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    Ezequiel 33 - Biblia Castilian 2003

    El deber del atalaya

    1. Me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

    2. "Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: si yo traigo una espada contra un pa s, y la población del pa s toma a uno de los suyos y lo ponen de centinela;

    3. si éste, al ver que la espada viene contra el pa s, toca la trompeta para avisar al pueblo;

    4. entonces, si uno que oye perfectamente el sonido de la trompeta no se da por avisado y, llegando la espada, se lo lleva, la sangre de este hombre recaerá sobre su propia cabeza.

    5. Puesto que oyó el sonido de la trompeta y no se dio por avisado, su sangre recaerá sobre él; si hubiera seguido el aviso, habr a salvado la vida".

    6. "Si el centinela, en cambio, al ver que viene la espada, no toca la trompeta, de modo que el pueblo no es avisado, y la espada llega y se lleva a una persona, ésta habrá sucumbido por su culpa, pero reclamaré su sangre de mano del centinela."

    7. "Pues bien, hijo de hombre, yo te he nombrado centinela de la casa de Israel, para que, cuando oigas una palabra de mi boca, les avises de mi parte.

    8. Cuando yo diga al malvado: "¡Malvado, de seguro morirás!", si no hablas para avisar al malvado de su conducta, él, como malvado, morirá por su iniquidad, pero reclamaré su sangre de tu mano.

    9. Si tú, en cambio, avisas al malvado para que se convierta de su conducta y no se convierte de ella, él morirá por su iniquidad, pero tú habrás salvado tu vida."

    El camino de Dios es justo

    10. "Tú, pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel: vosotros estáis diciendo lo siguiente: "Nuestras transgresiones y nuestros pecados pesan tanto sobre nosotros que nos estamos consumiendo. ¿Cómo podremos vivir?".

    11. Diles: por mi vida - oráculo del Se or Yahveh -, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva. Convert os, convert os de vuestra mala conducta. ¿Por qué queréis morir, casa de Israel?"

    12. "Tú, pues, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: "Ni la justicia del justo le salvará el d a de su transgresión ni la maldad del malvado le perderá el d a en que se convierta de su maldad". El justo no podrá vivir por su justicia si un d a peca.

    13. Si yo digo al justo que vivirá y él, confiando en su justicia, hace una injusticia, ninguna de sus obras justas será recordada sino que morirá por la injusticia que cometió.

    14. De la misma manera, aunque yo diga al malvado: "¡De seguro morirás!", si se convierte de su pecado y practica el derecho y la justicia;

    15. si el malvado devuelve la prenda, restituye lo robado, procede según los preceptos de vida sin cometer iniquidad, de seguro vivirá, no morirá.

    16. Ninguno de los pecados que cometió le será recordado. Dado que practicó el derecho y la justicia, de seguro vivirá."

    17. "No obstante, los hijos de tu pueblo dicen: "No es recto el proceder del Se or", cuando lo que no es recto es su proceder.

    18. Cuando el justo se aparta de su justicia y comete una injusticia, morirá por ella.

    19. De la misma manera, cuando el malvado se convierte de su maldad y practica el derecho y la justicia, vivirá por ellos.

    20. Y vosotros dec s: "¡No es recto el proceder del Se or!". Cada uno de vosotros seréis juzgados según vuestro proceder, casa de Israel."

    Nuevas de la caída de Jerusalén

    21. El a o undécimo de nuestra deportación, el d a cinco del décimo mes, un fugitivo de Jerusalén me trajo esta noticia: "La ciudad ha sido tomada".

    22. Ahora bien, la mano de Yahveh hab a venido sobre m por la tarde, antes de que llegara el fugitivo, y abrió mi boca por la ma ana, antes de que se presentara el fugitivo. Se me abrió la boca y ya no volv a estar mudo.

    23. Me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:

    24. "Hijo de hombre, los que habitan aquellas ruinas en el pa s de Israel, dicen: "Abrahán era uno solo y tomó posesión del pa s; nosotros, en cambio, somos muchos; a nosotros, pues, se nos da el pa s en posesión"".

    25. "Diles, pues: as dice el Se or Yahveh: coméis carne con sangre, alzáis vuestros ojos a vuestros dolos, derramáis sangre, ¿y vais a ocupar el pa s?

    26. Ponéis la confianza en vuestra espada, cometéis abominaciones, cada cual contamina a la mujer de su prójimo, ¿y vais a ocupar el pa s?

    27. Repl cales de este modo: "As dice el Se or Yahveh: por mi vida, que quienes estén en las ruinas caerán a espada; a quien esté en pleno campo lo entregaré a las fieras para que lo devoren; quienes estén en los refugios o en las cuevas, morirán de peste".

    28. Haré del pa s una desolación y un desierto; acabará su orgullosa potencia, y las monta as de Israel quedarán desoladas, sin uno que pase.

    29. Y sabrán que yo soy Yahveh cuando haya hecho del pa s una desolación y un desierto, por todas las abominaciones que cometieron."

    30. "En cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti unos con otros junto a los muros y en las puertas de las casas, y unos con otros, cada uno con su vecino, se dicen: "Vamos a escuchar cuál es la palabra que llega de parte de Yahveh".

    31. Se acercan a ti como a una asamblea popular y mi pueblo se sienta delante de ti; oyen tus palabras, pero no las cumplen, porque de boca muestran mucho afecto, pero su corazón va tras sus negocios.

    32. Mira: eres para ellos como una canción de amores de quien tiene hermosa voz y sabe tocar un instrumento: escuchan tus palabras, pero no las cumplen.

    33. No obstante, cuando todo esto llegue - y está a punto de llegar -, sabrán que hubo un profeta entre ellos."