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    Hechos 8 - Biblia Castilian 2003

    Saulo persigue a la iglesia

    1. Saulo estaba de acuerdo con aquella muerte. Comenzó aquel d a una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén y todos se dispersaron por los lugares de Judea y de Samar a, a excepción de los apóstoles.

    2. Hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran luto por él.

    3. Saulo, por su parte, devastaba la Iglesia: entraba de casa en casa, apresaba hombres y mujeres y los met a en la cárcel.

    Predicación del evangelio en Samaria

    4. Los que se hab an dispersado iban por todas partes anunciando el evangelio.

    5. Felipe bajó a la ciudad de Samar a y les predicaba a Cristo.

    6. Viendo y oyendo las se ales que hac a, toda la gente prestaba atención a la predicación de Felipe,

    7. porque de muchos posesos sal an los esp ritus impuros clamando a grandes voces. Y muchos paral ticos y cojos eran curados.

    8. Con esto hubo una gran alegr a en aquella ciudad.

    9. Ya de antes hab a en la ciudad un hombre llamado Simón, que ejerc a la magia y ten a seducida a la gente de Samar a, asegurándoles que él era un personaje muy importante.

    10. Todos, chicos y grandes, le hac an caso, pues dec an: "Éste es el llamado Gran Poder de Dios".

    11. Le hac an caso, porque de mucho tiempo atrás los ten a seducidos con sus artes mágicas.

    12. Pero cuando empezaron a creer en Felipe, que les anunciaba el evangelio sobre el reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.

    13. También Simón creyó y, una vez bautizado, segu a a todas partes a Felipe y estaba atónito viendo las grandes se ales y portentos que se realizaban.

    14. Enterados los apóstoles en Jerusalén de que hab a recibido Samar a la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan,

    15. los cuales bajaron y oraron sobre ellos para que recibieran el Esp ritu Santo;

    16. porque todav a no hab a descendido sobre ninguno de ellos, sino que sólo hab an sido bautizados en el nombre del Se or Jesús.

    17. Entonces les iba imponiendo las manos y recib an el Esp ritu Santo.

    18. Viendo, pues, Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Esp ritu, les ofreció dinero,

    19. diciendo: "Dadme también a m este poder, para que a quien yo imponga las manos reciba el Esp ritu Santo".

    20. Pero Pedro le dijo: "Tu plata y tú, a la perdición, por haber pensado que el don de Dios se compra con dinero.

    21. No tienes arte ni parte en este asunto, porque tu corazón no es recto en la presencia de Dios.

    22. Arrepiéntete, pues, de éste tu pecado, y ruega al Se or a ver si se te perdona este mal pensamiento de tu corazón;

    23. porque te veo bajo el efecto de una bilis amarga y apresado por la maldad".

    24. Respondió Simón: "Rogad vosotros al Se or por m para que no me sobrevenga nada de lo que habéis dicho".

    25. Ellos, después de dar pleno testimonio y predicar la palabra del Se or, emprendieron la vuelta a Jerusalén y evangelizaban de paso muchas aldeas de samaritanos.

    Felipe y el etíope

    26. Un ángel del Se or habló a Felipe y le dijo: "Levántate y ve hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza por el desierto".

    27. Se levantó y partió. Un et ope, eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los et opes, que estaba al frente de todos sus tesoros, hab a venido a Jerusalén a adorar.

    28. Iba de regreso y, sentado sobre su carro, le a al profeta Isa as.

    29. Dijo el Esp ritu a Felipe: "Avanza y pégate a ese carro".

    30. Corrió Felipe a su lado y oyó que iba leyendo al profeta Isa as. Y le dijo: "¿Crees que entiendes lo que vas leyendo?".

    31. Él le contestó: "¿Y cómo podr a, si alguien no me lo explica?". Y rogó a Felipe que subiera y se sentara a su lado.

    32. El paso de la Escritura que estaba leyendo era éste: Fue llevado como oveja al matadero y como cordero mudo ante el que le trasquila, y no abr a la boca.

    33. En su abatimiento la justicia le fue negada; su descendencia, ¿quién la describirá? Porque fue arrancado de la tierra de los vivos.

    34. Dirigiéndose a Felipe dijo el eunuco: "Por favor, ¿de quién dice esto el profeta, de s mismo o de algún otro?".

    35. Tomó Felipe la palabra y, partiendo de esta Escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

    36. Mientras segu an su camino llegaron a un lugar con agua y dijo el eunuco: "Aqu hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?".

    37.

    38. Mandó, pues, parar el carro, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó.

    39. Apenas salieron del agua, el Esp ritu del Se or arrebató a Felipe y no volvió a verlo el eunuco, que siguió su camino lleno de alegr a.

    40. Felipe se encontró en Azoto; de paso, fue evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.