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miércoles, julio 17, 2024
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    Esdras 9 - Jünemann Septuaginta en español

    Oración de confesión de Esdras

    1. Lamenta Esdras los matrimonios con paganas Y cuando se terminó esto, acercáronse a mí los príncipes, diciendo: «No se ha separado el pueblo de Israel, y los sacerdotes y los levitas, de los pueblos de la tierras, en los extravíos de ellos: del cananeo, del heteo, del ferezeo, del jebuseo, del amonita, del moabita, del egipcio y del amorreo;

    2. pues han tomado, de las hijas de ellos para sí y para sus hijos; y se ha mezclado simiente la santa con pueblos de las tierras; y mano de los príncipes, en esta prevaricación, la delantera.

    3. Y cuando oí esta palabra, rasgué mis vestiduras; y temblaba(a), y arrancaba cabellos de mi cabeza y de mi barba, y sentábame solitario,

    4. y juntáronse a mí todo el que seguía la palabra del Dios de Israel, sobre la prevaricación de la transmigración; y yo, sentado solitario hasta el sacrificio vespertino.

    5. Y en el sacrificio vespertino, me levanté de mi humillación; y rasgando mis vestiduras, temblaba, e inclínome sobre mis rodillas, extiendo mis manos al Señor Dios,

    6. y dije: «Señor, me he avergonzado y confundido de levantar, Dios mío, mi rostro a ti; porque las iniquidades nuestras se han multiplicado sobre nuestras cabezas; y nuestros delitos han crecido hasta el cielo.

    7. Desde los días de nuestros padres estamos en delito grande hasta este día; y en nuestras iniquidades entregados hemos sido nosotros, y nuestros reyes y nuestros hijos, en manos de reyes de las gentes, en espada, y en cautividad y en desprecio y confusión de nuestro rostro; como este día(b).

    8. Y ahora se ha mitigado con nosotros nuestro Dios para dejarnos en salud y darnos afianzamiento en sitio de su santificación, para alumbrar nuestros ojos y dar vivificación pequeña en nuestra servidumbre;

    9. porque siervos somos; y en nuestra servidumbre no nos ha abandonado el Señor, nuestro Dios; y ha inclinado sobre nosotros su misericordia a la faz de los reyes de Persia, para darnos vivificación, exaltando ellos la casa de nuestro Dios y resucitando sus desolaciones y dándonos un cercado en Judá y en Jerusalén.

    10. ¿Qué diremos, al Dios nuestro, después de esto? Pues, que hemos abandonado tus mandamientos,

    11. que nos diste en manos de tus siervos, los profetas, diciendo: «La tierra a la que vais para heredarla, es tierra perversa en perversión de pueblos, los gentiles, en extravíos de ellos de que lo llenaron, de boca a boca, en las inmundicias de ellos».

    12. Y ahora vuestras hijas no deis a sus hijos; y de sus hijas no toméis para vuestros hijos; y no busquéis paz de ellos y bien de ellos hasta los siglos, para que os fortifiquéis y comáis los bienes de la tierra; y la heredéis a vuestros hijos hasta los siglos.

    13. Y después de todo lo venido sobre vosotros, en vuestros hechos los malos y en vuestro delito el grande; pues no hay como nuestro Dios; pues nos has aligerado las iniquidades y dádonos salud,

    14. pues hemos vuelto a disipar tus mandamientos, y casarnos con pueblos de las tierras; no te irrites contra nosotros hasta consumación, de no haber reliquia y salvo.

    15. Señor, el Dios de Israel, justo tú, pues henos quedado salvos; como este día; hemos aquí delante de ti en nuestros delitos; pues no hay como estar a la faz tuya, por causa de esto».