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viernes, julio 19, 2024
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    Mateo 9 - Castellano Antiguo (Nuevo Testamento)

    Jesús sana a un paralítico

    1. Entrando de nuevo en la barca, Jesús pasó a la orilla opuesta y entró en su ciudad, en Cafarnaum.

    2. Le llevaron entonces un paralítico tendido en una camilla, y viendo Jesús la fe de sus portadores, le dijo: ¡Hijo, ten ánimo! Tus pecados te son perdonados.

    3. Algunos escribas que estaban allí pensaron en seguida: "Este está blasfemando".

    4. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les preguntó: ¿Por qué pensáis mal para vuestros adentros?

    5. ¿Qué os parece más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"?

    6. Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados le dijo entonces al paralítico: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.

    7. Él entonces se levantó y se fue a su casa,

    8. y la gente, al verlo, se quedó asombrada y comenzó a glorificar a Dios por haber dado tal autoridad a los hombres. Llamamiento de Mateo

    Llamamiento de Mateo

    9. Al salir de allí vio Jesús a uno llamado Mateo, que estaba sentado ante la mesa de recaudación de los impuestos públicos, y le dijo: Sígueme. Él, al punto, se levantó y le siguió.

    10. Luego, mientras Jesús estaba comiendo en la casa, llegaron muchos publicanos y muchos pecadores notorios que se sentaron a la mesa juntamente con él y con sus discípulos.

    11. Al verlo, los fariseos preguntaron a los discípulos: ¿Por qué vuestro Maestro come con todos esos publicanos y pecadores?

    12. Jesús los oyó y les dijo: Los que necesitan del médico son los enfermos, no los que están sanos.

    13. Id y aprended qué significan estas palabras: "Yo quiero misericordia, no sacrificio". Porque yo no he venido a llamar a los que ya son justos y buenos, sino a los pecadores. Le preguntan a Jesús sobre el ayuno

    La pregunta sobre el ayuno

    14. Se le acercaron los discípulos de Juan el Bautista y le preguntaron: ¿Por qué nosotros, y también los fariseos, ayunamos con mucha frecuencia, y en cambio tus discípulos no ayunan nunca?

    15. Les respondió Jesús: ¿Acaso pueden estar de duelo los invitados a una boda mientras el novio permanece con ellos? Después vendrán los días en que se lleven al novio, y entonces ayunarán.

    16. A nadie se le ocurre remendar un vestido viejo con un trozo de tela nueva, porque el remiendo tirará de la tela vieja "del vestido, y el roto se hará más grande. o

    17. Ni nadie pone vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo romperá los odres, y el vino se derramará y los odres se echarán a perder. El vino nuevo hay que ponerlo en odres nuevos, para que, tanto el vino como los odres, puedan conservarse juntos. Una niña muerta y una mujer enferma

    La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

    18. Mientras él les hablaba de esta manera, un alto jefe se llegó a Jesús, y postrándose a sus pies le dijo: Mi hija acaba de morir, pero estoy seguro de que si tú vienes conmigo y pones tu mano sobre ella, vivirá.

    19. Jesús, levantándose, le siguió acompañado de sus discípulos.

    20. Pero en el camino se le acercó una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias; llegó por detrás y le tocó el borde del manto,

    21. pensando para sí: "Tan sólo con tocar el borde de su manto, quedaré sanada".

    22. Pero Jesús, volviéndose, la miró y le dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha salvado. Y la mujer quedó sanada desde aquel mismo instante.

    23. Luego llegó Jesús a la casa de aquel jefe, y vio y oyó a los que tocaban las flautas, y a la gente que no dejaba de alborotar.

    24. Les dijo a todos: Marchaos de aquí, pues la niña no está muerta, sino solo dormida. Entonces la gente comenzó a burlarse de él;

    25. pero cuando por fin pudieron echarla fuera, Jesús entró y tomó la mano de la niña, y ella se levantó.

    26. La fama de aquel hecho corrió por toda la región. Jesús sana a los ciegos y a los mudos

    Dos ciegos reciben la vista

    27. Más tarde, cuando Jesús salió de allí, le siguieron dos ciegos dando voces. Decían: ¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!

    28. Al llegar a la casa adonde iba, los ciegos fueron a él. Jesús les dijo: ¿Creéis que yo puedo hacer esto?Le contestaron: Sí, Señor.

    29. Entonces les tocó los ojos, al tiempo que les decía: Que os sea hecho conforme a la fe que tenéis.

    30. Los ojos de ellos fueron abiertos, pero Jesús les hizo un riguroso encargo: ¡Tened cuidado, que nadie lo sepa!

    31. Pero ellos, en cuanto salieron de allí difundieron por todas partes la fama de Jesús.

    Un mudo habla

    32. Apenas los ciegos hubieron salido, le trajeron a un hombre que era mudo y estaba endemoniado.

    33. Pero una vez expulsado el demonio, el mudo comenzó a hablar. La gente, admirada, comentaba: Jamás se había visto en Israel una cosa como esta.

    34. Pero lo fariseos, por su parte, decían: Este expulsa los demonios por el propio poder del príncipe de los demonios. Son pocos los obreros

    La mies es mucha

    35. Por entonces recorría Jesús todas las ciudades y los pueblos, enseñando en cada sinagoga predicaba las buenas nuevas del reino de los cielos y sanaba toda enfermedad y dolencia de la gente.

    36. Viendo la multitud, tuvo compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos como ovejas sin pastor.

    37. En aquella ocasión dijo a sus discípulos: La mies es mucha, pero son pocos los obreros.

    38. Por eso, rogad al Señor de la mies que envíe trabajadores a cosecharla.