Significado de SACRIFICIOS Y OFRENDAS Según La Biblia | Concepto y Definición

SACRIFICIOS Y OFRENDAS Significado Bíblico

¿Qué Es SACRIFICIOS Y OFRENDAS En La Biblia?

Elementos físicos que el adorador presenta a la Deidad para expresar devoción, acción de gracias o necesidad de perdón.
Antiguo Cercano Oriente
Israel no era la única nación de la zona que utilizaba sacrificios y ofrendas para expresar su religiosidad. Los numerosos métodos religiosos que las naciones empleaban en sus intentos de honrar a los dioses se caracterizaban por algún tipo de sistema sacrificial. Por lo tanto, la presencia de sacrificios y ofrendas en Israel no era exclusividad de ellos.
En literatura extrabíblica existen muchas referencias a ofrendas de sacrificios. En Babilonia, parte del ritual de purificación del templo de Bel para el festival del año nuevo incluía el sacrificio de un carnero. El animal era decapitado y el sacerdote, a su vez, utilizaba el cuerpo en la ceremonia de purificación. El cuerpo del carnero después era arrojado al río. El ritual que acompañaba el remplazo de la cabeza del timbal que se utilizaba en el templo, requería seleccionar un toro negro para sacrificarlo. Luego de una elaborada ceremonia que culminaba con el sacrificio del toro, la piel era sumergida en dos mezclas diferentes y frotada, y posteriormente se empleaba para cubrir el timbal.
Mientras que los sacrificios mencionados se llevaban a cabo en ocasiones especiales, una variedad de carneros, toros y aves se ofrecían diariamente como comida para los ídolos. Frente a las deidades también se colocaba cerveza de cebada, cerveza mezclada, leche, vino y también panes.
El propósito de sacrificios y ofrendas era satisfacer las necesidades físicas de comida y bebida de los dioses. La fidelidad en la preparación y presentación era un acto de devoción.
Antiguo Testamento
Los sacrificios se han practicado desde los tiempos más remotos del AT. Caín y Abel ofrendaron al Señor el fruto de la tierra y el primogénito del rebaño (Gén 4:1-26). Apenas salió del arca después del diluvio, Noé construyó un altar y ofreció holocaustos. Fueron un olor grato para el Señor (Gén 8:1-22). Otras historias de grandes diluvios del antiguo Cercano Oriente tienen paralelismos con esta acción de Noé. Las historias patriarcales de Gén 12:1-20Gén 50:1-26 están repletas de casos donde se ofrecían sacrificios a Dios. El más famoso es el de Abraham e Isaac (Gén 22:1-24).
En el AT no aparece un sistema de sacrificios organizado sino hasta después del éxodo de Israel de la tierra de Egipto. Las instrucciones para construir el tabernáculo y establecer una organización sacerdotal indicaban que se debían utilizar sacrificios en la consagración u ordenación de los sacerdotes (Éxo 29:1-46). Como ofrenda por el pecado se sacrificaba un toro. Otros sacrificios proveían comida santa a Aarón y sus hijos. Estos sacrificios se repetían diariamente durante una semana como parte de la “ordenación” de los sacerdotes. El altar se consagraba mediante la ofrenda de dos corderos, de las primicias y una libación u “ofrenda bebida” (nombre poco apropiado dado que nunca se bebía sino que se derramaba) de vino. Este sacrificio también se llevaba a cabo en forma cotidiana durante una semana.
Los sacrificios que constituían gran parte de la adoración de Israel en esa época se quemaban en el altar construido de madera de acacia y cubierto de bronce (Éxo 27:1-21). Además de dichos sacrificios, el incienso se quemaba sobre un altar más pequeño (Éxo 30:1-38). Si bien el altar del sacrificio estaba ubicado en el atrio, justo frente a la puerta del tabernáculo, el altar de incienso se encontraba adentro, delante del arca del pacto. Ver Altar.
Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38 brinda la descripción más detallada del sistema de sacrificios de Israel, que incluía cinco clases. Los sacrificios y las ofrendas que presentaba el pueblo debían ser la expresión física de su devoción interior.
1. Holocausto
(olah) Se ofrecía de mañana y de noche, y también durante días especiales como el Sábat, la luna nueva y las fiestas anuales (Núm 28:1-31; Núm 29:1-40; 2Re 16:15; 2Cr 2:4; 2Cr 31:3; Esd 3:3-6). Los rituales realizados luego de dar a luz (Lev 12:6-8), por flujo (Lev 15:14-15) o hemorragia (Lev 15:29-30), o después de que una persona con voto de nazareato se contaminaba (Núm 6:10-11) requerían un holocausto como así también una ofrenda por el pecado.
El animal para este sacrificio podía ser un toro joven, un cordero, una cabra, una tórtola o una palomita, pero tenía que ser un espécimen perfecto y completo. Pareciera que el tipo de animal elegido para este sacrificio dependía de las posibilidades económicas de quien presentaba la ofrenda. La persona debía colocar una mano sobre el animal para indicar que este estaba tomando el lugar de ella, y después debía matarlo. A continuación el sacerdote recogía la sangre y la rociaba sobre el altar y el santuario, y el adorador cortaba y desollaba el animal. Cuando se ofrecían aves, las mataba el sacerdote. Después de que este acomodaba las diversas partes sobre el altar, el animal entero se quemaba como sacrificio. La única porción que se conservaba era la piel, y la recibía el sacerdote (Lev 7:8). El que ofrecía este sacrificio lo hacía para restaurar la relación con Dios y expiar algún pecado. Cuando Arauna le ofreció gratuitamente a David los bueyes, los trillos y la madera para que pudiera realizar el sacrificio, este no los aceptó. Explicó que no podía ofrecer holocaustos que no le costaran nada (2Sa 24:18-25).
2. Ofrenda de grano u oblación
(minchah) La ofrenda de la cosecha de la tierra es la única que no requería derramamiento de sangre. Estaba compuesta por harina fina mezclada con aceite e incienso. A veces esta ofrenda se cocinaba como una torta antes de llevarla al sacerdote. Estas tortas, sin embargo, debían hacerse sin levadura. Cada oblación debía contener sal (Lev 2:13), tal vez como símbolo del pacto. Solo una porción de esta ofrenda se quemaba en el altar, y lo que sobraba era para los sacerdotes. Si bien no se da una razón para presentar esta ofrenda, tal vez haya simbolizado el reconocimiento de la bendición de Dios sobre la cosecha de parte de una sociedad basada en gran medida en la agricultura. El acto de ofrecer una porción representativa de la cosecha era otra expresión externa de devoción. Las ofrendas de granos al igual que las “ofrendas de bebidas” o libaciones de vino acompañaban todos los holocaustos y las ofrendas de paz (Núm 15:3-4).
3. Ofrenda de paz
(zebach shelamin; “paz” en RVR1960; “comunión” en NVI) Consistía en el sacrificio de un toro, una vaca, un cordero o una cabra sin defecto. Como en el caso de la ofrenda quemada (holocausto), el individuo colocaba una mano sobre el animal y lo mataba. Los sacerdotes, a su vez, rociaban la sangre en el altar. Solo ciertas partes de los órganos internos se quemaban. El sacerdote recibía el pecho y el muslo derecho (Lev 7:28-36), pero al que ofrecía el sacrificio se le daba gran parte de la carne para que celebrara con una comida (Lev 7:11-21). Como parte de la comida se ofrendaban varios tipos de pan (que finalmente los guardaba el sacerdote). Se debía presentar una “ofrenda de paz” en respuesta a una bendición inesperada (ofrenda de acción de gracias), una contestación a la oración (ofrenda de votos) o una gratitud generalizada (ofrenda de buena voluntad). La idea de acción de gracias se asociaba con la ofrenda de paz. A menudo acompañaba otros sacrificios en la celebración de eventos como la dedicación del templo (1Re 8:63) o la renovación espiritual (2Cr 29:31-36). Las “ofrendas mecidas” (tenuphah, consagración) y las “ofrendas elevadas” (terumah, contribución) también se asociaban con las ofrendas de paz. Eran porciones presentadas o elevadas al Señor que se mencionan por primera vez como parte de la ceremonia de ordenación sacerdotal (Éxo 29:24-27). Si bien la ofrenda mecida se ofrecía siempre en el santuario, la ofrenda elevada se podía presentar en cualquier lugar.
4. Ofrenda por el pecado
(chatta’t) Tenía por objeto purificar el santuario del pecado que se cometía involuntariamente y, de esta manera, permitir que Dios continuara habitando en medio de Su pueblo. Su naturaleza variaba según quién cometía el pecado. Si pecaba el sacerdote o la congregación de Israel, se requería un toro. Un líder del pueblo debía llevar un macho cabrío, mientras que cualquier otra persona debía sacrificar una cabra o un cordero. A los pobres se les permitía llevar dos tórtolas o dos palomas jóvenes. El que presentaba la ofrenda colocaba una mano sobre el animal y luego lo mataba. Cuando el sacerdote o la congregación pecaban, la sangre se rociaba siete veces ante el velo del santuario, y una parte se colocaba en los cuernos del altar del incienso. El resto se derramaba sobre la base del altar del sacrificio. Cuando pecaban otras personas, no se rociaba la sangre ante el velo. Los mismos órganos internos que se quemaban en la ofrenda de paz también se quemaban en este sacrificio. El resto del animal se llevaba fuera del campamento al lugar donde se desechaban las cenizas de los sacrificios y allí lo quemaban. Estos procedimientos de desecho no se realizaban cuando la ofrenda por el pecado se hacía por alguien que no era sacerdote (Lev 6:24-30). En este caso se permitía que el sacerdote comiera parte de la carne.
5. Ofrenda por la culpa
(asham) Esta ofrenda parece superponerse en cierto modo con la ofrenda por el pecado (Lev 4:1-35; Lev 5:1-19) y en Lev 5:6-7 se la denomina ofrenda por el pecado. La ofrenda por la culpa tenía que ver ante todo con la restitución. Alguien que tomaba algo ilegalmente debía devolverlo en su totalidad más el 20% del valor, y luego llevar un carnero para ofrendarlo por la culpa. Otras instancias que requerían este tipo de ofrenda incluían la limpieza de un leproso (Lev 14:1-57), el haber mantenido relaciones sexuales con la esclava de otra persona (Lev 19:20-22) y la renovación de un voto nazareo quebrantado (Núm 6:11-12).
Los holocaustos, las ofrendas de granos, de paz, por el pecado y por la culpa conformaban el sistema básico sacrificial de Israel. Por lo general se utilizaban de manera conjunta y se llevaban a cabo tanto individual como colectivamente. El sistema de sacrificios enseñaba sobre la necesidad de resolver el pecado y, al mismo tiempo, demostraba que Dios había provisto una manera para hacerlo.
La actitud de los profetas hacia el sistema de sacrificios
Los profetas hablaron duramente sobre el concepto que la gente tenía del sacrificio. Los individuos tendían a ignorar la fe, la confesión y la devoción pues pensaban que el mero acto del sacrificio garantizaba el perdón. Isaías afirmó que los sacrificios carecían de valor cuando no iban acompañados de arrepentimiento y una vida de obediencia (Isa 1:10-17). Miqueas reflejó los mismos sentimientos cuando proclamó que Dios no estaba interesado en el acto físico del sacrificio sino en la vida y el corazón del que lo ofrecía (Miq 6:4-6). Jeremías condenó la creencia de que mientras el templo permaneciera en Israel y el pueblo llevara a cabo los sacrificios fielmente, Dios los protegería. El simbolismo del sacrificio se debe reflejar en la vida de la persona (Jer 7:1-26). Malaquías reprendió a la gente por ofrecer a Dios animales cojos y enfermos en lugar de ofrendar lo mejor, tal como lo exigía la ley levítica. Al hacer esto, el pueblo profanaba el altar y despreciaba a Dios (Mal 1:7-14).
Los profetas no querían abolir el sistema de sacrificios. Más bien, denunciaban el mal uso de parte del pueblo. Dios deseaba recibir más que el mero acto físico de sacrificios sin sentido. Quería que las ofrendas reflejaran el corazón del adorador.
Nuevo Testamento
Durante la época del NT, el pueblo ofrecía sacrificios según las pautas del AT. De acuerdo con la ley levítica (Lev 12:1-8), María llevó a Jesús al templo cuando era bebé y ofreció un sacrificio para ser purificada. Sacrificó tórtolas o palomas, lo que indica la baja posición económica de la familia. Cuando Jesús sanó al leproso (Luc 5:12-14), le dijo que se presentara ante el sacerdote y ofreciera un sacrificio (comp. Lev 14:1-57). La limpieza del templo (Jua 2:1-25) tuvo lugar porque dentro de su radio la gente vendía animales y aves para los distintos sacrificios. Estas personas habían permitido que el “negocio” del sacrificio trastornara la naturaleza espiritual de las ofrendas. Jesús reprendió a los fariseos por descuidar sus responsabilidades familiares cuando alegaban que algo era “corbán” (ofrecido a Dios) y, por lo tanto, no podían ayudar a los padres (Mar 7:1-37). Corban es la palabra hebrea más común y generalizada para referirse a una ofrenda sacrificial (Lev 1:2). Ver Corbán.
El NT describe sistemáticamente la muerte de Cristo en términos de sacrificio. Hebreos describe a Cristo como el sumo sacerdote sin pecado que se ofreció a sí mismo como sacrificio por los pecadores (Lev 7:27). La superioridad del sacrificio de Cristo sobre el sistema sacrificial levítico se ve reflejada en que Su sacrificio solo tuvo que ofrecerse una vez. El libro finaliza con una exhortación a ofrecer sacrificios de alabanza a Dios por medio de Cristo. Este pensamiento se ve reflejado en 1Pe 2:1-25, donde se hace referencia a los creyentes como un sacerdocio santo y real que ofrece sacrificios espirituales.
Pablo utilizó la terminología de los sacrificios del AT en las enseñanzas acerca de la muerte de Jesús, que fue una ofrenda y un sacrificio a Dios y, como tal, un olor fragante (Efe 5:2). Asoció a Jesús con el sacrificio de la Pascua (1Co 5:7).
La iglesia del primer siglo vivía en una cultura que ofrecía sacrificios a dioses paganos. En Listra, Pablo y Bernabé fueron confundidos con los dioses Júpiter y Mercurio. El sacerdote de Júpiter quiso ofrecerles sacrificios (Hch 14:1-28). La iglesia de Corinto se vio envuelta en una controversia sobre si los cristianos podían comer carne ofrecida a ídolos (1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33). La predicación del evangelio de Pablo en Éfeso desbarató el negocio y el culto a la diosa Diana (Hch 19:1-41).
El sistema de sacrificios judíos cesó cuando el templo de Jerusalén fue destruido en el 70 d.C. No obstante, para ese entonces la iglesia ya había comenzado a distanciarse del judaísmo. La perspectiva bíblica del sacrificio también cambió. En el AT y en los primeros años del NT, el sacrificio era el modo aceptado de adoración. Sin embargo, con la muerte de Cristo el sacrificio de animales se tornó innecesario. Como templo y sacerdote de Dios, el creyente ahora tiene la responsabilidad de ofrecer sacrificios espirituales aceptables (Rom 12:1-2; 1Pe 2:5; Heb 13:15). Pablo también habló de sí mismo como una libación derramada (Flp 2:17), y catalogó la ofrenda de los filipenses como olor fragante y sacrificio agradable a Dios (Flp 4:18; Rom 15:16).

Scott Langston y E. Ray Clendenen