Significado de TRABAJO, TEOLOGÍA DEL Según La Biblia | Concepto y Definición

TRABAJO, TEOLOGÍA DEL Significado Bíblico

¿Qué Es TRABAJO, TEOLOGÍA DEL En La Biblia?

Se refiere a la importancia del trabajo a la luz de la naturaleza divina. Dios es un ser personal cuyas múltiples actividades y obras no solo confieren bendiciones a Sus criaturas sino que incluso infunden de significado y trascendencia divina a la acción de trabajar, e imponen sobre los seres humanos una obligación de comprometerse en el trabajo de la manera que lo hace Dios.
Dios se presenta a sí mismo como ejemplo del equilibrio entre trabajar y abstenerse de hacerlo, de descansar y deleitarse del fruto de Sus tareas. Se enfatiza la importancia del trabajo porque Dios ordenó seis de siete días para trabajar y solo uno para descansar (Éxo 20:8-11). Las Escrituras expresan claramente que los seres humanos imitan a Dios tanto al trabajar como al descansar (Éxo 20:11). Posteriormente (Deu 5:12-15), el día de reposo no es solo un día de descanso físico y de refrigerio para todos los trabajadores (siervos, animales, etc.) sino que también sirve como recordatorio de la redención de Israel de la esclavitud en Egipto. Ver Sábat, Sábado, Día de reposo.
Un Dios que trabaja
Génesis se inicia con la imagen de un Creador que trabaja, cuya tarea principal constituye una inversión de Su creatividad, inteligencia, palabras, aliento y “manos” (la imagen del Hijo y del Espíritu como las dos “manos de Dios” es un desarrollo teológico posterior correspondiente al siglo II).
Una criatura que trabaja
El propósito de Dios para los seres humanos, quienes son el pináculo de Su creación, era trabajar, específicamente en el Edén, para labrar la tierra (Gén 2:15) y para administrar el huerto como buenos mayordomos. No obstante, aparte del mandato directo de Dios de labrar y administrar el huerto, pareciera que la actitud de trabajar activamente es parte integral de la naturaleza de Dios, y todas sus criaturas reflejan esta característica cuando trabajan de manera activa y diligente (Pro 6:6-11). A pesar de la perfección de la creación divina, la desobediencia humana echó a perder la imagen de Dios en ellos y dio como resultado una maldición sobre la tierra (Gén 3:17-19). De allí en más, la relación cooperativa entre los seres humanos y el resto de la creación dejó de ser una tarea placentera para convertirse en esfuerzo y dificultad. Este estado continuará hasta el momento escatológico en que la maldición sea eliminada y toda la creación sea redimida (Rom 8:19-23). Durante el período intermedio, tanto el AT como el NT enseñan que el trabajo (ya no restringido solamente a agricultura sino ampliado, e incluyendo actividades comerciales, obligaciones del hogar y cualquier empleo) les proporciona a los seres humanos un sentimiento de gozo, satisfacción, dignidad y respeto (Ecl 3:1-22; Ecl 4:1-16). El pueblo de Dios no solo tiene que desarrollar sus mejores esfuerzos para llevar a cabo sus tareas; también se los invita a guardar los patrones éticos y morales más elevados. Se elogian y admiran las transacciones de negocios hechas con integridad, el trabajo con total diligencia y el buen trato hacia los empleados (Booz en Rut 2:4), en tanto que se aborrece la deshonestidad, el ocio y la pereza (Pro 6:1-35).
La literatura sapiencial tal vez dé la impresión de describir el trabajo de las criaturas con un aspecto sombrío, recordando la maldición del Génesis (Ecl 2:11; Ecl 2:18-23) donde los seres humanos deben hacer un gran esfuerzo para ganarse la vida en base a la tierra como recordatorio diario de que un día volverán a ella (Gén 2:17-19; Gén 2:23). Sin embargo, el mensaje de la literatura sapiencial con respecto al trabajo no es que este es una maldición por el pecado sino, más bien, que los seres humanos sobrevivirán solamente mediante el esfuerzo físico constante y arduo debido a que la tierra ya no dará fruto fácilmente. Es evidente que la tarea establecida para la humanidad sigue siendo la misma fuera del paraíso de lo que fue dentro de él: labrar la tierra (Gén 3:23). La luz positiva para el Maestro (Predicador; Kohelet) era la bendición de Dios donde a los seres humanos se les permite disfrutar del fruto de su propio esfuerzo (Ecl 3:13) y también hallar el significado de la vida (aparte de su esfuerzo) mediante la sabiduría y el temor de Dios (Ecl 2:24-26; Ecl 12:13).
En el NT, la labor de las criaturas es, en cierto modo, santificada porque el Hijo de Dios también trabajó. Jesús y Sus discípulos dieron ejemplo de una vida de trabajo en diversas ocupaciones (pesca, carpintería), y a través de muchas parábolas Jesús enseñó los principios del reino utilizando ilustraciones relacionadas con el trabajo (la justicia y la generosidad en el trato con los empleados: Mat 18:23-25; Mat 20:1-16; el ingenio en las inversiones: Mat 25:14-30; la astucia y la prudencia: Luc 16:1-13). En general, los Evangelios y la literatura paulina describen el trabajo positivamente y exhortan al pueblo de Dios a trabajar de manera fiel, honesta, fructífera, y con una visión de agradar a Dios más que a los amos terrenales. La diligencia recibe alabanza mientras que el ocio conduce a censura (Efe 6:5-9; 1Ts 2:9; 1Ts 4:11-12; 2Ts 3:6-12).
Uso especial del trabajo en el NT
Comenzando en los Evangelios, “trabajo” (kopos: esfuerzo, ocupación, dificultad; o ergon: obra, tarea, acción) y “trabajador” (ergates) describen con frecuencia el ministerio del evangelio. Jesús se refiere a sí mismo de este modo (Jua 4:34, la obra de Dios; Jua 5:17, la obra de sanidad; Jua 17:4, la obra de redención) y a los Doce que envió (Mat 10:10; ergates, predicando el evangelio). Pablo utiliza este significado en numerosas ocasiones en frases como “han trabajado mucho (ekopiasen) en el Señor”, al referirse a María, a Trifena, a Trifosa y a Pérsida (Rom 16:1-27); a ganarse el sustento al decir que “vivan del evangelio” (1Co 9:14), a “la obra (ergou) de vuestra fe” (1Ts 1:3) y a un “obrero” (ergaten) al referirse a Timoteo, cuya “obra” alude a que “usa bien la palabra de verdad” (2Ti 2:15). Dejando de lado la vocación humana y terrenal de cada persona, todo creyente tiene también una vocación divina que consiste en hacer la obra de Dios en la medida que esté capacitado y dotado por el Espíritu Santo.

Stefana Dan Laing