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    Jeremías 34 - Biblia Castilian 2003

    Jeremías amonesta a Sedequías

    1. Palabra que le fue dirigida a Jerem as de parte de Yahveh, cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército, y todos los reinos de la tierra que estaban bajo el dominio de su mano y todos los pueblos combat an contra Jerusalén y contra sus ciudades, en estos términos:

    2. as dice Yahveh, Dios de Israel: "Vete a hablar a Sedec as, rey de Judá, y dile: "Mira: voy a entregar esta ciudad en mano del rey de Babilonia, que le prenderá fuego.

    3. Y tú no te librarás de su mano, sino que ciertamente serás apresado y entregado a él: tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia; su boca hablará con tu boca, y tú irás a Babilonia"".

    4. Sin embargo, escucha la palabra de Yahveh, Sedec as, rey de Judá: as dice Yahveh con respecto a ti: "No morirás a espada;

    5. morirás en paz. Y, como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes anteriores que te precedieron, as se quemarán por ti. Y entonarán por ti la lamentación: ¡Ay, Se or! Porque lo digo yo" - oráculo de Yahveh -.

    6. El profeta Jerem as dijo a Sedec as, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén,

    7. cuando el ejército del rey de Babilonia combat a contra Jerusalén y contra todas las ciudades de Judá que aún resist an, Laquis y Azecá, pues éstas eran las dos ciudades de Judá que aún resist an.

    8. Palabra que le fue dirigida a Jerem as de parte de Yahveh, después del acuerdo concluido por el rey Sedec as con todo el pueblo que hab a en Jerusalén para proclamar ante ellos una manumisión,

    9. en virtud de la cual cada uno deb a dejar en libertad a su esclavo y a su esclava, hebreo o hebrea, para que nadie tuviera por esclavo a un jud o, hermano suyo.

    10. Todos los pr ncipes y todo el pueblo que hab an tomado parte en el acuerdo accedieron a dejar en libertad cada uno a su esclavo o a su esclava, para no volver a tenerlos por esclavos; accedieron, pues, y los dejaron en libertad.

    11. Pero luego se arrepintieron y obligaron a volver a los esclavos y a las esclavas que hab an dejado libres, y los redujeron de nuevo al estado de esclavos y de esclavas.

    12. Entonces le fue dirigida la palabra de Yahveh a Jerem as de parte de Yahveh:

    13. as dice Yahveh, Dios de Israel: "Hice un pacto con vuestros padres el d a en que los saqué del pa s de Egipto, de la casa de la esclavitud, en estos términos:

    14. "Al cabo de siete a os, todos vosotros dejaréis libre a vuestro hermano hebreo que se os haya vendido. Te servirá seis a os, y luego lo dejarás marchar libre de tu lado". Pero vuestros padres no me escucharon ni me hicieron caso.

    15. Vosotros, hoy, os hab ais convertido y hab ais hecho lo que es recto a mis ojos proclamando cada uno la manumisión de su prójimo, pues hab ais concertado un pacto ante m en el templo sobre el cual se invoca mi nombre.

    16. Pero os habéis arrepentido, y as habéis profanado mi nombre, haciendo volver cada uno a su esclavo y a su esclava, a los que hab ais dejado libres según su deseo, y los habéis reducido de nuevo a esclavitud".

    17. Por eso, as dice Yahveh: "Vosotros no me habéis escuchado, al proclamar cada uno la manumisión de su hermano y de su prójimo. Pues mirad: yo voy a proclamar contra vosotros la manumisión - oráculo de Yahveh - para la espada, la peste y el hambre, convirtiéndoos en el terror de todos los reinos de la tierra.

    18. A los hombres que transgredieron mi pacto, que no cumplieron las palabras del pacto que concertaron delante de m, les haré como al novillo que han cortado en dos mitades y entre cuyos trozos han pasado.

    19. A los pr ncipes de Judá y a los pr ncipes de Jerusalén, a los eunucos y a los sacerdotes, y a toda la población del pa s, que han pasado entre los trozos del novillo,

    20. los entregaré en mano de sus enemigos y en mano de quienes atentan contra su vida; y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra.

    21. También entregaré a Sedec as, rey de Judá, y a sus pr ncipes en mano de sus enemigos y en mano de quienes atentan contra su vida y en mano del ejército del rey de Babilonia, que ha levantado el asedio.

    22. Estoy dando ya la orden - oráculo de Yahveh - para hacerlos volver a esta ciudad, a fin de que luchen contra ella, la tomen y la entreguen al fuego; pues de las ciudades de Judá voy a hacer un desierto, sin habitantes".