cristo [Mesías]?” Es evidente que el tema de la identidad y la función del Mesías era algo sumamente debatido entre los judíos del primer siglo. En los Evangelios Sinópticos se observa que la manera en que actuaba y hablaba Jesús condujo naturalmente al diálogo que tuvo lugar en Cesarea de Filipo. Jesús les preguntó a los discípulos: “¿Quién decís que soy?” (Mar 8:29). Marcos dejó en claro que Jesús asumió una actitud especial de reserva y precaución en cuanto a este título dado que acarreaba connotaciones políticas, particularmente en el aspecto de la esperanza judía que se describía en los Salmos de Salomón. Por esta razón, Jesús aceptó con mucha renuencia la confesión de Pedro ya que este discípulo inmediatamente objetó que el Mesías [Cristo] no podía sufrir (Mar 9:32). Para Pedro, Cristo constituía un título correspondiente a un personaje glorioso en el aspecto nacionalista y a un triunfador en la batalla. Por el contrario, Jesús veía su destino como Hijo del hombre y Siervo de Dios sufriente (Mar 8:31-38; Mar 9:31; Mar 10:33-34). Por este motivo, no permitió que los demonios se dirigieran a Él como el Cristo (Luc 4:41) y rechazó todos los privilegios y la majestad vinculados con el título judío.
Jesús desarrolló Su ministerio intentando alejar a los discípulos de la noción tradicional del Mesías guerrero. Más bien, procuró impregnar la mente de Sus seguidores con la perspectiva de que el sendero hacia Su gloria futura incluía atravesar la cruz acompañada del rechazo, el sufrimiento y la humillación. En el juicio ante la corte judía (Mat 26:63-66) volvió a interpretar el concepto del título Mesías [Cristo], y en esa ocasión lo hizo empleando la figura del Hijo del hombre según se presenta en Dan 7:13-14. Esa confesión confirmó Su condenación y fue a la cruz como un Mesías crucificado porque los líderes judíos no pudieron percibir la naturaleza mesiánica de la manera que Jesús lo hacía. Pilato lo sentenció tras acusarlo de ser un supuesto mesías que declaraba (según las acusaciones falsas que se presentaron contra Él) ser rival del César (Mar 15:9; Luc 23:2; Jua 19:14-15). Solo después de la resurrección los discípulos pudieron entender en qué aspecto Jesús era verdaderamente un Mesías rey y cómo los había preparado mentalmente para que comprendieran lo que en verdad significaba ese concepto (Luc 24:45-46). Así pues, el título nacional de “Mesías” adoptó una connotación más amplia al incluir la función de rey sobre todas las naciones (Luc 24:46-47).
El título Mesías en la iglesia primitiva
A partir de la resurrección, los primeros predicadores anunciaron que Jesús era el Mesías por designación divina (Hch 2:36; Rom 1:3-4). Razones apologéticas hacen necesario determinar parte de la razón de esta declaración directa. En la misión que la iglesia desempeñaba para con Israel debía demostrar que Jesús había cumplido las profecías del AT y que había venido al mundo como el “Hijo de David”, título que vinculaba estrechamente al Mesías como una persona de la realeza. El Evangelio de Mateo se ocupa especialmente de establecer esta identidad (Mat 1:1), pero también es un tema común en Lucas (Luc 1:32; Luc 1:69; Luc 2:4; Luc 2:11; Hch 2:29-36; Hch 13:22-23). Pablo asimismo señaló que en Jesús se habían cumplido las esperanzas mesiánicas del antiguo pacto (1Co 5:7-8). Además, Pedro procuró demostrar que los sufrimientos del Mesías habían sido predichos (1Pe 1:11; 1Pe 1:20; 1Pe 2:21; 1Pe 3:18; 1Pe 4:1; 1Pe 4:13; 1Pe 5:1). Lucas destacó la relación entre Jesús como el ungido por el Espíritu Santo (Luc 4:16-22) según lo anticipado en Isa 61:1, y registró la declaración de Pedro (Hch 10:38) cuando dijo, “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”, lo que constituía el cumplimiento de la profecía del AT. La carta a los Hebreos abunda en este tema (Heb 1:9; Heb 2:2-4; Heb 9:14-15).
La etapa final de desarrollo respecto al título “Mesías” se produce cuando Pablo emplea la palabra como un nombre de persona más que como designación oficial (Rom 9:5, “Cristo”). La razón de este cambio radica en la naturaleza intensamente personal de la fe de Pablo que se centra en Jesucristo como el Señor divino (Flp 1:21; Col 3:4). Pablo también les enseñó a quienes se habían convertido como resultado de su predicación, personas que en su mayoría habían dejado el paganismo para creer en Cristo, que Jesús era el Señor del universo cuya misión iba más allá de lo que pudiera abarcar la esperanza judía. En la enseñanza paulina, “Cristo” es un término mucho más rico de lo que se podría expresar con la palabra “Mesías”, indicación de lo cual se observa en que los primeros seguidores del Mesías no se denominaron judíos convertidos sino “cristianos”, personas de Cristo (Hch 11:26; 1Pe 4:16); señal de su fe universal en un Señor soberano. Ver Cristo, cristología; Jesucristo.
Ralph P. Martin