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    Marcos 9 - Biblia Castilian 2003

    1. Y les a ad a: "Os lo aseguro: algunos de los aqu presentes no experimentarán la muerte sin que vean llegado con poder el reino de Dios".

    La transfiguración

    2. Seis d as después toma Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan, y los conduce a un monte alto, aparte, a ellos solos. Y se transfiguró delante de ellos,

    3. de forma que sus vestidos se volvieron tan resplandecientes por su blancura como ningún lavandero en el mundo podr a blanquearlos as.

    4. Entonces se les aparecieron El as y Moisés, que conversaban con Jesús.

    5. Tomando Pedro la palabra, dice a Jesús: "¡Rabb ! ¡Qué bueno ser a quedarnos aqu ! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para El as".

    6. Es que no sab a qué decir, porque estaban llenos de estupor.

    7. Se formó entonces una nube que los envolvió, y de la nube salió una voz: "Éste es mi Hijo amado; escuchadle".

    8. De pronto, miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.

    9. Y mientras iban bajando del monte, les prohibió referir a nadie lo que hab an visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

    10. Ellos guardaron el secreto, aunque preguntándose a s mismos qué era eso de "resucitar de entre los muertos".

    11. Le propusieron, pues, esta cuestión: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir El as?".

    12. El les contestó: "El as, desde luego, ha de venir antes, para restablecerlo todo, pero ¿no está escrito acerca del Hijo del hombre que habrá de padecer mucho y ser menospreciado?

    13. Pues bien; yo os lo aseguro: El as ya ha venido, e hicieron con él cuanto se les antojó, conforme está escrito acerca de él".

    Jesús sana a un muchacho endemoniado

    14. Al volver a donde estaban los disc pulos, los vieron rodeados de una gran multitud, y a unos escribas que discut an con ellos.

    15. Toda aquella multitud, al verlo venir, quedó sorprendida y corrió en seguida a saludarlo.

    16. Él les preguntó: "¿De qué estabais discutiendo con ellos?".

    17. Y uno de la multitud le contestó: "Maestro, te he tra do a mi hijo, que está pose do de un esp ritu mudo;

    18. y cuando se apodera de él, lo tira por tierra; y el ni o echa espumarajos, rechina los dientes y se queda r gido. Les dije a tus disc pulos que lo expulsaran, pero ellos no han podido".

    19. Entonces él responde: "¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo".

    20. Y se lo llevaron. Y apenas vio a Jesús, inmediatamente el esp ritu agitó con violentas convulsiones al muchacho que, cayendo por tierra, se revolcaba echando espumarajos.

    21. Jesús preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?". Él le respondió: "Desde la infancia;

    22. y muchas veces también lo arroja al fuego y al agua, para hacerlo perecer. Pero, si tú puedes algo, ten compasión de nosotros y socórrenos".

    23. Replicó Jesús: "En cuanto a eso de si puedes, todo es posible para el que cree".

    24. Al momento, el padre del ni o exclamó: "¡Creo! ¡Ayuda a mi escasa fe!".

    25. Viendo Jesús que aumentaba el concurso del pueblo, increpó al esp ritu impuro, diciéndole: "Esp ritu mudo y sordo, yo te lo mando: sal de él y no vuelvas a entrar en él jamás".

    26. Y gritando y agitándolo con muchas convulsiones, salió de él. El joven quedó como muerto, tanto que muchos dec an: "Ya murió".

    27. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el muchacho se quedó de pie.

    28. Cuando Jesús entró en casa, sus disc pulos le preguntaban aparte: "¿Por qué nosotros no hemos podido arrojarlo?"

    29. Y les contestó: "A esta clase de demonios por ningún medio puede hacérsele salir, como no sea por la oración".

    Jesús anuncia otra vez su muerte

    30. Habiendo salido de all, atravesaban Galilea, y él no quer a que lo supiera nadie;

    31. porque iba ense ando a sus disc pulos, diciéndoles: "El hijo del hombre será entregado en manos de los hombres, y le matarán; pero, después de muerto, a los tres d as resucitará".

    32. Pero ellos no comprend an tales palabras; y sin embargo, les daba miedo preguntarle.

    ¿Quién es el mayor?

    33. Llegaron a Cafarnaún. Estando ya él en la casa, les preguntó: "¿De qué ven ais discutiendo por el camino?".

    34. Pero ellos se callaron, porque en el camino hab an discutido entre s sobre quién era el mayor.

    35. Y sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiera ser primero, que sea último de todos y servidor de todos".

    36. Luego tomó a un ni o, lo puso delante de ellos y, abrazándolo, les dijo:

    37. "Todo el que acoge a uno de estos ni os en mi nombre, es a m a quien acoge; y quien me acoge a m, no me acoge a m, sino a aquel que me envió".

    El que no es contra nosotros, por nosotros es

    38. Juan dijo a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre - uno que no viene con nosotros -, y quer amos imped rselo, porque no ven a con nosotros".

    39. Pero Jesús dijo: "No se lo impidáis, pues no hay quien haga un milagro en mi nombre y pueda luego hablar mal de m:

    40. que quien no está contra nosotros, a favor nuestro está".

    41. "Quien os da de beber un vaso de agua a t tulo de que pertenecéis a Cristo, os lo aseguro: no se quedará sin recompensa."

    Ocasiones de caer

    42. "Si alguno es ocasión de pecado para cualquiera de estos peque os que creen, mejor ser a para él que le ataran alrededor del cuello una rueda de molino de las que mueven los asnos y fuera arrojado al mar.

    43. Y si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtatela; mejor es para ti entrar manco en la vida que, conservando las dos manos, ir a la gehenna, al fuego inextinguible.

    44.

    45. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtatelo; mejor es para ti entrar cojo en la vida que, conservando los dos pies, ser arrojado a la gehenna.

    46.

    47. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, sácatelo; mejor es para ti entrar tuerto en el reino de Dios que, conservando los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,

    48. donde su gusano no muere y el fuego no se extingue.

    49. Porque todos serán salados al fuego."

    50. "Buena es la sal, pero, si la sal se vuelve ins pida, ¿con qué le devolveréis su sabor? Tened sal en vosotros y vivid en paz unos con otros."