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    Apocalipsis 9 - Biblia Castilian 2003

    1. Tocó el quinto ángel. Entonces vi una estrella que hab a ca do del cielo a la tierra, a la que se le hab a dado la llave del pozo del abismo.

    2. Abrió el pozo del abismo y subió del pozo una humareda como la humareda de un gran horno. El sol y el aire quedaron oscurecidos por el humo del pozo.

    3. Del humo salieron langostas sobre la tierra a las que se les dio poder parecido al que tienen los escorpiones de la tierra.

    4. Se les ordenó que no da asen la hierba de la tierra, ni nada verde ni árbol alguno, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios sobre sus frentes.

    5. No se les dio poder para que los matasen, sino para que los atormentasen por cinco meses. El tormento que causaban era como el de la picadura del escorpión.

    6. En aquellos d as buscarán los hombres la muerte y no la encontrarán; desearán morir, pero la muerte huirá de ellos.

    7. La apariencia de las langostas era como de caballos equipados para la guerra; ten an sobre sus cabezas coronas que parec an de oro y sus rostros eran rostros humanos.

    8. Ten an cabellos como los de mujer, y sus dientes eran como de león.

    9. Llevaban corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como ruido de carros de muchos caballos que se lanzan al combate.

    10. Sus colas son parecidas a las de escorpiones, con aguijones, y en sus colas está su poder de da ar a los hombres por cinco meses.

    11. Tienen sobre s por rey al ángel del abismo. Su nombre en hebreo es Abaddón, y en griego Apol on.

    12. Pasó el primer ay. Quedan todav a otros dos.

    13. Tocó el sexto ángel. Y o una voz que sal a de las cuatro esquinas del altar de oro que está delante de Dios

    14. y que dec a al sexto ángel, al que ten a la trompeta: "Suelta a los cuatro ángeles que están atados junto al gran r o Éufrates".

    15. Fueron soltados los cuatro ángeles, preparados para aquella hora y d a y mes y a o, para que mataran a la tercera parte de los hombres.

    16. El número de las tropas de caballer a era de dos mir adas de mir adas. Yo mismo o su número.

    17. Vi en la visión a los caballos y a sus jinetes, que ten an corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre. Las cabezas de los caballos eran como cabezas de león y de sus fauces brotaba fuego, humo y azufre.

    18. Por estas tres plagas murió la tercera parte de los hombres: por el fuego, el humo y el azufre que brotaba de sus fauces.

    19. Pues el poder de los caballos está en sus fauces y en sus colas. Sus colas son semejantes a serpientes provistas de cabezas con las que causan da o.

    20. El resto de los hombres, los que no fueron exterminados por estas plagas, no se convirtieron de las obras de sus manos, de modo que no dejaron de adorar a los demonios y a los dolos de oro y de plata y de bronce y de piedra y de madera, que no pueden ver ni o r ni andar.

    21. Y no se convirtieron de sus asesinatos, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos.