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sábado, agosto 17, 2024
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    Hechos 16 - Biblia Castilian 2003

    Timoteo acompaña a Pablo y a Silas

    1. Llegó hasta Derbe y Listra. Hab a all un disc pulo, de nombre Timoteo, hijo de madre jud a, creyente, y de padre griego,

    2. del cual se hac an lenguas los hermanos de Listra e Iconio.

    3. Quiso Pablo llevárselo consigo y lo circuncidó en atención a los jud os que hab a en aquellos lugares, pues todos sab an que su padre era griego.

    4. Según iban recorriendo las ciudades, les iban informando de los decretos aprobados por los apóstoles y ancianos de Jerusalén para que se guiaran por ellos.

    5. As, pues, las iglesias se afirmaban en la fe y su número aumentaba de d a en d a.

    La visión del varón macedonio

    6. Habiéndoles impedido el Esp ritu Santo predicar la palabra en Asia, cruzaron Frigia y la región de Galacia,

    7. hasta los confines de Misia. Intentaron pasar a Bitinia, pero no se lo permitió el Esp ritu de Jesús.

    8. Dejando, pues, atrás Misia, bajaron a Tróade.

    9. Durante la noche tuvo Pablo una visión: un macedonio, puesto en pie, le rogaba: "Pasa a Macedonia y ayúdanos".

    10. En cuanto vio la visión, tratamos de salir para Macedonia, convencidos de que Dios nos hab a llamado a evangelizarlos.

    Encarcelados en Filipos

    11. Embarcamos en Tróade, navegamos derechos a Samotracia, al d a siguiente a Neápolis

    12. y, de all, a Filipos, colonia romana y ciudad del primer distrito de Macedonia. Llevábamos ya varios d as en esta ciudad,

    13. cuando el sábado salimos extramuros, junto a un r o, donde pensábamos que estar a el lugar destinado a la oración, nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que se hab an reunido.

    14. Una de ellas, por nombre Lidia, traficante en púrpuras, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, nos escuchaba atentamente y el Se or le abrió el corazón para aceptar lo que Pablo dec a.

    15. Tras haberse bautizado ella y los de su familia, nos rogó diciendo: "Si me habéis juzgado fiel al Se or, entrad y quedaos en mi casa". Y tanto nos insistió que no pudimos negarnos.

    16. Aconteció que, yendo nosotros al lugar de oración, nos salió al encuentro una muchacha que ten a esp ritu adivinino y proporcionaba a sus amos pingües ganancias con sus adivinaciones.

    17. Nos segu a a Pablo y a nosotros, gritando: "Estos hombres son siervos del Dios Alt simo, que os anuncian el camino de salvación".

    18. Ven a haciendo esto muchos d as. Molesto al fin Pablo, dijo volviéndose al esp ritu: "Te ordeno en nombre de Jesucristo que salgas de ella". Y salió al instante.

    19. Al ver sus amos desvanecida la esperanza de sus ganancias, prendieron a Pablo y a Silas, los arrastraron al foro ante los magistrados

    20. y, presentándolos a los pretores, dijeron: "Estos hombres están perturbando nuestra ciudad. Son jud os

    21. y ense an costumbres que nosotros, como ciudadanos romanos, no podemos aceptar ni practicar".

    22. La multitud se amotinó contra ellos, y los pretores ordenaron que les desnudaran, y los azotaran con varas.

    23. Tras haberles propinado numerosos golpes, los metieron en la cárcel y ordenaron al carcelero que los custodiara con rigor.

    24. En cumplimiento de la orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies al cepo.

    25. Alrededor de la media noche Pablo y Silas, puestos en oración, cantaban himnos a Dios; los restantes presos les estaban escuchando.

    26. De repente sobrevino un gran terremoto que hizo temblar los cimientos de la cárcel. Al instante se abrieron todas las puertas y a todos se les soltaron los grilletes.

    27. Al despertar el carcelero y ver las puertas de la cárcel abiertas, desenvainó la espada con la intención de matarse, pensando que los presos habr an huido.

    28. Pero Pablo exclamó a grandes voces: "No te hagas ningún mal, que todos estamos aqu ".

    29. Pidió él una luz, saltó dentro, se arrojó temblando a los pies de Pablo y Silas,

    30. los sacó afuera y les dijo: "Se ores, ¿qué debo hacer para salvarme?".

    31. Ellos le respondieron: "Cree en el Se or Jesús, y te salvarás tú y tu familia".

    32. Y le anunciaron la palabra de Dios a él y a todos los de su casa.

    33. En aquella hora de la noche, él los tomó consigo, les lavó las heridas y se bautizó al instante él y todos los suyos.

    34. Los subió a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber cre do en Dios.

    35. Llegada la ma ana, enviaron los pretores a los lictores para que le dijeran: "Suelta a esos hombres".

    36. Comunicó el carcelero este recado a Pablo: "Los pectores han enviado a decir que seáis puestos en libertad; salid, pues, y marchaos en paz".

    37. Pero Pablo les dijo: "Nos han azotado en público y nos han metido en la cárcel sin juicio previo, siendo como somos ciudadanos romanos, ¿y ahora nos sacan a escondidas? Desde luego que no: que vengan ellos a sacarnos".

    38. Los lictores comunicaron a los pretores estas palabras. Temblaron éstos al o r que eran romanos,

    39. vinieron a presentarles sus excusas y, después de liberarlos, les rogaron que se fueran de la ciudad.

    40. Salieron, pues, de la cárcel, entraron en casa de Lidia, vieron a los hermanos, los exhortaron y partieron.