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    2 Reyes 4 - Biblia Castilian 2003

    El aceite de la viuda

    1. Una mujer, de entre las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciéndole: "Mi marido, tu siervo, ha muerto, y bien sabes tú que tu siervo era temeroso de Yahveh. Pero el acreedor ha venido a llevarse a mis dos hijos para esclavos suyos".

    2. Eliseo le dijo: "¿Qué puedo hacer por ti? Dime: ¿qué tienes en casa?". Respondió ella: "Tu sierva no tiene en casa otra cosa sino una alcuza de aceite".

    3. Dijo entonces él: "Sal fuera y pide vasijas a todas tus vecinas, vasijas vac as, que no sean pocas.

    4. Entra luego y cierra la puerta tras de ti y de tus hijos, vierte aceite en todas esas vasijas, y pon aparte las que vayan quedando llenas".

    5. Ella se fue de su lado y cerró la puerta tras de s y de sus hijos; éstos le acercaban las vasijas y ella iba vertiendo el aceite.

    6. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo ella a uno de sus hijos: "Acércame otra vasija". Pero él respondió: "Ya no hay más". Y entonces el aceite cesó.

    7. Fue ella a contárselo al varón de Dios y éste le dijo: "Anda, vende el aceite y paga a tu acreedor y de lo que te quede viviréis tú y tus hijos".

    Eliseo y la sunamita

    8. Cierto d a pasaba Eliseo por Sunén. Hab a all una mujer principal, que con insistencia lo invitó a comer. Y en adelante, siempre que pasaba, se deten a all a comer.

    9. Ella dijo a su marido: "Mira, yo sé que es un santo varón de Dios ése que pasa siempre por nuestra casa.

    10. Vamos a hacerle arriba una peque a alcoba de mamposter a. Pondremos all una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que, cuando venga a nuestra casa, pueda recogerse all ".

    11. Llegó él un d a all, se retiró a la alcoba superior y se acostó.

    12. Dijo él a su criado Guejaz: "Llama a esa sunamita". La llamó, y ella se presentó ante él.

    13. Él dijo entonces a Guejaz: "Dile: mira: tú te has mostrado muy sol cita con nosotros. ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Necesitas que hable en tu favor al rey o al jefe del ejército?"". Respondió ella: "Yo vivo entre los m os".

    14. Preguntó luego Eliseo a Guejaz: "¿Qué se podr a hacer por ella?". Respondió Guejaz: "Desgraciadamente, ella no tiene hijos y su marido es ya viejo".

    15. Dijo entonces: "Llámala". La llamó, y ella se detuvo a la puerta.

    16. Le dijo él: "El a o que viene, por este tiempo, abrazarás a un hijo". Ella le respondió: "¡No, se or m o, varón de Dios; no enga es a tu sierva!".

    17. Pero, en efecto, la mujer concibió y dio a luz un hijo al a o siguiente, por aquellas fechas, según lo hab a predicho Eliseo.

    18. Creció el ni o. Pero un d a en que salió adonde estaba su padre con los segadores,

    19. empezó a gritar a su padre: "¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!". Mandó el padre a un criado: "Llévaselo a su madre".

    20. Lo tomó y lo llevó a su madre. El ni o estuvo sobre las rodillas de su madre hasta el mediod a, en que murió.

    21. Subió entonces ella y lo acostó en el lecho del varón de Dios; luego cerró la puerta y salió.

    22. Llamó después a su marido y le dijo: "Env ame a uno de los criados con una pollina, pues quiero ir corriendo adonde está el varón de Dios; luego volveré".

    23. Respondió él: "¿Para qué vas a ir a él hoy? No es novilunio ni sábado". Pero ella respondió: "No te preocupes".

    24. Mandó aparejar la pollina y dijo a su criado: "Gu a y camina; y no te detengas hasta que yo te diga".

    25. Ella partió y llegó adonde estaba el varón de Dios, en el monte Carmelo. Cuando el varón de Dios la vio de lejos, dijo a su criado Guejaz: "¡Ah viene la sunamita!

    26. Corre a su encuentro y pregúntale: "¿Estás bien? ¿Están bien tu marido y tu ni o?"". Respondió ella: "S; están bien".

    27. Pero apenas llegó ante el varón de Dios, en el monte, se abrazó a sus pies. Guejaz se acercó para apartarla, pero el varón de Dios le dijo: "Déjala, porque su alma está llena de amargura, pero Yahveh me lo ha ocultado y no me lo ha manifestado".

    28. Dijo luego ella: "¿Ped yo acaso a mi se or un hijo? ¿No le dije: no me enga es?".

    29. Él dijo a Guejaz: "C ete la cintura, toma en tus manos mi bastón y vete. Si encuentras a alguno, no lo saludes, y si te saluda, no le respondas. Pon mi bastón sobre el rostro del ni o".

    30. Pero la madre del ni o dijo: "¡Por vida de Yahveh y por tu vida, que no te dejaré!". Levantóse entonces Eliseo y se fue tras ella.

    31. Guejaz se les hab a adelantado y hab a puesto el bastón sobre el rostro del ni o, pero no recobró la voz ni dio se ales de vida. Volvióse, pues, en busca de Eliseo y le dijo: "El ni o no se ha despertado".

    32. Llegó Eliseo a la casa. El ni o estaba muerto y tendido sobre su lecho.

    33. Entró, cerró la puerta tras ellos dos, y oró a Yahveh.

    34. Luego subió y se tendió sobre el ni o, puso su boca sobre la boca de él, sus ojos sobre los ojos, y sus manos sobre las manos, tendido sobre él, y la carne del ni o comenzó a entrar en calor. Luego se retiró y se puso a pasear por la casa de un lado para el otro. Subió de nuevo y se tendió sobre él. Entonces el ni o estornudó hasta siete veces, y al fin abrió los ojos.

    35.

    36. Llamó entonces a Guejaz y le dijo: "Llama a la sunamita". La llamó y ella se presentó a él. Él le dijo: "Toma a tu hijo".

    37. Entró ella y, cayendo a sus pies, se postró en tierra. Luego tomó a su hijo y salió.

    Milagros en beneficio de los profetas

    38. Volvió Eliseo a Guilgal. Hab a entonces hambre en la región. Estando los hijos de los profetas sentados ante él, dijo a su criado: "Pon la olla grande y cuece un potaje para los hijos de los profetas".

    39. Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas y encontró una especie de cepa silvestre; tomó unas calabazas silvestres hasta llenar su manto. Luego volvió, las cortó en trozos y las echó en la olla del potaje, sin saber lo que era.

    40. Sirvieron la comida a los hombres y, al probarla, éstos, gritaron: "¡La muerte en la olla, varón de Dios!". Y no pudieron comer.

    41. Él dijo entonces: "Traedme harina". Y la echó en la olla. Luego dijo: "Servid a la gente y que coman". Y no hubo ya nada malo en la olla.

    42. Llegó después un hombre de Baal Salisá, que tra a en su alforja al varón de Dios pan de primicias: veinte panes de cebada y de trigo nuevo. Y dijo Eliseo: "Dáselo a la gente para que coma".

    43. Respondió el criado: "¿Qué voy a dar con esto a cien hombres?". Replicó él: "Dáselo a la gente para que coma, porque esto dice Yahveh: "Comerán y sobrará"".

    44. Él lo puso delante de ellos, comieron y sobró, como hab a dicho Yahveh.