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¿A dónde vamos? el Devocional Cristiano Un hombre conocido en el mundo del espectáculo murió de cáncer. Su carta de despedida empezaba con estas palabras: «No sé adónde voy, pero no voy sin esperanza». Era, pues, consciente de que la vida no acaba con la muerte física, pero no tenía idea adónde iría después. Su esperanza no tenía una meta. Este famoso había sido un hombre que tuvo éxito, que fue admirado, de buena posición social, con muchos intereses y objetivos, pero sin seguridad de lo que habrá después de la muerte. Pensaba sólo en lo terrenal y esperaba que después de la muerte todo le saldría bien.

«Las altas temperaturas, las lluvias torrenciales, los fríos siberianos, los huracanes... Los cataclismos que conoció el planeta estos últimos años, ¿son signos precursores de un cambio radical del clima? ¿Son las primeras manifestaciones indiscutibles del recalentamiento del planeta debido al efecto invernadero? ¿Estamos solamente al principio de las catástrofes? En todas partes del mundo los meteorólogos se formulan estas preguntas y contestan afirmativamente» (leído en una revista de enero de 2000).

“No se compra con el oro mas fino, ni su precio se calcula en plata. No se compra con oro refinado, ni con ónice ni zafiros. Ni el oro ni el cristal se comparan con ella, Ni se cambia por áureas joyas. ¡Para que mencionar el coral y el jaspe! ¡L a sabiduría vale más que los rubíes! El topacio no se le igual ni es posible compararla con oro puro. ¿De dónde, pues, viene la sabiduría?

El Devocional Diario Thierry, de 35 años de edad, estaba desalentado. Creyente desde hacía varios años, atravesaba un período difícil. Se sentía frágil, encerrado en sí mismo y muy débil frente a las tentaciones, lo que lo entristecía profundamente. Además se acordaba sin cesar de las faltas de su vida pasada.

Mientras una joven maestra de escuela, hospedada por una familia cristiana, hacía un reemplazo en una pequeña aldea aislada, tuvo la oportunidad de oír el mensaje del Evangelio. Más tarde, al enterarse del fallecimiento de la madre de ese hogar, escribió a sus antiguos amigos: «Por medio de su mamá conocí el amor de Jesús, el Salvador, y luego aprendí a amarlo».

El 23 de agosto de 1864, Abrahan Lincoln escribió una resolución en un pedazo de papel , que él dobló y pidió a su gabinete para endosar sin leer. Hicieron como él pidió. Nosotros no sabemos lo que estaba escrito en aquél pedazo de papel, pero nosotros sabemos que era importante. Aquéllos hombres no mostraron una confianza repentina en Abrahan Lincoln. Ellos siempre lo vieron exhibir sabiduría y carácter alo largo de todos sus días como Presidente de los Estados Unidos. Cada uno de ellos confió en Lincoln en aquel momento por causa de su fidelidad en la vida cotidiana.