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Un hombre estuvo separado en una isla deserta del Pacífico por varios años. Finalmente, cierto día, avistó un navío navegando próximo al local donde estaba e,freneticamente gesticuló para llamar la atención de alguien en la embarcación. Un pequeño barco vino hasta a la isla y un marinero se aproximó de él, saludándolo. Después de una pequeña conversa, el marinero preguntó al hombre: "¿que son aquéllas tres cabañas allí adelante?" "Bien, aquélla es mi casa". "¿Y aquélla otra, próximo a la casa?" prosiguió el marinero. "Yo construí aquella cabaña para ser mi iglesia".

Dicen que Mendelssohn, cierta vez, visitó la Catedral de Fridbourg y, habiendo oído el sonido del grande órgano, entró en el local donde él se encontraba y pidió permiso para tocarlo. El viejo organista, con celo de su instrumento , al principio, recusó el pedido, pero acabó persuadido a dejar al gran compositor alemán intentar tocar el colosal órgano de la Catedral. Después de oírlo con un éxtasis de espanto y asombro, por algunos momentos, colocó su mano en los hombros del músico inspirado y exclamó: "¿Quién es usted? ¿Cual su nombre?" "Mendelssohn", contestó al instrumentista. "¿Como es posible? ¡Yo casi rehusé dejar a Mendelssohn tocar éste órgano!"

Todos nosotros ya fuimos, por lo menos una vez, a visitar el Jardín Zoológico. No sé si aún es así, pero, cuando yo era pequeño, había, en la entrada, un portón bien bajo donde los niños que pasasen, en pie, bajo él, no necesitaban pagar la entrada. El tamaño también determina si una persona puede o no entrar en el Cielo. Cuando los discípulos de Cristo Le preguntaron quién era el mayor en el reino del Cielo, Él llamó un pequeño niño y dijo que el mayor sería aquél que se hiciese como él.

Una mujer llamada Nancy puso el siguiente anuncio en su periódico local: Si se siente solo o tienen algún problema, llámeme. Yo estoy en una silla de ruedas y raras veces salgo. Podemos compartir nuestros problemas mutuamente. Sólo tiene que llamarme. Me encantaría conversar. La respuesta a ese anuncio fue sorprendente: 30 llamadas o más por semana.

De un momento a otro, se dio cuenta de que era otra persona. Es decir, de repente, tras muchos años de olvido, se dio cuenta realmente de quién era él. Rafaele Venutti se sentó asombrado en un banco de la plaza, se rascó la cabeza y se rió un poco de sí mismo.

Desesperado por conquistar el Aconcagua inició su travesía, después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, así que subió sin compañeros.