Significado de SOBERANÍA DE DIOS Según La Biblia | Concepto y Definición

SOBERANÍA DE DIOS Significado Bíblico

¿Qué Es SOBERANÍA DE DIOS En La Biblia?

Enseñanza bíblica que expresa que Dios es omnipotente y gobierna sobre todas las cosas (Sal 135:6; Dan 4:34-35). Dios reina y obra de acuerdo con Su propósito eterno, aun a través de acontecimientos que parecerían contradecir u oponerse a Su gobierno.
Enseñanza bíblica
Las Escrituras enfatizan el gobierno de Dios en tres áreas: la creación, la historia de la humanidad y la redención. La Biblia expresa claramente el dominio divino sobre la creación (Gén 1:1-31; Mar 4:35-41; Rom 8:20-21), incluso la función de Cristo de sustentar y regir todas las cosas (Heb 1:3; Col 1:15-17). La Biblia también afirma que Dios gobierna la historia de la humanidad según Su propósito, desde los acontecimientos comunes y corrientes en la vida de las personas (Jue 14:1-4; Pro 16:9; Pro 16:33) hasta el surgimiento, las relaciones y la caída de las naciones (Sal 22:28; Hab 1:6; Hch 17:26). Las Escrituras muestran la redención como obra exclusiva de Dios, quien según Su propósito eterno, toma la iniciativa en la provisión y aplicación de la salvación y en capacitar al hombre para que la acepte por voluntad propia (Jua 17:2; Rom 8:29-30; Efe 1:3-14; 2Ts 2:13-14; 2Ti 1:9-10).
Cinco temas parecieran estar en conflicto con el gobierno absoluto de Dios: la maldad, el libre albedrío, la responsabilidad humana, el evangelismo y la oración.
La soberanía y el mal
La Biblia no explica la relación entre la soberanía divina y el mal. En cambio, sí enseña que Dios no comete maldad ni la aprueba (Hab 1:13; Stg 1:13); en su lugar, aunque la permite, también la restringe (Job 1:12-22; Job 2:1-7); la juzga (Isa 66:3-4; Hch 12:19-23; Apo 20:11-15); la emplea para el bien de Sus hijos y para cumplir Sus propósitos divinos (Gén 50:20; Rom 8:28-29).
La soberanía y el libre albedrío
Algunos ven contradicción entre la soberanía divina y el libre albedrío humano, un término que suele malentenderse. La voluntad del hombre es libre en el sentido de que toma decisiones que tienen consecuencias reales. Sin embargo, la voluntad del hombre no es moralmente neutral; más bien, está esclavizada por el pecado y, sin la gracia divina, decide libre y sistemáticamente rechazar a Dios (Rom 3:10-11; Efe 2:1-3; 2Ti 2:25-26). Las Escrituras afirman tanto la soberanía divina como la actividad voluntaria del hombre. El ascenso de Faraón al poder fue completamente por su propia voluntad, pero también se debió por completo a la mano de Dios (Éxo 9:16). La crucifixión de Cristo fue plenamente la acción deliberada de hombres pecaminosos y, al mismo tiempo y en forma plena, el propósito de Dios (Hch 2:23; Hch 4:27-28). Las conversiones se relatan en Hechos de una manera coherente con ambos conceptos (Hch 13:48; Hch 16:14).
La soberanía y la responsabilidad humana
Si bien Dios es soberano, el hombre sigue siendo responsable ante Él por sus acciones (Rom 2:5-11; Rom 3:19). La relación entre estos dos conceptos es misteriosa pero no contradictoria. Pablo plantea el tema pero, en lugar de resolver el conflicto, simplemente afirma ambas perspectivas (Rom 9:19-29).
La soberanía y el evangelismo
Jesús afirmó la soberanía absoluta de Dios y, en el mismo contexto, invitó a los pecadores a recurrir a Él para ser salvos (Mat 11:25-30). Pablo comenzó a desarrollar profundamente el tema de la soberanía divina manifestando su pesar por sus compatriotas perdidos (Rom 9:1-5); en el mismo contexto expresó su sentida oración por la salvación de ellos (Rom 10:1) y afirmó la promesa de esa salvación para “todo aquel que invocare el nombre del Señor” (Rom 10:12-13). De modo que la afirmación de la soberanía divina va de la mano con el evangelismo y la tarea misionera (2Ti 1:12; 2Ti 2:10), y con el deseo y la oración para que toda persona o pueblo perdido sea salvo.
Soberanía y oración
Para el creyente, la soberanía de Dios significa que “Si Dios está de nuestra parte, nadie podrá ponerse en contra de nosotros” (Rom 8:31 TLA). En repetidas ocasiones la Biblia declara que Dios desea conceder los pedidos del cristiano (Rom 8:32; 1Jn 5:14-15). El creyente puede orar confiado de que sus oraciones serán oídas y contestadas. Ver Dios; Providencia.

T. Preston Pearce