26.8 C
Miami
domingo, agosto 18, 2024
Más


    Ezequiel 22 - Biblia de nuestro Pueblo

    Los pecados de Jerusalén

    1. La ciudad sanguinaria Is 3,1-15; Sal 55,10-12 Me dirigió la palabra el Señor:

    2. -Y tú, Hijo de hombre, juzga, juzga a la ciudad sanguinaria, denúnciale todas sus prácticas idolátricas,

    3. diciendo: Esto dice el Señor: ¡Ciudad que se encamina a su destrucción, derramando sangre dentro de sí, y que se ha contaminado fabricándose ídolos!

    4. La sangre que derramaste te condena, te han contaminado los ídolos que fabricaste. Has precipitado tu hora y has llegado al fin de tu existencia. Por eso te hago objeto de insulto de los pueblos y burla de todas las naciones.

    5. Las vecinas y las remotas se burlan de ti, famosa por tu impureza, grande por tu anarquía.

    6. Mira, los príncipes de Israel solo ocupados en derramar sangre.

    7. En ti despojan al padre y a la madre, en ti atropellan al forastero, en ti explotan al huérfano y a la viuda.

    8. Menosprecias mis cosas santas, y profanas mis sábados.

    9. En ti hay hombres que calumnian para derramar sangre: en ti van a comer a los montes banquetes idolátricos, en ti se cometen infamias.

    10. En ti hay quien peca con su madrastra, en ti quien violenta a la mujer en su regla.

    11. En ti unos cometen prácticas idolátricas con la mujer del prójimo; otros abusan infamemente de su nuera, otros violentan a su hermana, hija de su mismo padre.

    12. En ti se practica el soborno para derramar sangre; cobras interés usurario, te enriqueces a costa del prójimo y a mí me tienes olvidado -oráculo del Señor-.

    13. Pero yo estoy golpeando las palmas al ver los negocios que haces y la sangre que hay en ti.

    14. ¿Seguirá tu corazón inconmovible y firmes tus manos cuando yo actúe contra ti? Yo, el Señor, lo digo y lo hago.

    15. Te dispersaré por las naciones y te esparciré por los países, y así te limpiaré de toda mancha.

    16. En ti quedaré profanado a la vista de los paganos, y sabrás que yo soy el Señor.

    17. Me dirigió la palabra el Señor:

    18. -Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en resto inútil: todos ellos sean plata, cobre y estaño, hierro y plomo dentro del horno; se han convertido en resto inútil.

    19. Por tanto, esto dice el Señor: Por haberse convertido todos en resto inútil, por eso voy a reunirlos dentro de Jerusalén.

    20. Igual que se reúne plata y cobre, hierro, plomo y estaño dentro del horno, y se aviva el fuego para que se funda todo, de la misma manera los reuniré; en mi ira y en mi cólera los meteré y los fundiré.

    21. Los juntaré y alimentaré contra ustedes el fuego de mi furia, que los fundirá en ella.

    22. Allí se fundirán igual que se funde la plata dentro del horno. Y sabrán que yo, el Señor, he derramado mi cólera sobre ustedes.

    23. Me dirigió la palabra el Señor:

    24. -Hijo de hombre, dile a Jerusalén: Eres tierra no limpiada ni llovida, en el día de mi furor.

    25. Sus príncipes dentro de ella eran león que ruge al desgarrar la presa; devoraban a la gente, arrebataban riquezas y objetos preciosos, multiplicaban dentro de ella el número de viudas.

    26. Sus sacerdotes violaban mi ley y profanaban mis cosas santas; no separaban lo sagrado y lo profano ni declaraban lo que es puro o es impuro. Ante mis sábados cerraban los ojos, y así fui profanado en medio de ellos.

    27. Sus nobles dentro de ella eran lobos que desgarraban la presa, derramando sangre y eliminando gente para enriquecerse.

    28. Sus profetas eran como los que cubren con cal que les ofrecían visiones falsas y les vaticinaban embustes, diciendo: Esto dice el Señor, cuando el Señor no hablaba.

    29. Los terratenientes cometían atropellos y robos, explotaban al desgraciado y al pobre y atropellaban injustamente al emigrante.

    30. Busqué entre ellos uno que levantara una cerca, que por amor a la tierra aguantara en la brecha frente a mí, para que yo no la destruyera; pero no lo encontré.

    31. Entonces derramé mi furor sobre ellos, los consumí en el fuego de mi furia; di a cada uno su merecido -oráculo del Señor-.