Marcos 5 - Biblia Castilian 2003El endemoniado gadareno1. Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. 2. Apenas desembarcó, vino a su encuentro, saliendo de los sepulcros, un hombre pose do de un esp ritu impuro. 3. Este hombre viv a en los sepulcros y ni siquiera con una cadena pod a ya nadie sujetarlo; 4. pues, aunque muchas veces lo hab an sujetado con grillos y cadenas, romp a las cadenas y hac a trizas los grillos, de manera que nadie lo pod a dominar; 5. y andaba de continuo, noche y d a, por los sepulcros y por los montes, gritando y golpeándose contra las piedras. 6. Cuando vio a Jesús desde lejos, fue corriendo a postrarse ante él 7. y a grandes gritos le dice: "¿Qué tienes tú que ver conmigo, Jesús, Hijo del Dios Alt simo? Por Dios te conjuro que no me atormentes". 8. Es que Jesús le estaba diciendo: "Sal de este hombre, esp ritu impuro". 9. Y le preguntaba: "¿Cuál es tu nombre?". Él le contesta: " Legión es mi nombre, porque somos muchos"; 10. y le rogaba con insistencia que no los expulsara fuera de aquella región. 11. Hab a por all, paciendo junto al monte, una gran piara de cerdos, 12. y los esp ritus impuros le suplicaron: "Env anos a los cerdos para que entremos en ellos". 13. Y se lo permitió. Salieron, pues, los esp ritus impuros y entraron en los cerdos; y la piara, en la que hab a unos dos mil, se arrojó con gran mpetu al mar por un precipicio y se fueron ahogando en el mar. 14. Los porqueros salieron huyendo y llevaron la noticia a la ciudad y a los caser os; Y las gentes acud an a ver qué era lo que hab a sucedido. 15. Lléganse a Jesús y ven al endemoniado, el que hab a tenido toda aquella legión, sentado ya vestido y en su sano juicio. Y quedaron llenos de espanto. 16. Los que lo hab an presenciado les refer an lo ocurrido con el endemoniado y con los cerdos. 17. Entonces se pusieron a rogar a Jesús que se alejara de aquellos territorios. 18. Al entrar Jesús en la barca, el que hab a estado endemoniado le suplicaba que le permitiera acompa arlo. 19. Pero no se lo permitió, sino que le dice: "Vete a tu casa con los tuyos, y cuéntales todo lo que el Se or, compadecido de ti, ha hecho contigo". 20. El hombre se fue y comenzó a pregonar por la Decápolis todo lo que Jesús hab a hecho con él; y todos se maravillaban. La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús21. Cuando Jesús cruzó de nuevo en la barca hasta la otra orilla, se reunió una gran multitud a su alrededor,mientras él permanec a junto al mar. 22. Entonces viene uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo y, al verlo, se echa a sus pies 23. y le suplica con mucha insistencia: "Mi hijita se está muriendo; ven a imponer tus manos sobre ella, para que sane y viva". 24. Jesús se fue con él. Y gran cantidad de pueblo le acompa aba, apretujándolo por todas partes. 25. En esto, una mujer que padec a flujo de sangre hac a doce a os, 26. que hab a sufrido mucho por causa de muchos médicos, y que hab a gastado toda su fortuna sin conseguir ninguna mejor a, sino que más bien iba de mal en peor, 27. habiendo o do las cosas que se dec an de Jesús, se acercó entre la turba por detrás y tocó su manto; 28. pues dec a para s: "Como logre tocar siquiera sus vestidos, quedaré curada". 29. Al instante aquella fuente de sangre se le secó y notó en s misma que estaba curada de su enfermedad. 30. Pero Jesús, notando en seguida la fuerza que de él hab a salido, se volvió en medio de la muchedumbre y preguntaba: "¿Quién me ha tocado los vestidos?". 31. Sus disc pulos le dec an: "Ves que la multitud te apretuja, y preguntas ¿quién me ha tocado?". 32. Pero él miraba a su alrededor, para ver a la que hab a hecho esto. 33. Entonces la mujer, toda azorada y temblorosa, pues bien sab a lo que le hab a sucedido, vino a echarse a sus pies y le declaró toda la verdad. 34. Pero él le dijo: "Hija m a, tu fe te ha salvado; vete en paz, y queda ya curada de tu enfermedad". 35. Todav a estaba él hablando, cuando llegan unos de casa del jefe de la sinagoga para avisar a éste: "Tu hija ha muerto. ¿Para qué seguir molestando al maestro?". 36. Pero Jesús, que hab a o do sus palabras, dice al jefe de la sinagoga: "No temas; sólo ten fe". 37. Y no permitió que nadie lo acompa ara, fuera de Pedro, de Santiago y de Juan, el hermano de Santiago. 38. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y ve Jesús el alboroto de las gentes que lloraban y se lamentaban a voz en grito. 39. Entra y les dice: "¿A qué viene ese alboroto y esos llantos? La ni a no ha muerto, sino que está durmiendo". 40. Y se burlaban de él. Pero él, echando a todos fuera, toma consigo al padre y a la madre de la ni a y a los que hab an ido con él, y entra a donde estaba la ni a. 41. Y tomando la mano de la ni a, le dice: "¡Talithá qum!", que significaba: "¡Ni a, yo te lo mando, levántate!". 42. Inmediatamente, la ni a se puso en pie y echó a andar, pues ten a ya doce a os. Y al punto quedaron sobrecogidos de enorme estupor. 43. Pero él les recomendó encarecidamente que nadie lo viniera a saber; y dijo que le dieran de comer a la ni a. |