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    Juan 11 - Biblia Castilian 2003

    Muerte de Lázaro

    1. Hab a un enfermo, llamado Lázaro, de Betania, la aldea de Mar a y de su hermana Marta.

    2. Mar a era la que ungió al Se or con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que hab a ca do enfermo, era su hermano.

    3. Enviaron, pues, las hermanas a decir a Jesús: "Se or, mira que aquel a quien amas está enfermo".

    4. Cuando Jesús lo oyó, dijo: "Esta enfermedad no es de muerte sino para la gloria de Dios: para que por ella sea glorificado el Hijo de Dios".

    5. Amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.

    6. Sin embargo, cuando oyó que estaba enfermo, todav a se demoró dos d as en el lugar donde se encontraba.

    7. Sólo entonces dice a los disc pulos: "Vámonos de nuevo a Judea".

    8. D cenle los disc pulos: " Rabb, hace poco que los jud os quer an apedrearte, ¿y otra vez quieres ir all ?".

    9. Respondió Jesús: "¿No son doce las horas del d a? Cuando uno camina de d a, no tropieza, porque ve la luz de este mundo.

    10. Pero si uno camina de noche, tropieza, porque no tiene luz".

    11. Esto dijo; y después les a ade: "Nuestro amigo Lázaro se ha dormido; pero voy a despertarlo".

    12. Dijéronle los disc pulos: "Se or, si se ha dormido, se pondrá bueno".

    13. Jesús se hab a referido a la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del descanso del sue o.

    14. Entonces les dijo Jesús claramente: "Lázaro ha muerto;

    15. y me alegro de no haber estado all, por vosotros: para que creáis. Pero vayamos a su casa".

    16. Tomás, llamado el Mellizo, dijo a sus condisc pulos: "Vamos también nosotros a morir con él".

    Jesús, la resurrección y la vida

    17. Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro d as en el sepulcro.

    18. Betania estaba cerca de Jerusalén, como unos quince estadios.

    19. Hab an venido muchos jud os a casa de Marta y Mar a, para consolarlas por lo de su hermano.

    20. Cuando oyó Marta que llegaba Jesús, salió a su encuentro; Mar a, en cambio, segu a sentada en la casa.

    21. Dijo Marta a Jesús: "Se or, si hubieras estado aqu, no habr a muerto mi hermano.

    22. Pero aun ahora, yo sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá".

    23. D cele Jesús: "Tu hermano resucitará".

    24. Marta contestó: "Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último d a".

    25. Jesús le respondió: "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en m, aunque muera, vivirá;

    26. y todo el que vive y cree en m, jamás morirá. ¿Crees tú esto?".

    27. Ella le contesta: "S, Se or; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que ten a que venir al mundo".

    Jesús llora ante la tumba de Lázaro

    28. Tras estas palabras, fue a llamar a su hermana Mar a y le dijo al o do: "El Maestro está aqu y te llama".

    29. Mar a, al o rlo, se levantó en seguida y salió a donde él estaba,

    30. pues Jesús no hab a entrado todav a en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta lo hab a encontrado.

    31. Cuando los jud os que estaban en la casa con Mar a dándole el pésame vieron que se levantaba tan precipitadamente y sal a fuera la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar all.

    32. Cuando llegó Mar a a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: "Se or, si hubieras estado aqu, no habr a muerto mi hermano".

    33. Jesús, al ver que ella lloraba y que también lloraban los jud os que hab an venido con ella, se estremeció profundamente y se conmovió.

    34. Luego preguntó: "¿Dónde lo habéis puesto?". Y le contestan: "Se or, ven y m ralo".

    35. Jesús rompió a llorar.

    36. Dec an los jud os: "¡Mira, cuánto le quer a!".

    37. Pero algunos de ellos a adieron: "Y éste que abrió los ojos del ciego, ¿no pod a haber hecho también que este hombre no muriera?".

    Resurrección de Lázaro

    38. Jesús, nuevamente conmovido, se acercó al sepulcro, que era una cueva, con una losa puesta encima.

    39. Dice Jesús: "Quitad la losa". Marta, la hermana del difunto, le dice: "Se or, ya hiede, pues lleva cuatro d as".

    40. Jesús le responde: "¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?".

    41. Quitaron, pues, la losa. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias por haberme escuchado.

    42. Yo bien sab a que me escuchas siempre; pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado".

    43. Y después de decir esto, gritó con voz potente: "¡Lázaro, sal fuera!".

    44. Salió el muerto, con los pies y las manos atadas con vendas, y con el rostro envuelto en un sudario. D celes Jesús: "Desatadlo y dejadle que camine".

    El complot para matar a Jesús

    45. Cuando vieron lo que hab a hecho, muchos de los jud os llegados a casa de Mar a creyeron en él.

    46. Pero algunos de ellos se fueron a los fariseos para contarles lo que Jesús acababa de hacer.

    47. Los pont fices y los fariseos reunieron el sanedr n y dec an: "¿Qué hacemos, en vista de que este hombre realiza tantas se ales?

    48. Si lo dejamos continuar as, todos creerán en él, vendrán los romanos y acabarán con nuestro lugar santo y con nuestro pueblo".

    49. Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel a o, les dijo: "Vosotros no entendéis nada;

    50. no os dais cuenta de que más os conviene que muera sólo un hombre por el pueblo, y no que toda la nación vaya a la ruina".

    51. Pero esto no lo dijo por su cuenta; sino que, como era sumo sacerdote aquel a o, profetizó que Jesús iba a morir por la nación,

    52. y no por la nación sola, sino también para reunir juntos a los hijos de Dios que estaban dispersos.

    53. Desde aquel d a tomaron la determinación de quitarle la vida.

    54. Por eso Jesús ya no andaba en público entre los jud os, sino que se fue de all a la región cercana al desierto, a una ciudad llamada Efra n, donde permaneció en compa a de sus disc pulos.

    55. Estaba ya próxima la pascua de los jud os y era mucha la gente de la región que hab a subido a Jerusalén antes de la pascua para purificarse.

    56. Buscaban, pues, a Jesús y se dec an unos a otros mientras andaban por el templo: "¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta o no?".

    57. Es que los pont fices y los fariseos hab an dado ya órdenes de que todo el que supiera dónde estaba lo denunciara, para ir ellos a prenderlo.