Significado de PALABRA Según La Biblia | Concepto y Definición

PALABRA Significado Bíblico

¿Qué Es PALABRA En La Biblia?

Expresión o dicho que se puede referir a un enunciado simple, a toda la ley, al mensaje del evangelio, e inclusive a Cristo.
Antiguo Testamento
Dabar es la expresión hebrea principal para “palabra”. Tiene varios significados y puede aludir a una expresión hablada, a un dicho, a una orden, a un discurso o a una historia, o sea, a la comunicación lingüística en general. Dabar también puede indicar una cosa, un acontecimiento o una acción (Gén 18:14). Ocasionalmente surgen dificultades para distinguir entre estos significados (Sal 35:20 “palabras engañosas” RVR1960; “urden mentiras” NVI; “puras patrañas” BJL; “engaños” RVA; “planes traicioneros” DHH). La construcción frecuente “la palabra del Señor” o “la palabra de Yahvéh” se refiere a la comunicación de Dios con la gente. Los significados de esta comunicación rara vez se relacionan, y la frase no alude necesariamente a una serie particular de palabras. Tres aspectos de esta palabra demandan una atención especial.
Una palabra profética
Los profetas declaraban entregar la “palabra de Dios” (Jer 1:9). Eran comisionados para este propósito (Isa 6:8). Esta palabra estaba dirigida a los seres humanos y exigía una respuesta. Por lo tanto, la palabra de Dios se puede visualizar como una gran salvación (Isa 2:2-5) o un gran juicio (Jer 26:4-6).
Una palabra legal
En la ley del pacto, Dios le expresó las palabras de la ley a Moisés (Éxo 20:1; Éxo 24:3-8). La esencia de la ley se entiende como las diez palabras (Éxo 34:28; Deu 4:13). La ley en su totalidad representa la voluntad de Dios y puede ser denominada una sola “palabra” (Deu 4:2). Esta palabra también exige una respuesta: la obediencia fiel traerá la bendición de Dios, en tanto que la desobediencia conducirá a la maldición (Deu 30:15-20).
Una palabra creadora
Dios creó el mundo por medio de Su palabra (Gén 1:1-31; Isa 48:13; Sal 33:9). Este mundo revela la majestad de Dios (Sal 19:1) y, por lo tanto, extiende la esfera de Su revelación a todas las personas, más allá de Su obra con Israel. Se habla de palabra como si fuera una persona que dirige los eventos de la naturaleza (Sal 147:15-18; Sal 148:8), salva (Sal 107:20), y da vida (Eze 37:1-4).
Nuevo Testamento
Logos y hrema son los dos vocablos griegos principales que significan “palabra”. Se los utiliza de manera intercambiable y diversa, como sucede con dabar del AT. El NT puede utilizar estos términos para aplicarlos al mensaje de Jesús, al mensaje acerca de Jesús y a Jesús mismo.
El mensaje de Jesús en cuanto al reino venidero se puede denominar “palabra” (Mar 2:2; Mar 4:33; Luc 5:1), al igual que lo que Él decía de manera individual (Mat 26:75; Luc 22:61). Es significativo que Jesús evitaba citar a las autoridades rabínicas o utilizar el lenguaje tradicional de un profeta, quien declararía que “la palabra del Señor vino a mí” o expresaría que “así dijo Jehová”. Quizás estas frases no honraban de manera significativa Su relación especial con el Padre y Su propia autoridad (Mat 11:27; comp. Mat 5:21-26; Mar 3:28-29). Al igual que en el AT, las palabras de Jesús también exigían decisión por parte de los oyentes (Jua 8:51; Jua 12:47).
El mensaje sobre Jesús también se puede denominar “una palabra”. Pablo habló acerca de “la palabra de Dios que oísteis de nosotros” que se entrega por medio de palabras humanas (1Ts 2:13). El contenido de esta palabra es sin duda la historia de las buenas nuevas sobre la muerte y la resurrección de Jesús, la esencia del evangelio (1Co 15:3-5). Este mensaje es la palabra de la cruz (1Co 1:18) y es el contenido fundamental de la predicación de Pablo (1Co 2:2). Debido al sacrificio y a la resurrección de Cristo, el mensaje del evangelio es una “palabra de reconciliación” (2Co 5:19) y una “palabra de vida” (Flp 2:16). Los seguidores de Jesús dan testimonio de la palabra y la proclaman (Luc 1:2; Hch 4:4; Hch 6:7). La palabra revelada por medio del Hijo (Heb 1:1-4) ilumina y trae juicio.
Jesús mismo es la Palabra, el Verbo viviente. El Verbo preexistente que estaba con Dios “en el principio”, ahora se ha hecho carne (Jua 1:1-18). Los eruditos han declarado con frecuencia que Juan utilizó logos en un sentido filosófico para referirse al principio racional que controlaba el mundo (estoicismo) o al intermediario creado entre Dios y Su mundo (Filón). Sin embargo, el Verbo de Juan no es un principio ni una característica divina. Es una persona preexistente que da vida. Juan se opone a la filosofía griega al argumentar que la salvación no se produce mediante la salida de este mundo por parte de la humanidad sino por la entrada de Dios para redimir a la creación. Lo más probable es que logos se haya escogido por el significado que tenía en el AT, por su traducción griega, y por la literatura hebrea contemporánea donde los conceptos de “sabiduría” y “palabra” se utilizaban para expresar una manifestación distintiva de Dios. Juan observó que el mismo agente de Dios que dio vida en la primera creación, también la estaba dando en la nueva creación inaugurada con la venida de Jesús. La Palabra (Verbo) de Dios creadora se hizo carne; al ser divino, Él encarnaba la comunicación divina. Ahora el Verbo mora entre nosotros y revela la gloria de Dios (Jua 1:14).
El poder de la palabra
Generalmente se cree que en el pensamiento hebreo, las palabras tenían una autoridad con vínculos misteriosos. Por ejemplo, cuando Isaac descubrió que había sido engañado y que erróneamente le había dado la bendición a Jacob, declaró que su bendición ya había sido otorgada y que Jacob sería bendecido (Gén 27:33). Las palabras de Isaac parecen concluyentes; como una saeta que se lanza una vez y no se puede detener. En este aspecto se requiere precaución. Solo la palabra de Dios tiene esta clase de poder irresistible (Isa 55:11) y de poder creativo absoluto (Gén 1:3-31; Luc 1:32-35; comp. Isa 9:8; Isa 31:2; Isa 45:23). La mayoría de los casos como el de Isaac se pueden explicar en términos de la costumbre social. Siguiendo una tradición social ya prescrita, una persona puede formular un compromiso o una voluntad expresando una palabra. Aun en el día de hoy, una pareja puede efectuar o crear un matrimonio diciendo “acepto”. También debemos observar que las Escrituras enseñan que la palabra de una persona a menudo carece de poder (1Co 2:4; 1Co 4:19-20) y frecuentemente falla (Mat 21:28-32).
Las palabras son capaces de hacer mucho bien y mucho mal (Mat 12:36; Stg 3:5-6; Stg 3:8). Pueden dañar profundamente (Pro 12:18; Pro 12:25). Pueden ejercer una gran influencia: las palabras del perverso son “como llama de fuego” (Pro 16:27-28); las palabras del justo como “manantial de vida” (Pro 10:11; Pro 12:14).

Randy Hatchett