Significado de SISTEMA JUDICIAL Según La Biblia | Concepto y Definición

SISTEMA JUDICIAL Significado Bíblico

¿Qué Es SISTEMA JUDICIAL En La Biblia?

El sistema judicial de la antigua Israel no se describe detalladamente en el AT ni en ninguna otra fuente extrabíblica. Las leyes que regían la conducta de los jueces y de los testigos, los informes acerca de los líderes consultados para tomar decisiones legales, y las narraciones de los procedimientos judiciales complementan los relatos de la designación de jueces asistentes que Moisés llevó a cabo (Éxo 18:1-27) y la reforma judicial de Josafat (2Cr 19:1-11). Las investigaciones arqueológicas aún no han descubierto documentos judiciales de la antigua Israel.
Las disputas legales se podían resolver a nivel de la sociedad donde habían surgido. El jefe de una familia tenía autoridad para decidir casos dentro de su casa sin llevar el asunto delante de un juez profesional (Gén 31:1-55; Gén 38:1-30). Los códigos legales limitaban en algunos casos su autoridad (Núm 5:11-31; Deu 21:18-21; Deu 22:13-21). Cuando se encontraban involucradas personas de más de una familia, el caso se llevaba delante de los ancianos de la ciudad, quienes eran los jefes del círculo familiar más amplio que vivían juntos en ese lugar y representaban a la comunidad en su totalidad. Los ancianos servían como testigos de una transacción (Deu 25:5-10; Rut 4:1-12), decidían la culpabilidad o la inocencia (Deu 19:1-21; Deu 22:13-21; Jos 20:1-6), o ejecutaban el castigo correspondiente a la parte culpable (Deu 22:13-21; Deu 25:1-3). Los ancianos ayudaban a preservar a la comunidad ocupándose de que las disputas se resolvieran de una manera que pareciera justa a todos.
Las disputas entre las tribus eran más difíciles de resolver. Varias tribus participaron en el caso donde una mujer de Judá concubina de un levita que vivía en el territorio de Efraín, fue violada y asesinada en Gabaa de Benjamín (Jue 19:1-30; Jue 20:1-48; Jue 21:1-25). Por lo tanto, el levita apeló a todas las tribus de Israel para que se hiciera justicia. Los intentos iniciales de negociación fueron rechazados cuando los hombres de Benjamín se negaron a entregar al culpable para que fuera castigado. Israel entonces entró en guerra contra toda la tribu de Benjamín, la derrotó e hizo un voto prometiendo que no permitiría a sus integrantes casarse con personas del resto de las tribus. El historiador bíblico se lamenta diciendo que estas cosas sucedían cuando no había ningún rey que aplicara la ley (Jue 21:25).
Durante el período de la historia israelita que cubre el libro de Jueces se observa a varios individuos designados por Dios que poseían una autoridad judicial especial. A los denominados “jueces menores” (Jue 10:1-5; Jue 12:8-15) no se les atribuye haber liberado a Israel de la opresión por medios militares, de manera que la función que desempeñaron tal vez haya sido puramente judicial o política. Algunos eruditos han identificado ese oficio como “jueces de toda Israel” dentro de la liga tribal, pero otros han argumentado que su jurisdicción correspondía a un área más pequeña. Débora y posteriormente Samuel también decidieron sobre litigios. Sus actividades judiciales se llevaban a cabo en una región limitada (Jue 4:4-5; 1Sa 7:15-17). Se desconoce si solo escuchaban casos de apelación. La Biblia no dice cómo estos individuos llegaron a obtener su autoridad como jueces. Tanto Débora como Samuel eran profetas. Los otros jueces libertadores fueron llamados por Dios y poseían el Espíritu Santo, de modo que probablemente la autoridad judicial también fuera un don divino.
Un sistema jerárquico de justicia y de jueces podía existir cuando la autoridad política estaba centralizada. En Éxo 18:13-26, Moisés designó jueces asistentes para que decidieran los casos más pequeños de manera que él pudiera conservar su energía para las causas difíciles. En Deu 17:2-13; Deu 19:16-19 se describe un sistema donde las cortes locales transferían los casos complejos a los jueces supremos. Esto no era una corte de apelaciones a la que las partes insatisfechas podían llevar los casos para ser considerados; era una corte de expertos que podían pronunciar juicio en causas demasiado complicadas como para que los jueces locales decidieran por sí solos. El sistema judicial que instituyó Josafat también seguía este modelo (2Cr 19:4-11). Aunque el rey designaba a los jueces, estos también eran responsables ante Dios (2Cr 19:6). No es claro si los habitantes de Jerusalén iban directamente a la corte central. Solo sabemos que “los príncipes de Judá” juzgaron a Jeremías en Jerusalén, luego que los sacerdotes y profetas lo acusaron de un crimen posible de muerte. El sistema que se describe en Deu 17:1-20; Deu 19:1-21 y en 2Cr 19:1-11 tiene como jueces de la corte central de Jerusalén tanto a sacerdotes como a funcionarios seculares.
El rey poseía autoridad judicial limitada. A pesar de su poder político supremo, no estaba por encima de la ley. El pueblo no aceptó la sentencia de muerte que Saúl pronunció sobre Jonatán (1Sa 14:39) y los sacerdotes de Nob (1Sa 22:6-23). A Jonatán no lo castigaron y finalmente una persona no israelita asesinó a los sacerdotes. El crimen de David contra Urías y el maltrato que le aplicó a Absalón, lo llevaron a condenarse a sí mismo (2Sa 12:1-6; 2Sa 14:1-24). A diferencia de Saúl, David y Salomón tuvieron capacidad de ejercer autoridad para ejecutar o perdonar la vida de las personas que representaban una amenaza para su reinado (2Sa 1:1-16; 2Sa 4:1-12; 2Sa 19:16-23; 2Sa 21:1-14; 1Re 2:19-46). Jezabel utilizó la corte local existente para deshacerse de Nabot y confiscar su viña. Dios, sin embargo, la castigó a ella y a Acab por haber hecho ejecutar a Nabot bajo acusaciones falsas aun cuando Acab era rey (1Re 21:1-29; 1Re 22:1-53). Deu 17:18-20 coloca al rey al mismo nivel de sus súbditos con respecto a los requerimientos de la ley de Dios. El monarca en Israel no tenía autoridad para promulgar leyes nuevas ni para proclamar fallos arbitrarios que iban en contra de cómo se entendía la justicia.
En Israel se conocía el ideal del rey justo que supervisaba la aplicación de justicia para todos sus súbditos. En este sentido, el rey mismo era el ejemplo a seguir en cuanto a un juez justo y honesto que participaba personalmente en las audiencias como así también en la designación de otros jueces. Absalón pudo aprovecharse del fracaso de David, que no vivió a la altura de este ideal (2Sa 15:1-6). Salomón es el ejemplo supremo del juez justo al que Dios concedió discernimiento y sabiduría (1Re 3:1-28).
Se desconoce la relación de la corte real con el resto del sistema judicial. La mujer sabia de Tecoa apeló ante David una decisión que se había tomado con respecto a otros miembros de su familia (2Sa 14:1-33). La viuda sunamita apeló con éxito ante el rey de Israel para que se le restaurara la casa y la tierra que había abandonado durante una época de hambruna (2Re 8:1-6). El famoso caso de las dos prostitutas y el hijo recién nacido se llevó directamente ante Salomón sin juicio previo (1Re 3:16-28). Todos estos casos parecieran excepcionales. En los dos primeros casos participaron terceras partes poderosas. Joab consiguió la audiencia con David, y la sunamita tuvo como abogado a Giezi, el siervo de Eliseo. Las dos prostitutas no tenían familiares que resolvieran la disputa. Por lo tanto, no estamos seguros de lo que pueden aportar estos relatos sobre la forma en que las causas llegaban comúnmente a ser escuchadas por el rey. No existen leyes en el AT que definan el proceso de apelación judicial ante el monarca.
Los sacerdotes también poseían autoridad judicial. Los pasajes sobre la corte suprema de Jerusalén mencionan a los sacerdotes junto con el juez secular (Deu 17:9; Deu 19:17; 2Cr 19:8; 2Cr 19:11). Algunos eruditos creen que esta división entre las cortes religiosas y las civiles refleja el período posexílico donde la autoridad secular era la del rey persa y de los sacerdotes judíos que administraban la ley de Dios (Esd 7:25-26). No obstante, los sacerdotes israelitas poseían un corpus de conocimiento en función del cual regían las cuestiones que pertenecían a la adoración a Dios y la pureza de la comunidad. El objetivo del culto y del sistema judicial era quitar de la comunidad la culpabilidad por sangre (Deu 21:1-9). No podemos determinar de qué modo los jueces sacerdotales estaban relacionados con los otros sistemas judiciales ni la manera en que las causas se asignaban a los diversos jueces.
Los procedimientos judiciales en su forma precisa tal vez se puedan reconstruir de la siguiente manera. No había fiscales ni abogados defensores; el acusador y el acusado discutían las causas. El peso de la prueba dependía del defensor. Cuando era necesario se presentaban evidencias físicas (Deu 22:13-21), pero la comprobación de la causa dependía primeramente del testimonio y del argumento persuasivo. Para condenar se requería, por lo menos, la palabra de dos testigos (Deu 19:15). El sistema dependía de la sinceridad de los testigos y la integridad de los jueces (Éxo 18:21; Éxo 20:16; Éxo 23:1-3; Éxo 23:6-9; Lev 19:15-19; Deu 16:19-20; Deu 19:16-21; 2Cr 19:6-7). Los profetas condenaban a los jueces corruptos (Isa 1:21-26; Amó 5:12; Amó 5:15; Miq 7:3) y a quienes los respaldaban (Amó 5:10). Las causas que se iniciaban con un testigo malicioso mediante falso testimonio se derivaban a la corte central (Deu 19:16-21). En algunas circunstancias, el acusado se podía someter a una prueba difícil o a un voto a fin de probar su inocencia (Éxo 22:6-10; Núm 5:11-31; Deu 21:1-8). Si era culpable, Dios lo castigaba directamente. El echar suertes para descubrir a la parte culpable era otro procedimiento extraordinario. En los dos casos que se registran en la Biblia, la persona identificada también confesó su culpabilidad (Jos 7:1-26; 1Sa 14:24-46). Los jueces eran responsables de aplicar el castigo, en el que a menudo participaba toda la comunidad (Deu 21:21). El sistema judicial solo podía funcionar adecuadamente cuando la comunidad estaba de acuerdo con sus decisiones y cooperaba para aplicarlas. Las cortes, al juzgar justamente, enseñaban la ley de Dios y los principios de la justicia divina. Además funcionaban en conjunto con el pueblo a fin de restaurar la paz en la comunidad y la integridad ante Dios siempre que se reconociera quién estaba en lo correcto y se le impusiera al culpable una pena apropiada.

Pamela J. Scalise