27.6 C
Miami
domingo, agosto 18, 2024
Más


    Ezequiel 27 - Biblia de nuestro Pueblo

    1. Contra Tiro II Me dirigió la palabra el Señor:

    2. -Y tú, Hijo de hombre, entona una lamentación a Tiro.

    3. Di: ¡Oh Tiro, princesa de los puertos, mercado de innumerables pueblos costeros!, esto dice el Señor: Tiro, tú decías: Soy la belleza acabada.

    4. Tu territorio era el corazón del mar, los que te hicieron modelaron a la perfección tu belleza;

    5. con abetos de Senir armaron todo tu maderaje; escogieron un cedro del Líbano para erigir tu mástil;

    6. con robles de Basán fabricaron tus remos; tu cubierta es de madera de cedro de las costas de Chipre, incrustado de marfil;

    7. tus velas, de lino bordado de Egipto, eran tu estandarte; tu toldo era de color violeta y rojo de las costas de Elisa.

    8. Príncipes de Sidón y Arvad eran tus remeros, sabios de Tiro eran tus timoneles;

    9. ancianos y sabios de Biblos reparaban tus desperfectos; todas las naves del mar y sus marineros comerciaban contigo;

    10. tenías alistados en tu ejército guerreros persas, lidios y libios; escudo y casco colgaban en ti, te engalanaban con ellos.

    11. Los de Arvad y Jelec estaban en tus murallas, los de Gamad en tus torres; en tus murallas colgaron sus escudos, dando remate a tu belleza.

    12. Tarsis comerciaba contigo, por tu opulento comercio: plata, hierro, estaño y plomo te daba a cambio.

    13. Grecia, Tubal y Mosoc comerciaban contigo; con esclavos y objetos de bronce te pagaban.

    14. Los de Bet-Togarma te daban a cambio caballos de tiro y de carrera y mulos.

    15. Los de Rodas comerciaban contigo; muchos pueblos costeros negociaban contigo en colmillos de marfil y madera de ébano.

    16. Aram negociaba contigo por la abundancia de tus productos: entregaba piedras preciosas, púrpura, bordados, hilo, corales y rubíes a cambio de tus mercancías.

    17. Judá y la tierra de Israel comerciaban contigo; con trigo de Menit, rosquillas, miel, aceite y bálsamo te pagaban.

    18. Damasco acudía a tu mercado por la multitud de tus productos, por tu opulento comercio con vino de Jelbón y lana de Sajar.

    19. De Izal traían a tu feria hierro forjado, canela y caña aromada como pago.

    20. Dedán comerciaba contigo con sillas de montar.

    21. Arabia y los príncipes de Cadar negociaban contigo; en borregos, carneros y chivos negociaban.

    22. Los mercaderes de Sabá y Ramá comerciaban contigo; te daban a cambio los mejores perfumes, piedras preciosas y oro.

    23. Jarrán, Canné y Edén, Asiria y Kilmad comerciaban contigo;

    24. comerciaban contigo en objetos primorosos, mantos de terciopelo con adornos, tejidos preciosos, cuerdas sólidamente trenzadas; en esto comerciaban contigo.

    25. Naves de Tarsis transportaban tus mercancías; te llenaste y pesabas demasiado en el corazón del mar;

    26. tus remeros te condujeron a aguas profundas; viento del este te destrozó en el corazón del mar;

    27. tu riqueza, tu comercio, tus mercancías, tus marineros y tus pilotos, los que reparan tus averías y tus mercaderes y tus guerreros, toda la tripulación de a bordo, naufragarán en el corazón del mar, el día de tu naufragio.

    28. Al grito de auxilio de tus pilotos retumbará el espacio;

    29. saltarán de sus naves cuantos empuñan remo, marineros y capitanes, para quedarse en tierra.

    30. Se escucharán sus gritos, gimiendo amargamente por ti; se echarán ceniza en la cabeza, se revolcarán en el polvo.

    31. Se raparán por ti, se vestirán el sayal; llorarán por ti amargamente con duelo amargo.

    32. Te entonarán un canto fúnebre, te cantarán lamentos: ¿Quién como Tiro, sumergida en el seno del mar?

    33. Al desembarcar tus mercancías hartabas a muchos pueblos; con tu opulento comercio enriquecías a reyes de la tierra.

    34. Ahora estás destrozada en los mares, en lo hondo del mar; cargamento y tripulación naufragaron a bordo.

    35. Los habitantes de las costas se espantan de ti, y sus reyes están aterrados, con el rostro descompuesto.

    36. Los mercaderes de los pueblos silban por ti; ¡siniestro desenlace!, dejarás de existir para siempre.