¿Qué Significa PERFECCIÓN En La Biblia Según El Diccionario Bíblico Online?
El concepto de perfección se expresa en hebreo con términos derivados de verbos tales como ka-lál (perfeccionar; compárese con Eze 27:4), scha-lám (quedar completo; compárese con Isa 60:20) y ta-mám (completar; llegar a la perfección; compárese con Sal 102:27; Isa 18:5). En las Escrituras Griegas Cristianas se emplean las palabras té-lei-os (adjetivo), te-lei-ó-t?s (nombre) y te-lei-ó-? (verbo) para comunicar ideas como: llevar a la perfección o alcanzar la plenitud (Luc 8:14; 2Co 12:9; Stg 1:4); ser una persona desarrollada físicamente, adulta o madura (1Co 14:20; Heb 5:14), y haber alcanzado el objetivo, propósito o meta conveniente o señalada. (Jua 19:28; Flp 3:12.)La importancia del punto de vista correcto. Para entender correctamente la Biblia, no se debe incurrir en el error común de pensar que todo lo que se llama “perfecto” lo es en sentido absoluto, es decir, a un grado infinito o ilimitado. La perfección en sentido absoluto tan solo corresponde al Creador, Jehová Dios. Debido a esto, Jesús pudo decir de su Padre: “Nadie es bueno, sino uno solo, Dios”. (Mar 10:18.) Jehová es incomparable en su excelencia, merecedor de toda alabanza, supremo en sus magníficas cualidades y poderes, a tal grado, que “solo su nombre es inalcanzablemente alto”. (Sal 148:1-13; Job 36:3-4; Job 36:26; Job 37:16; Job 37:23-24; Sal 145:2-10; Sal 145:21.) Moisés alabó la perfección de Dios, diciendo: “Porque yo declararé el nombre de Jehová. ¡Atribuyan ustedes grandeza, sí, a nuestro Dios! La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él”. (Deu 32:3-4.) Todos los caminos, palabras y leyes de Dios son perfectos, refinados y no tienen falta o defecto. (Sal 18:30; Sal 19:7; Stg 1:17; Stg 1:25.) Nunca podría presentarse una causa justa contra Dios, criticar o censurar sus obras; más bien, siempre se le debe alabanza. (Job 36:22-24.)Toda otra perfección es relativa. La perfección de cualquier otra persona o cosa es relativa, no absoluta (compárese con Sal 119:96); es decir, una cosa es “perfecta” en relación con el propósito o fin para el que su diseñador o hacedor la designa, o el uso al que la destina su receptor o usuario. El significado mismo de perfección requiere que haya quien decida cuándo algo está “completo”, las normas de excelencia, los requisitos que han de satisfacerse, así como los detalles que son esenciales. En última instancia, Dios, el Creador, es el Árbitro supremo de la perfección, Aquel que fija las normas de acuerdo con sus propósitos e intereses justos. (Rom 12:2; véase JEHOVÁ [Un Dios de normas morales].)Veamos un ejemplo: el planeta Tierra fue una de las creaciones de Dios, y al final de los seis ‘días’ creativos Dios declaró el resultado: “muy bueno”. (Gén 1:31.) Satisfacía sus normas supremas de excelencia, por consiguiente, era perfecto. Sin embargo, después de esto Dios asignó al hombre a ‘sojuzgar la tierra’, en el sentido de cultivarla y hacer que toda ella, no solo el Edén, fuese un jardín de Dios. (Gén 1:28; Gén 2:8.)La tienda o tabernáculo que se levantó en el desierto por mandato de Dios y de acuerdo con sus especificaciones, fue un tipo o modelo profético en pequeña escala de una “tienda más grande y más perfecta”; el Santísimo de aquella tienda es la residencia celestial de Jehová, en la que Cristo Jesús entró como Sumo Sacerdote. (Heb 9:11-14; Heb 9:23-24.) La tienda terrestre fue perfecta, pues satisfizo los requisitos de Dios y sirvió para el fin designado. No obstante, una vez que cumplió el propósito de Dios, dejó de utilizarse. La tienda representaba algo de una perfección mucho mayor.A la ciudad de Jerusalén, con el monte Sión, se la llamó la “perfección de belleza”. (Lam 2:15; Sal 50:2.) Estas palabras no significan que hasta el más mínimo detalle de la ciudad fuese de una belleza sublime, sino que su belleza provenía del esplendor que Dios le había conferido al convertirla en capital de sus reyes ungidos y sede de su templo. (Eze 16:14.) También se representa a la próspera ciudad comercial de Tiro como un barco cuyos constructores —los que trabajaban para enriquecerla— habían ‘perfeccionado su belleza’, y la habían llenado con lujosos productos de muchas tierras. (Eze 27:3-25.)Por lo tanto, en cada caso se debe examinar el contexto para determinar el sentido que se da a la palabra perfección.La perfección de la ley mosaica. La Ley que se dio a Israel a través de Moisés incluía entre sus disposiciones la institución de un sacerdocio y las ofrendas de sacrificios de animales. Como muestra el apóstol Pablo bajo inspiración, aunque la Ley provenía de Dios, por lo que era perfecta, ni la Ley ni el sacerdocio ni los sacrificios mismos hicieron perfectos a los que se esforzaban por cumplirla. (Heb 7:11; Heb 7:19; Heb 10:1.) En lugar de libertar del pecado y la muerte, en realidad hizo más patente el pecado. (Rom 3:20; Rom 7:7-13.) No obstante, todas estas disposiciones divinas cumplieron con el propósito designado por Dios: la Ley sirvió de “tutor” para conducir a los hombres al Cristo, fue una “sombra [perfecta] de las buenas cosas por venir”. (Gál 3:19-25; Heb 10:1.) Por consiguiente, cuando Pablo habla de la “incapacidad de parte de la Ley, en tanto que era débil a causa de la carne” (Rom 8:3), es obvio que se refiere —como explica Heb 7:11; Heb 7:18-28— a la incapacidad del sumo sacerdote judío (que era quien, según la Ley, se encargaba de los sacrificios y entraba en el Santísimo el Día de Expiación con la sangre del sacrificio) de “salvar completamente” a quienes servía. Aunque el ofrecer sacrificios por medio del sacerdocio aarónico permitió que el pueblo tuviera una posición aprobada ante Dios, esto no les libró por completo (es decir, a la perfección) de la conciencia del pecado. El apóstol se refiere a este aspecto cuando dice que los sacrificios de expiación no pueden “perfeccionar a los que se acercan”, es decir, perfeccionarlos respecto a su conciencia. (Heb 10:1-4; compárese con Heb 9:9.) El sumo sacerdote no podía proporcionar el precio de rescate necesario para una verdadera redención del pecado. Solo el servicio sacerdotal perdurable de Cristo y su sacrificio pueden lograrlo. (Heb 9:14; Heb 10:12-22.)La Ley era “santa”, ‘buena’, “excelente” (Rom 7:12; Rom 7:16), y todo el que pudiera cumplir a plenitud con esta Ley perfecta sería perfecto y merecedor de vida. (Lev 18:5; Rom 10:5; Gál 3:12.) Por esta misma razón, la Ley trajo condenación y no vida, no porque no fuese buena, sino a causa de la naturaleza imperfecta y pecaminosa de los que estaban bajo ella. (Rom 7:13-16; Gál 3:10-12; Gál 3:19-22.) La Ley perfecta puso de manifiesto la imperfección de ellos y su pecaminosidad. (Rom 3:19-20; Gál 3:19; Gál 3:22.) A este respecto, también sirvió para identificar a Jesús como el Mesías, pues fue el único capaz de observar toda la Ley, con lo que demostró que era un hombre perfecto. (Jua 8:46; 2Co 5:21; Heb 7:26.)La perfección de la Biblia. Las Sagradas Escrituras constituyen el mensaje perfecto, refinado, puro y verdadero de Dios. (Sal 12:6; Sal 119:140; Sal 119:160; Pro 30:5; Jua 17:17.) Aunque con el transcurso de los siglos se han hecho numerosísimas copias de los escritos originales que han introducido algunas variaciones, es un hecho reconocido que dichas variaciones son de menor importancia, de tal modo que aun si las traducciones modernas de la Biblia no fuesen absolutamente perfectas, sí lo sería el mensaje divino que contienen.Es posible que para algunas personas la Biblia sea un libro más difícil de leer que otros, que requiere mayor esfuerzo y concentración; hasta puede que encuentren pasajes que no entienden. Puede que algunas personas más críticas insistan en que, para ser perfecta, ni siquiera deberían existir diferencias menores o lo que, según sus criterios, parecen ser inconsecuencias. Sin embargo, ni unas ni otras restan perfección a las Santas Escrituras, pues la verdadera medida de su perfección radica en que alcance las normas de excelencia fijadas por Jehová Dios, cumpla con el propósito para el que él, su Autor, la ha destinado y que, por ser la Palabra publicada del Dios de la verdad, esté libre de falsedades. El apóstol Pablo puso de relieve la perfección de “los santos escritos” al decir: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”. (2Ti 3:15-17.) Lo que las Escrituras Hebreas hicieron a favor de los israelitas cuando las observaron, lo que el conjunto de las Escrituras logró en provecho de la congregación cristiana durante el siglo primero y lo que la Biblia puede hacer hoy en pro de las personas, todo esto es de por sí una prueba convincente de sus cualidades como un instrumento ideal de Dios para llevar a cabo Su propósito. (Compárese con 1Co 1:18.)El contenido mismo de las Escrituras, incluidas las enseñanzas del Hijo de Dios, tiene por finalidad que el entendimiento del propósito de Dios, el que se haga su voluntad y se obtenga la salvación dependan fundamentalmente del corazón de la persona. (1Sa 16:7; 1Cr 28:9; Pro 4:23; Pro 21:2; Mat 15:8; Luc 8:5-15; Rom 10:10.) La Biblia se destaca por su capacidad para “discernir pensamientos e intenciones del corazón”, y así poner al descubierto la verdadera condición interior de la persona. (Heb 4:12-13.) También muestra claramente que el conocimiento de Dios no puede adquirirse sin esfuerzo. (Compárese con Pro 2:1-14; Pro 8:32-36; Isa 55:6-11; Mat 7:7-8.) También es un hecho evidente que Dios ha revelado sus designios a las personas humildes y no a los altivos, porque ‘hacerlo así vino a ser la manera que él mismo aprobó’. (Mat 11:25-27; Mat 13:10-15; 1Co 2:6-16; Stg 4:6.) En consecuencia, el hecho de que una persona cuyo corazón no responde al mensaje de la Biblia encuentre en las Escrituras razones que, en su opinión, justifican que rechace su mensaje, censura y disciplina, no significa que la Biblia sea imperfecta. Demostraría, más bien, la veracidad de los razonamientos bíblicos expuestos antes y que la Biblia, desde el único punto de vista válido, el de su Autor, es perfecta. (Isa 29:13-14; Jua 9:39; Hch 28:23-27; Rom 1:28.) El tiempo y la experiencia práctica demuestran que aquellas cosas relacionadas con la Palabra de Dios, que son ‘necias’ o ‘débiles’ para los sabios de este mundo, encierran una sabiduría y poder superiores a las teorías, puntos de vista filosóficos y razonamientos de sus detractores humanos. (1Co 1:22-25; 1Pe 1:24-25.)Para entender y apreciar la perfecta Palabra de Dios, la fe sigue siendo un requisito esencial. Puede que una persona piense que ciertos detalles y explicaciones deberían estar en la Biblia, a fin de revelar por qué en determinados casos Dios aprobó o desaprobó acciones concretas o por qué actuó de una manera en particular; puede que también piense que hay otras explicaciones en la Biblia que son superfluas. No obstante, es de rigor reconocer que si la Biblia se conformara a criterios humanos como los suyos, no sería entonces perfecta desde el punto de vista de Dios. Esa actitud equivocada queda de manifiesto en la declaración de Jehová respecto a la superioridad de sus pensamientos y caminos en comparación con los del hombre, y por su afirmación de que su palabra “tendrá éxito seguro” en el cumplimiento de su propósito. (Isa 55:8-11; Sal 119:89.) Este es el sentido de la palabra perfección, tal como muestran las definiciones que aparecen al comienzo de este artículo.Perfección y libre albedrío. La información que ya se ha considerado sienta la base para entender que hasta las criaturas perfectas de Dios podían ser desobedientes. Pensar que la desobediencia no podría darse en una criatura perfecta presupone desconocer el significado del término, sustituyéndolo por un concepto personal que es contrario a los hechos. Dios ha facultado a las criaturas inteligentes con libre albedrío: el privilegio y la responsabilidad de decidir por sí mismas el proceder que deben seguir. (Deu 30:19-20; Jos 24:15.) Este fue el caso de la primera pareja humana, lo que hizo posible que pudiera ponerse a prueba su devoción a Dios. (Gén 2:15-17; Gén 3:2-3.) Como su Hacedor, Jehová sabía con qué facultades los había dotado, y las Escrituras dejan claro que deseaba una adoración y un servicio que emanaran de mentes y corazones movidos por amor genuino, no una obediencia mecánica, como de autómatas. (Compárese con Deu 30:15-16; 1Cr 28:9; 1Cr 29:17; Jua 4:23-24.) Si Adán y su esposa no hubiesen tenido libre albedrío, no habrían satisfecho los requisitos de Dios, ni habrían sido completos o perfectos según Sus normas.Ha de recordarse que en lo que tiene que ver con el hombre, la perfección es relativa y está circunscrita al ámbito humano. Aunque Adán fue creado perfecto, no podía traspasar los límites que el Creador le había fijado, ni podía, por ejemplo, comer tierra, piedras o madera, sin sufrir las consecuencias. Si intentaba respirar agua en lugar de aire, se ahogaría. De manera similar, si permitía que su mente y corazón se alimentaran con pensamientos incorrectos, llegaría a abrigar deseos insanos y, por último, pecaría y moriría. (Stg 1:14-15; compárese con Gén 1:29; Mat 4:4.)Está claro que los factores determinantes son la voluntad y selección personales. Si insistiéramos en que un hombre perfecto no puede adoptar un mal proceder cuando hay una cuestión moral de por medio, ¿no deberíamos, por la misma razón, argüir también que una criatura imperfecta no podría adoptar un proceder correcto si tuviese que decidir sobre esa misma cuestión moral? Sin embargo, hay criaturas imperfectas que sí han adoptado un proceder correcto en asuntos morales que implican obediencia a Dios y hasta han escogido ser perseguidos antes que transigir, mientras que al mismo tiempo hay quienes escogen hacer lo que saben que es incorrecto. Por consiguiente, no todas las malas acciones pueden justificarse con la imperfección humana. De nuevo, los factores determinantes son la voluntad y la selección personal. Asimismo, en el caso del primer hombre, la perfección humana por sí sola no garantizaba una conducta recta, sino el ejercicio de su libre albedrío y la facultad de selección, impulsados ambos por el amor a su Dios y a lo que es recto. (Pro 4:23.)El primer pecador y el rey de Tiro. Como muestran las palabras de Jesús en Jua 8:44 y lo que revela el capítulo 3 de Génesis, el pecado y la imperfección en el ámbito humano fue antecedido por un proceso semejante en el ámbito de las criaturas celestiales. Aunque la endecha que se halla en Eze 28:12-19 se dirige al “rey de Tiro”, debe ser un reflejo del comportamiento paralelo al del primer hijo celestial de Dios que pecó. La vanidad del “rey de Tiro”, el que se erigiera a sí mismo en ‘dios’, el que se le llame “querubín” y la referencia al “Edén, el jardín de Dios”, son datos que corresponden a lo que la Biblia dice en relación con Satanás el Diablo: que se hinchó de orgullo, estuvo relacionado con la serpiente edénica y se le llama “el dios de este sistema de cosas”. (1Ti 3:6; Gén 3:1-5; Gén 3:14-15; Apo 12:9; 2Co 4:4.)El anónimo “rey de Tiro”, que residía en una ciudad sobre la que se afirmaba que era “perfecta en belleza”, estaba él mismo “lleno de sabiduría y [era] perfecto [adjetivo derivado del heb. ka-lál] en hermosura” y estaba “exento de falta [heb. ta-mím]” en sus caminos desde que se le creó hasta que la iniquidad se halló en él. (Eze 27:3; Eze 28:12; Eze 28:15.) Esta endecha puede que tenga su primer cumplimiento en la dinastía de reyes tirios, no en un rey en concreto. (Compárese con la profecía pronunciada en Isa 14:4-20 en contra del anónimo “rey de Babilonia”.) En ese caso, puede que la endecha haga alusión a las relaciones amistosas y de cooperación que la dinastía de reyes tirios mantuvo con David y Salomón durante sus respectivos reinados, cuando incluso contribuyeron a la edificación del templo de Jehová en el monte Moria. Por lo tanto, al principio no hubo nada que reprochar a la postura oficial del gobierno tirio hacia Israel, el pueblo de Jehová. (1Re 5:1-18; 1Re 9:10-11; 1Re 9:14; 2Cr 2:3-16.) Sin embargo, otros reyes posteriores abandonaron esa postura ‘intachable’, ‘exenta de falta’, y Tiro fue condenada por Joel, Amós y Ezequiel, los profetas de Dios. (Joe 3:4-8; Amó 1:9-10.) Al margen de la evidente similitud entre el comportamiento del “rey de Tiro” y el del principal Adversario de Dios, esta profecía es un ejemplo más de cómo las expresiones “perfección” y “exento de tacha” pueden emplearse en sentido relativo.
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PERFECCIÓN En La Biblia – Significado de la Palabra y Su Historia Bíblica.