Significado de TRANSPORTE Y VIAJES Según La Biblia | Concepto y Definición

TRANSPORTE Y VIAJES Significado Bíblico

¿Qué Es TRANSPORTE Y VIAJES En La Biblia?

Medios y formas de traslado comercial y privado entre pueblos y naciones durante el período bíblico. Los viajes en la antigüedad, al igual que en el mundo moderno, son resultado de factores económicos, políticos, sociales y religiosos. En su mayoría, el transporte y los viajes en el mundo bíblico se realizaban a pie (Jue 16:3; Jos 9:3-5; 1Re 18:46). Al principio esto significaba seguir las sendas que hacían los animales a través de montes y valles de Palestina. Sin embargo, a medida que las exigencias económicas y políticas de la región aumentaron, también se incrementó el tránsito. Era necesario contar con rutas mejor delimitadas y menos accidentadas para los viajeros y el transporte de grandes cantidades de productos de un lugar a otro. Diversos tipos de grandes animales de carga también tuvieron que ser domesticados y preparados para dicha tarea (Éxo 23:5).
A medida que el comercio comenzó a expandirse más allá del área local, se desarrollaron carreteras internacionales y rutas comerciales, la Vía Maris y la carretera real de Transjordania. Rutas sumamente transitadas como estas fueron un factor contribuyente a la fundación de muchas ciudades. También funcionaban como conexión principal desde donde salían rutas secundarias que unían ciudades y pueblos de Palestina con el resto del Cercano Oriente (Pro 8:2-3). Estas carreteras promovían el traslado de comerciantes, peregrinos religiosos, funcionarios gubernamentales y ejércitos entre las distintas regiones del país y las naciones extranjeras. La mezcla de culturas y economías resultante creó la sociedad que se describe en textos bíblicos y extrabíblicos.
Factores geográficos en los viajes
Quizás el mayor obstáculo que los viajantes y los constructores de caminos tenían que vencer eran los accidentes geográficos de Palestina. Las regiones desérticas del Neguev y las tierras altas de Judea en el sur requerían identificación de pozos y pastizales para los animales de carga. La cadena montañosa central de Palestina forzaba a los viajeros a zigzaguear por elevaciones empinadas (como las que existían entre Jericó y Jerusalén), seguir la dirección de las cadenas montañosas a lo largo de las cumbres (la ruta de Bet-horón al noroeste de Jerusalén) o transitar junto a las vertientes de aguas (Belén a Mizpa). Los viajeros tenían que vadear numerosos arroyos y también el Río Jordán (2Sa 19:18), a veces a costa de equipaje y animales.
Cuando era preciso atravesar valles, como el de Jezreel, los caminos generalmente seguían el terreno más alto a lo largo del pie de los montes para evitar regiones pantanosas y mantenerse lejos de torrentes embravecidos que a veces llenaban el lecho de arroyos en la estación lluviosa. Valles estrechos y serpenteantes, como en el Desierto de Judea, solían ser áreas perfectas para emboscadas de bandidos. A lo largo de la llanura costera, las dunas de arena obligaban a hacer un desvío tierra adentro hasta la meseta de la Sefela.
La accidentada costa de Palestina carecía de un buen puerto de aguas profundas para las embarcaciones. Por esa razón era necesario realizar un viaje adicional por tierra a fin de transportar mercaderías agrícolas y otros productos comerciales hacia y desde los puertos de Ezión-geber (1Re 9:26-28) en el Mar Rojo, y los fenicios de Tiro y Sidón. Salomón poseía una flota de barcos que operaba en el Mar Rojo para contactarse con el comercio africano. Otro grupo de navíos de Salomón (heb. “barcos de Tarsis”) se unió a las flotas de Hiram de Tiro en el Mediterráneo (1Re 10:22). A pesar de esta actividad, los reyes de Israel por lo general carecían de experiencia en el mar. En ocasiones, esto los hacía reticentes a confiar en la navegación. Por ejemplo, el rey Josafat de Judá se negó a realizar nuevas incursiones para obtener oro de Ofir después de que su primera flota de barcos fuera hundida en las proximidades de Ezión-geber (1Re 22:48-49). Ver Barcos, marineros y navegación.
A pesar de estas dificultades, el deseo de viajar y las necesidades comerciales de las naciones motivaron la identificación de rutas relativamente seguras ante el ataque de bandidos, y que permitían el libre transporte de mercadería a todas las regiones de la zona en animales de carga y carros. Las rutas por donde circulaba este tráfico variaban en tamaño e iban desde carreteras de dos vías de aprox. 3 m (10 pies) de ancho, hasta sendas angostas a través de los campos, apenas anchas como para que un hombre y su burro pasaran uno detrás del otro. El factor determinante en todos los casos era el uso que se le daba a cada ruta. Los caminos transitados por carros de dos y cuatro ruedas tirados por bueyes requerían más espacio y una calzada más lisa (Isa 62:10) que los senderos que cruzaban los viñedos.
Los reyes del antiguo Cercano Oriente (Shulgi de Ur III, Mesopotamia, y Mesa, rey de Moab) con frecuencia hacían alarde del registro oficial de sus actividades en la construcción de rutas. Estas carreteras, tan importantes para el mantenimiento del control político y económico de la nación, tal vez hayan sido mantenidas en buenas condiciones por obreros reclutados por el gobierno que realizaban trabajos forzados (2Sa 20:24; 1Re 9:15) o por el ejército. Dado que en el período bíblico no se conocían los puentes, se identificaban vados (Jue 12:5-6 NVI) para uso general y, en el período Romano, fueron emparejados mediante la colocación de piedras planas en el lecho del río. Cuando no se podía encontrar un cruce para el río, los botes se amarraban juntos para formar transbordadores temporarios o grandes transportes.
Factores políticos y militares en el transporte
Si bien el terreno tenía mucho que ver con la construcción de carreteras, otro factor importante era la situación política de la región. En el antiguo Israel, las rutas no solo unían centros comerciales y religiosos sino que además protegían asentamientos y facilitaban la llegada de ejércitos en tiempos de guerra. La vasta red de carreteras en la dificultosa zona montañosa de Judea habla de manera elocuente sobre la importancia de Jerusalén, el centro de actividades de esa región. Funcionaba como centro político de la monarquía davídica y centro religioso de la nación, lo cual hacía que muchos peregrinos ascendieran a Sión (Sal 122:1). Las legiones romanas construyeron un sistema de carreteras aun más complejo para dominar el país y detener la rebelión organizada después de las revoluciones del 69–70 y 135 d.C.
Durante la monarquía, las campañas militares requerían carreteras en buenas condiciones para facilitar el movimiento de las tropas en el país. A fin de proteger valles y rutas que llevaban a la capital en Jerusalén, se construyó una serie de fortalezas entre las que se encontraban Gezer, Bet-horón, Baalat y Tadmor (1Re 9:17-19 NVI). En tiempos de paz, los séquitos reales también viajaban por estas rutas protegidas para realizar tareas gubernamentales (1Re 12:1; 1Re 18:16).
Para ayudar con el constante flujo de viajeros del gobierno se construyeron paradores (cada 15 o 20 km [entre 10 y 15 millas] en el Imperio Persa) y puestos administrativos. Antes de que hubiera posadas, estas estaciones proveían suministros a los funcionarios que viajaban y monturas frescas a los mensajeros. El que viajaba por su cuenta a lo largo del camino tenía que depender de la hospitalidad de las aldeas o los amigos (Jue 19:10-15; 2Re 4:8).
Los sistemas de rutas y las instalaciones portuarias de los reyes de Israel y Judá se expandían en tiempos de prosperidad y se disputaban en épocas de guerra (2Re 16:6). Meguido, que custodiaba la entrada occidental al Valle de Jezreel, controlaba el tráfico por la Vía Maris hacia el interior de la región y luego en dirección norte hacia Damasco. Al igual que Hazor y Gezer, Salomón demostró conocer la importancia estratégica de ese lugar como para fortificarlo y proteger las fronteras de Israel (1Re 9:15). Los gobernantes extranjeros también lucharon para capturar la ciudad (que fue destruida más de una decena de veces mientras estuvo habitada), y el rey Josías de Judá murió allí en el 609 a.C. cuando defendía el paso frente a los ejércitos del faraón Necao II (2Re 23:29).
Factores religiosos en los viajes
Según textos bíblicos, uno de los motivos principales de viaje era la visita a un santuario religioso o la realización de sacrificios. A lo largo de gran parte de la historia de Israel se relata que el pueblo viajaba a lugares como Siquem (Jos 24:1), Silo (1Sa 1:3), Ofra (Jue 8:27), Dan (Jue 18:30) y Bet-el (1Re 12:26-33). Allí demostraba su devoción ante una imagen sagrada o frente al arca del pacto. Los lugares altos (bamot) también eran sitios populares entre los peregrinos religiosos. En el período previo a que Jerusalén se estableciera como centro religioso de la nación, profetas como Samuel visitaban asiduamente estos santuarios locales para presentar sacrificios (1Sa 9:12). Los ritos religiosos locales a veces incluían la reunión de una familia procedente de distintos lugares de la nación, como así también parte de la celebración anual (1Sa 20:6).
Animales utilizados en los viajes
Gran parte de lo que se sabe sobre los animales utilizados para transportar personas y materiales en el mundo antiguo se basa en la evidencia textual y en el arte. La Biblia menciona diferentes tipos de animales de carga: burros, mulas, camellos y bueyes. Entre ellos, los asnos tal vez hayan sido el medio de transporte más popular en el Cercano Oriente. Se los describe en antiguos textos asirios (aprox. 2100 a.C.) diciendo que transportaban lingotes de cobre desde Capadocia en Turquía. Las pinturas en la tumba de Beni Hasan de Egipto, que datan del 1900 a.C., retratan vívidamente caravanas semitas con asnos cargados de equipaje y mercancías.
En relatos bíblicos, el asno es el principal medio de transporte privado y comercial a lo largo de la historia del pueblo de Israel. Los hijos de Jacob acarrearon a lomo de burro desde Egipto a Canaán el grano que habían comprado (Gén 42:26); Isaí envió a David a la corte de Saúl con un asno cargado de provisiones (1Sa 16:20), y Nehemías se enojó muchísimo cuando vio que los judíos transportaban granos en asnos durante el día de reposo (Neh 13:15).
Las mulas se mencionan con menos frecuencia. Esto quizás se deba a la escasez de caballos para reproducción o a la costumbre de limitar el uso de mulas a las clases altas (2Sa 13:29). Por ejemplo, a los hijos de David, Absalón (2Sa 18:9) y Salomón (1Re 1:33) se los describe montados en mulas. Un pasaje de la Biblia (Isa 66:20) describe a quienes integraban la caravana de exiliados que volvían a Jerusalén montados en caballos, mulas y camellos, y también en carros y literas. No obstante, cada uno de estos medios de transporte cuadra perfectamente en la visión del profeta en cuanto a una procesión gloriosa que va camino a Jerusalén en lugar de trasladarse en grupos de viajeros como solían hacerlo por la ruta internacional.
Los camellos aparecen varias veces en el texto llevando grandes cargas (cinco veces más que un asno). Un ejemplo claro es 2Re 8:9 (NVI). Ben-hadad, rey de Siria, le envió “cuarenta cargas de camello” en mercancías a Eliseo en un intento por saber si se recuperaría de una enfermedad. En otra ocasión, Isaías denunció a los líderes de Judá por enviar camellos cargados de regalos a Egipto a fin de conseguir ayuda contra Asiria (Isa 30:6). Debido a las pezuñas anchas y sensibles, mejor adaptadas para los viajes por el desierto, el camello no era muy apto para las regiones montañosas. Es probable que estas bestias solo se hayan usado en las rutas más importantes tales como la Vía Maris a lo largo de la costa o en los caminos más parejos de los valles de la Sefela y el Neguev.
Los bueyes se vinculan exclusivamente con viajes realizados en vehículos de ruedas, y se tratarán más adelante dentro de ese contexto. Los israelitas no comenzaron a utilizar caballos antes del 1000 a.C., cuando David los incorporó a sus fuerzas (2Sa 8:3-4). Se los menciona principalmente en contextos militares: en batallas (Job 39:18-25) y sujetos a carros (1Re 12:18). Los mensajeros oficiales también montaban a caballo (2Re 9:18-19), al igual que los exploradores del ejército (2Re 7:13-15).
Vehículos con ruedas
El vehículo con ruedas que más se menciona en los relatos bíblicos es el carro. Los primeros en utilizarlo fueron los enemigos de Israel durante el período de la conquista (Jue 1:19; Jue 4:3). Sin embargo, no podía emplearse de manera eficaz en el terreno montañoso y accidentado donde las tribus se establecieron inicialmente (Jos 17:16). Una vez establecida la monarquía, los carros pasaron a formar parte integral de la estrategia de batalla de los reyes (1Re 10:26; 1Re 22:31-34). También se utilizaban regularmente como medio de transporte para reyes (2Re 9:16) y nobles (2Re 5:9). En Isa 22:18 se menciona que algunos carros tenían dueños particulares. En este pasaje, el profeta condena a Sebna, mayordomo de la casa del rey, por su extravagancia y orgullo. Sus carros, al igual que su tumba cavada en la roca, eran símbolos de la condición social elevada que disfrutaban los miembros de alto rango de la burocracia real en época de Ezequías (comp. Hch 8:26-38).
No se han encontrado evidencias palpables de carros en Palestina, si bien en la tumba del faraón Tutankamón (alrededor del 1300 a.C.) se descubrió un magnífico ejemplo de carroza real egipcia. En un bajorrelieve asirio (alrededor del 701 a.C.) que describe el sitio de Laquis a manos de Senaquerib, aparece un carro de batalla judío para tres hombres. Tenía además un yugo para cuatro caballos. Los cálculos de las dimensiones de los carros se basan en el ancho de los surcos que dejaron en las carreteras de las ciudades romanas y mesopotámicas. Si se toman en cuenta estas medidas, el ancho promedio de los carros era de 1,23 metros entre las ruedas y 1,53 metros en total.
El uso de vehículos con ruedas parece haberse originado en Sumer, donde se han encontrado modelos de carros cubiertos tirados por bueyes que datan del 2500 a.C. Estos voluminosos vehículos que transportaban pesadas cargas requerían carreteras amplias y bien mantenidas. Si no se realizaba un mantenimiento adecuado, las rutas podían llenarse de malezas (Pro 15:19) o piedras que caían por la erosión de las laderas. Por lo tanto, para poder mantener el tráfico es probable que existieran equipos de obreros que recorrían los caminos y realizaban las reparaciones necesarias. Tal vez las puertas de la ciudad también hayan tenido que ser ampliadas para permitir el paso de vehículos con ruedas. Las que se excavaron en Israel tienen un ancho de 2,5 a 4,5 m. Las ciudades donde había tráfico intenso, como Gezer y Meguido, tenían calzadas de adoquines o cubiertas de piedras molidas en el popular complejo de puertas.
En tiempos bíblicos eran comunes los carros grandes de dos y cuatro ruedas para transportar cargas pesadas y personas. En el período patriarcal, José envió carros a Canaán para trasladar a Gosén a su padre y los familiares de sus hermanos (Gén 45:19-27). Después de terminar la construcción del tabernáculo del desierto, los líderes de las tribus les donaron a los levitas seis carros cubiertos, cada uno tirado por dos bueyes, para que transportaran elementos sagrados en el camino (Núm 7:1-8).
Una vez que el pueblo se estableció en Canaán, los carros se convirtieron en un elemento auxiliar cotidiano para los agricultores, que tenían que transportar gavillas a la era (Amó 2:13). David utilizó un carro similar de dos ruedas para llevar el arca del pacto desde Quiriat-jearim (también llamada Baal de Judá) a la nueva capital en Jerusalén (2Sa 6:2-17). La naturaleza un tanto inestable de estos carros se puede apreciar en que casi se tumba cuando se acercaba a la era de Nacón. Varios hombres caminaban junto al carro para guiar a los bueyes y evitar que se desplazara la carga.
En el período de la conquista asiria, en Palestina también se usaron caminos más anchos y vehículos pesados con ruedas para trasladar al pueblo al exilio. El bajorrelieve de piedra de Senaquerib que relata el sitio de Laquis incluye la imagen de judíos transportados en carros de dos ruedas tirados por una yunta de bueyes. Los nuevos exiliados están sentados sobre bultos con sus pertenencias mientras un hombre camina junto al buey ubicado a la izquierda y lo guía con un palo afilado. Es probable que la visión de Isaías sobre el regreso (Isa 66:20) haya afectado profundamente a los exiliados, que veían a sus ancestros retratados en el bajorrelieve asirio. Ver Economía.

Victor H. Matthews