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domingo, agosto 18, 2024
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    Ezequiel 24 - Biblia de nuestro Pueblo

    Parábola de la olla hirviente

    1. La olla al fuego 11,1-12; 22 El año noveno, el día décimo del décimo mes, me dirigió la palabra el Señor:

    2. -Hijo de hombre, apunta la fecha de hoy, de hoy mismo. El rey de Babilonia hoy mismo ha atacado a Jerusalén.

    3. Cuenta una parábola a este pueblo rebelde, diciéndoles: Esto dice el Señor: Prepara la olla, prepárala, echa en ella agua;

    4. echa en ella trozos de carne, los mejores trozos, la pata y el costillar; llénala de huesos escogidos.

    5. Aparta lo mejor del rebaño; luego apila debajo la leña, cuece los trozos en la olla y hierve los huesos.

    6. Vacíala pedazo a pedazo, sin echarlas a suerte. Por tanto, así dice el Señor: ¡Ay ciudad asesina, olla herrumbrada que no se desherrumbra!

    7. Porque la sangre que en la ciudad se derramó la echó sobre la roca desnuda, no la derramó en la tierra para que el polvo la cubriera.

    8. Para encolerizarme, para vengarme he puesto sobre la roca desnuda, la sangre que derramó: así no será cubierta.

    9. Por tanto, así dice el Señor: ¡Ay, ciudad asesina! Yo mismo agrando la hoguera,

    10. arrimo más leña, enciendo el fuego, consumo la carne, saco el caldo y los huesos se queman.

    11. Coloco la olla vacía sobre las brasas para que el cobre se recaliente, se ponga al rojo y se le derrita la suciedad, se le consuma la herrumbre.

    12. Pero, por más que uno se esfuerce, ni al fuego se le desprende su mucha herrumbre.

    13. Por tu infame inmundicia, porque intenté limpiarte y no quedaste limpia de tu inmundicia, no volverás a ser limpiada hasta que descargue en ti mi cólera.

    14. Yo, el Señor, lo digo, lo realizo y sucede, no lo paso por alto, ni me apiado, ni me arrepiento. Según tu conducta y tus malas obras te juzgaré -oráculo del Señor-.

    Muerte de la esposa de Ezequiel

    15. Muerte de la esposa Jr 16,1-9 Me dirigió la palabra el Señor:

    16. -Hijo de hombre, voy a arrebatarte repentinamente el encanto de tus ojos; no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas;

    17. laméntate en silencio como un muerto, sin hacer duelo; colócate el turbante y cálzate las sandalias; no te cubras la cara ni comas el pan del duelo.

    18. Por la mañana yo hablaba a la gente, por la tarde se murió mi mujer y a la mañana siguiente hice lo que se me había mandado.

    19. Entonces me dijo la gente: ¿quieres explicarnos qué nos anuncia lo que estás haciendo?

    20. Les respondí: Me dirigió la palabra el Señor:

    21. Dile a la casa de Israel: Esto dice el Señor: Mira, voy a profanar mi santuario, del que están tan orgullosos, el encanto de sus ojos, el tesoro de sus almas. Los hijos e hijas que dejaron caerán a espada.

    22. Entonces harán lo que yo he hecho: no se cubrirán la cara ni comerán el pan del duelo;

    23. seguirán con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies, no llorarán ni harán duelo; se consumirán por su culpa y se lamentarán unos con otros.

    24. El profeta mudo 3,26s; 33,21s Ezequiel les servirá de señal: harán lo mismo que él ha hecho. Y cuando suceda sabrán que yo soy el Señor.

    25. Y tú, Hijo de hombre, el día que yo les arrebate su refugio, su espléndida alegría, el encanto de sus ojos, el ansia de sus almas,

    26. ese día se te presentará un fugitivo para comunicarte una noticia.

    27. Ese día se te abrirá la boca y podrás hablar en presencia del fugitivo, y no volverás a quedar mudo. Les servirás de señal y sabrán que yo soy el Señor.