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    Deuteronomio 29 - Biblia Castilian 2003

    Pacto de Jehová con Israel en Moab

    1. Convocó Moisés a todo Israel y le dijo: "Vosotros habéis visto todo cuanto hizo Yahveh ante vuestros propios ojos en tierra de Egipto con el Faraón, con todos sus servidores y con todo su pa s:

    2. las grandes pruebas que tus ojos vieron, esos signos y prodigios grandiosos.

    3. Pero hasta hoy no os hab a dado Yahveh corazón para entender, ojos para ver y o dos para escuchar.

    4. Os hice caminar cuarenta a os por el desierto, sin que vuestros vestidos envejecieran ni vuestras sandalias se desgastaran.

    5. No comisteis pan ni bebisteis vino ni bebida fermentada, para que sepáis por experiencia que yo soy Yahveh, vuestro Dios.

    6. Llegasteis a este lugar y os salió al encuentro, para combatiros, Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, pero los derrotamos,

    7. nos apoderamos de su pa s y se lo dimos en herencia a los rubenitas, los gaditas y la mitad de la tribu de Manasés.

    8. Guardad, pues, las palabras de esta alianza y ponedlas en práctica, para que tengáis éxito en todas vuestras empresas".

    9. "Hoy todos vosotros estáis presentes ante Yahveh, vuestro Dios: vuestros jefes de tribu, vuestros ancianos, vuestros escribas, todos los hombres de Israel,

    10. vuestros peque os, vuestras mujeres e incluso los extranjeros que moran en tu campamento, desde el que te corta la le a hasta el que te saca el agua.

    11. Estáis presentes para entrar en la alianza, acompa ada de juramento imprecatorio, que Yahveh, tu Dios, concluye hoy contigo,

    12. para hacer él hoy de ti su pueblo y para ser él tu Dios, como te lo ha dicho y como lo juró a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.

    13. Pero no sólo con vosotros concluyo yo hoy esta alianza y este juramento,

    14. sino que la concluyo tanto con los que están hoy aqu presentes con nosotros delante de Yahveh, nuestro Dios, como con los que no están hoy aqu con nosotros.

    15. Vosotros sabéis cómo viv amos en el pa s de Egipto y cómo pasamos por medio de los pueblos por los que habéis pasado;

    16. habéis visto sus abominaciones y sus dolos de madera y piedra, plata y oro.

    17. No haya entre vosotros hombre ni mujer, familia ni tribu, cuyo corazón se desv e hoy de Yahveh, nuestro Dios, para ir a servir a los dioses de esos pueblos; no haya entre vosotros ra z de la que brote veneno y ajenjo.

    18. Si al escuchar las palabras de este juramento imprecatorio, alguien se promete en su corazón que gozará de la bendición pensando: "Tendré paz, aunque ande en la obstinación de mi corazón, pues lo bien regado compensará el secano",

    19. Yahveh no querrá perdonarle, sino que se encenderá contra él la cólera y el celo de Yahveh; descargará sobre él todas las maldiciones escritas en este libro y Yahveh borrará su nombre de debajo del cielo.

    20. Yahveh lo separará de todas las tribus de Israel para desgracia suya, según todas las maldiciones de la alianza escrita en este libro de la Ley.

    21. La generación futura, vuestros hijos, los que vendrán después de vosotros, y los extranjeros que lleguen de un pa s lejano, al ver las plagas de este pa s y las enfermedades que les habrá infligido Yahveh, dirán:

    22. "Azufre, sal, tierra calcinada es toda esta tierra; no podrá sembrarse ya más; nada brotará en ella ni crecerá hierba alguna, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, de Admá y Sebo n, que asoló Yahveh en su cólera y en su furor".

    23. Y todas las naciones exclamarán: "¿Por qué Yahveh ha tratado as a esta tierra? ¿Qué significa el ardor de esta gran cólera?".

    24. Y se les responderá: "Porque abandonaron la alianza de Yahveh, el Dios de sus padres, la que hizo con ellos cuando los sacó del pa s de Egipto;

    25. porque se fueron a servir a otros dioses y se postraron ante ellos, dioses que no conoc an ni él les hab a dado en suerte.

    26. Por eso se encendió la cólera de Yahveh contra esta tierra, y descargó sobre ella todas las maldiciones escritas en este libro;

    27. y Yahveh los arrancó de su pa s con ira, con furor y con grande indignación, y los arrojó a otras tierras, donde están hoy".

    28. Las cosas ocultas pertenecen a Yahveh, nuestro Dios; pero las reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos por siempre, para que practiquemos todas las disposiciones de esta ley".

    29.