Significado de MILAGROS, SEÑALES, PRODIGIOS Según La Biblia | Concepto y Definición

MILAGROS, SEÑALES, PRODIGIOS Significado Bíblico

¿Qué Es MILAGROS, SEÑALES, PRODIGIOS En La Biblia?

Acontecimientos que indudablemente implicaban una acción inmediata y poderosa de parte de Dios cuyo objetivo era revelar Su carácter y propósitos. Las palabras que se emplean en las Escrituras para describir algo milagroso son señal, maravilla, prodigio, obra, hecho poderoso, portento, poder. Estos términos indican la inspiración de los autores de la Escritura que percibieron el dominio divino sobre la naturaleza, la historia y los seres humanos.
Antiguo Testamento
Las dos palabras hebreas que se emplean con más frecuencia para referirse a un “milagro” se traducen “señal” (ot) y “maravilla” o “prodigio” (mophet). Son términos sinónimos y suelen aparecer juntos en el mismo texto (Éxo 7:3; Deu 4:34; Deu 6:22; Deu 7:19; Deu 13:1; Deu 26:8; Deu 28:46; Deu 34:11; Neh 9:10; Sal 105:27; Isa 8:18; Jer 32:20; Dan 6:27). Una “señal” puede aludir a un objeto o actividad diaria, como así también a una acción divina inesperada (Gén 1:14; Éxo 12:13; Jos 4:6; Eze 24:24). La naturaleza básica de una señal es que induce a la gente a acercarse a Dios. “Milagros, maravillas, prodigios” describen la actividad sobrenatural de Dios, una manifestación especial de Su poder (Éxo 7:3), pero los profetas falsos también pueden realizar acciones que la gente considera señales y prodigios (Deu 13:1-3). Los milagros pueden servir como señal de un suceso futuro. Las señales buscan producir fe (Éxo 4:5; comp. Éxo 10:2) pero no obligan a la persona a creer (Éxo 4:9). Dios a veces insta a la gente a pedir señales (Isa 7:11). Las señales que Él llevó a cabo deberían hacer que todos los pueblos de la tierra se llenen de asombro (Sal 65:8). Todos deberían unirse al salmista para confesar que el Dios de Israel es “el único que hace maravillas” (Sal 72:18).
Nuevo Testamento
La frase “señales y prodigios” se suele utilizar en el NT del mismo modo que en el AT y también en la literatura helenista (Mat 24:24; Mar 13:22; Jua 4:48; Hch 2:43; Hch 4:30; Hch 5:12; Hch 6:8; Hch 7:36; Hch 14:3; Hch 15:12; Rom 15:19; 2Co 12:12; 2Ts 2:9; Heb 2:4).
La palabra “señal” (semeion) en el NT se utiliza para referirse a milagros como evidencias de autoridad divina. A veces se traduce “milagro” (Luc 23:8 NVI; Hch 4:16; Hch 4:22 LBLA, NVI). Juan era particularmente adepto a utilizar la palabra “señal” para indicar una actividad milagrosa (Jua 2:11; Jua 2:18; Jua 2:23; Jua 3:2; Jua 4:54; Jua 6:2; Jua 6:14; Jua 6:26; Jua 7:31; Jua 9:16; Jua 10:41; Jua 11:47; Jua 12:18; Jua 20:30; Apo 12:1; Apo 12:3; Apo 13:13-14; Apo 15:1; Apo 16:14; Apo 19:20).
“Prodigios” (teras) es la traducción de una palabra griega de donde proviene el término “terror”. Denota algo inusual que provoca que el observador se maraville. Si bien generalmente aparece luego del término “señales”, a veces lo precede (Hch 2:22; Hch 2:43; Hch 6:8) o se menciona por sí solo (como en Hch 2:19). Mientras que una señal apela al entendimiento, un prodigio despierta la imaginación. Los “prodigios” por lo general se presentan como acción divina (Hch 2:19; Hch 4:30; Hch 5:12; Hch 6:8; Hch 7:36; Hch 14:3; Hch 15:12), aunque en ocasiones se refieren a la obra de Satanás a través de instrumentos humanos (Mat 24:24; Mar 13:22; 2Ts 2:9; Apo 13:11-13).
Los escritores del NT también emplearon dunamis, poder o capacidad inherente, para aludir a la actividad de origen o carácter sobrenatural (Mar 6:2; Hch 8:13; Hch 19:11; Rom 15:19; 1Co 12:10; 1Co 12:28-29; Gál 3:5; 2Ts 2:9; Heb 2:4).
“Obra” o “hecho” (ergon) también se utilizan en el NT para referirse a un “milagro”. Cuando Juan el Bautista estaba en prisión escuchó de los “hechos” de Jesús (Mat 11:2). El apóstol Juan empleaba el término con frecuencia (Jua 5:20; Jua 5:36; Jua 7:3; Jua 10:38; Jua 14:11-12; Jua 15:24).
Consideraciones desde el punto de vista del mundo
Los argumentos filosóficos y teológicos contemporáneos sobre la posibilidad de “milagros” y su definición reflejan los cambios que ha experimentado el punto de vista del mundo en los últimos siglos: de un concepto teísta del universo a uno ateo. La tensión que se percibe entre lo natural y lo milagroso es resultado de un naturalismo que se esfuerza por erradicar lo sobrenatural de la esfera de lo real.
La gente de los tiempos bíblicos no se enfrentaba con este problema. La perspectiva bíblica del universo consiste en que es creado, sustentado y providencialmente gobernado por Dios. La Biblia no hace distinción particular entre lo natural y lo sobrenatural. En el suceso “natural”, la Biblia considera que Dios obra de manera providencial; en lo milagroso, actúa de maneras asombrosas para que la gente dirija la atención hacia Él o Sus propósitos.
A lo largo de los siglos, los pensadores cristianos han expresado de diversas maneras la relación entre los milagros y el orden natural. Algunos sostienen que los milagros no van en contra de lo natural (por ej., Agustín y C. S. Lewis). Este punto de vista armónico sostiene que el conocimiento humano con su perspectiva limitada no entiende ni comprende plenamente las leyes elevadas que Dios utiliza para llevar a cabo obras milagrosas. Otros (como Tomás de Aquino) sostienen que los milagros están al margen de las leyes naturales. Este enfoque se denomina intervencionista; se basa en creer que Dios interviene en el orden natural para obrar lo milagroso.
El punto de vista que uno posee en cuanto a lo milagroso se relaciona con la opinión que se tenga sobre el universo. Una perspectiva mecanicista cree que el mundo está controlado por leyes naturales inalterables y no puede aceptar la posibilidad de milagros. Los cristianos de todas las edades se han negado a aceptar que el universo sea tan limitado. Ellos respaldan la constante actividad milagrosa de Dios en el universo que Él creó; universo en el que sigue interesado, utiliza para revelarse a sí mismo y ha prometido redimir. Ver Señal.

T. R. McNeal